Descerebradas

Con Amelia, mi amiga de La Plata, coincidimos en algo mientras estuvimos juntas: tanto contacto con la Naturaleza, en particular con el agua, nos había “descerebrado”. Nos quedábamos mirando todo, sin pensar, sin inquietarnos por nada, simplemente registrando el momento, disfrutando como árboles movidas por la brisa, dejándonos llevar por la fluidez del agua, sintiéndonos inmensas en su inmensidad, líquidas en su devenir.

Eso consigue la Naturaleza: que vivas en el aquí y ahora eterno. Y que encuentres en cada instante las respuestas, los placeres, las soluciones, la paz, la conexión.

Mariló (con quien estoy de acuerdo en que somos otro mundo paralelo en constante crecimiento… gracias a Dios! J) comentó en Indigestados que no tenía la disciplina para obligarse a concretar lo que lee. Si bien concuerdo en que es necesaria la perseverancia, no se trata de “disciplinarse”. Es más bien comprender poco a poco quiénes somos en verdad, es comenzar a amarse y respetarse y así darse el tiempo, los recursos, las posibilidades de transformarse y crear desde el alma.

No es una imposición desde el Ego, porque entonces se tiene más de lo mismo. Es lentamente ir encontrando esa Luz interna para llevarla a los ámbitos de la vida. Y reconocer que en Ella está todo lo que se anhela.

Eso es inherente a cada uno de nosotros. No hay que inventarlo ni imponerlo. ES. ESTÁ. Lo que yo enseño (a través de la Terapia, los Libros, los Cursos, lo que escribo) es a conectarse con esa Luz con recursos simples y efectivos. No hay nada complicado ni retorcido. La Naturaleza lo hace así: sencillo y contundente. Aprendamos de ella. Está al alcance de tu mano. No tenés que gastar dinero para ir a un paisaje paradisíaco. En cualquier lugar hay un árbol y dos pájaros. Un jardín con flores. Descerebrate y conectate. Si necesitás más ayuda, aquí estoy.