El sábado fue mi cumpleaños y me regalaron una
enorme cantidad de felicitaciones (¡muchísimas gracias a todos los que me
escribieron tantas cosas hermosas!). Me
hizo reflexionar acerca del acto de recibir, algo que es un problema para
muchos de nosotros. Parecería que es lo
más fácil, más que dar; sin embargo, es al revés. Con gran frecuencia, el tema es tratado en
las Consultas porque, en algún momento, se percibe que se dio en exceso y que
no se recibió en proporción.
Toda
nuestra educación (social y religiosa) está centrada en dar: nos ganaremos el
Cielo a través de cuánto brindamos. Esto
pone énfasis en una sola parte de la ecuación, mientras la otra es anhelada
intensa pero inconscientemente. En muchas personas (sobre todo mujeres) es la
base de su existencia: la madre pródiga, la amante incondicional, la amiga todo
terreno. Dar sin cesar, mientras se
espera la retribución en secreto, con ansia, con culpa…
Para
colmo, en nuestra cultura el dar está asociado al poder: doy porque puedo y
tengo; recibe el que no puede y no tiene. Por supuesto, no es una actitud consciente
pero existe. Así, muchos que reciben
terminan resentidos y frustrados, “devolviendo” el favor con saña. Como siempre, el poder termina siendo un
factor externo, asociado a una expresión de dádiva, en lugar de una expresión
interna de poder sobre uno mismo y sus propias circunstancias.
El dar indiscriminado es un factor de
desequilibrio, ya que pone al otro en un lugar de comodidad y muchas veces de
ineptitud, porque se le impide encontrar sus propios recursos, posibilidades y
soluciones, imponiéndosele (en nombre del amor) lo que es mejor para él. Flaco favor se le hace, puesto que no se le
permite hallar su fortaleza interior y exterior.
Siempre le pregunto a quien da y no se permite
recibir si piensa que el otro es menos o tonto o inútil. Enfáticamente, me responden que no; entonces:
¿por qué se sienten así cuando reciben?
Además del factor de poder, hay una falta de merecimiento, de valor, de
autoestima y una necesidad de aprobación o reconocimiento asociados al recibir,
que revela traumas infantiles no resueltos.
El
desequilibrio es la clave: no podemos dar si no recibimos; es un flujo que se
retroalimenta a sí mismo. Si siempre
damos, nos sentiremos vacíos; si solo recibimos, nos sentiremos
inservibles. Hace poco, leí una
canalización de Jonette Crowley muy clarificadora a este respecto:
“La base de ser en servicio es ser
servidos. La base de ser en amor es ser amados. La base de dar es recibir. El
servicio es mucho más que dar. Expresa radiantemente su ser sin esfuerzo, sin
costo para ustedes de ningún tipo. Pero al mirar la condición humana a lo
largo de los últimos miles de años, ha existido una carencia de recibir que ha
secado los pozos de dar. Queremos que ustedes derriben todas las puertas, toda
su vacilación, resistencia y profunda culpa kármica para recibir y ser
servidos.
Permitan que los invada la quietud – una quietud que sostiene, que nutre
y alimenta, que no pueden tener lo suficiente de ella. Esta quietud se siente
como el quantum o la octava dimensión. Hay creación y potencial aquí pero todo
es invisible. Es la quietud del mundo no manifestado del que ahora están
conscientes. Sientan cómo esta quietud los nutre. Si no pueden recibir quietud, no pueden recibir. Desaparezcan
toda resistencia al convertirse en quietud. Ahora con la misma gracia y finura que
recibieron la quietud los invitamos a recibir todo – gracia, dones, amor,
sabiduría, poder, abundancia, creación – tanto que no hay necesidad de
identificar el ser servidos. Reciban sin fin – y vean qué cambios tienen que
hacer para recibir la infinitud por siempre – todo servidos. Permitan que esto
los transforme.
Piérdanse en sí mismos para que ya no haya influjo – ustedes son
aquello que reciben. No hay diferencia. Ustedes han cambiado. No
hay movimiento de algo fuera de ustedes hacia ustedes. Hay una presencia, un ser que ha cambiado. Es magnífico,
expandido, enorme… Permítanse conocerse
sin necesidades, deseos, estar satisfechos, sin necesidad de desear, buscar,
tratar – un sentido triunfante de presencia y compleción en este momento. El servicio sin necesidades es el mayor
servicio de todos. La mayor creación es que ustedes no tengan necesidad de
crear. No tengan necesidad de servir. No hay necesidades que cumplir. Simplemente
el flujo de su creación – ese es en sí mismo el servicio.
Nuestro objetivo es ayudarles a cerrar los viejos iniciadores de ser en
servicio – que eran generalmente la culpa o una necesidad de aceptación,
aprobación o aprecio. En la dimensión
cuántica dar y recibir son una cosa. No hay movimiento de algo a otro algo. El
servicio no es dar algo a otro. Es algo diferente. Es una combustión radiante de existencia. Es una creación sin fin
experimentada. Permítanse sentir la creación sin fin experimentada. Lo que
se crea no es importante. Es el poder de la creación sin fin y ustedes están
ahí….Creador, creación – son sin fin. Ustedes son todo eso.
Cuando su corazón y su ser están tan llenos que continuamente explotan
con ustedes a través de las dimensiones del universo, entonces son un verdadero
dador y receptor. Cuando la caridad ya no es una decisión sino simplemente un
flujo que sale de ustedes, entonces son un creador. Cuando no se detienen a
pensar si recibir o dar, entonces están viviendo en el momento de poder. Nuestro objetivo es reiniciar su capacidad
para recibir porque es el flujo que subyace la creación, no el dar. El flujo es
flujo hacia dentro e irradiación hacia fuera.”