martes, 27 de diciembre de 2016

Luego de nueve duros años, comienza un nuevo ciclo

He pasado muchos períodos difíciles en mi vida, pero estos últimos nueve años fueron realmente complicados.  En un corto lapso, fallecieron mi hermano, mi madre y mi padre (estando sola para acompañarlos en sus tránsitos), fui perdiendo parientes, amigos, dinero, anhelos, idealizaciones, horas de sueño, ya  no recuerdo cuánto…  Afortunadamente, antes había aprendido a mantener la calma y la confianza para continuar, siguiendo la luz al final del túnel.

Desde antes de que comenzara (vivo adelantada a lo que sucederá), fue una de las etapas más creativas y entusiastas.  Sentía la enormidad del cambio, lo profundo y renovador que sería; “hay mar de fondo” decía, porque todo se levantaba desde lo más recóndito y agitaba las aparentemente tranquilas superficies.  Siempre tuve períodos de cambio pero intuía que este sería definitivo y arrasador.  No me equivoqué: se llevó casi todo.

A medida que las transformaciones se profundizaban, mi Ego no paraba de recibir tanto golpes como desilusiones.  Al cabo de los años, no quedaba presunción que no fuera revisada y descartada.  Siendo la ira mi emoción primaria, me he “brotado” mal en muchas situaciones (¡perdón a quienes lo han padecido!) y también he llorado y me he reído irónicamente de mí en otras tantas. No teniendo generalmente con quién compartir tanta información y aprendizajes, algunas canalizaciones fueron una compañía a distancia que me corroboraban lo que estaba pasando.  Aclaro que mi Ego no se rinde fácilmente; sigue queriendo controlar el desarrollo, aunque ya patalea por un ratito y cede. 

¿De qué se trata el proceso?  De aceptar todos nuestros aspectos (esos que hemos proyectado afuera), de iluminar las sombras, de reconocer la inmensidad de facetas que albergamos e integrarlas en un diamante luminoso e iluminante.  Cuando se habla de sombras, muchos entienden que tienen que lidiar con lo “malo” y se niegan atemorizados.  Obviamente, una parte es sobre cómo ponemos afuera, en otros, los aspectos “negativos” de nuestra personalidad para no responsabilizarnos por ellos (los pongo entre comillas porque no es una cuestión de moralidad sino de cómo los juzgamos por ignorancia de la forma en que funciona la dualidad).  La paradoja es que, cuando nos permitimos analizarlos y elaborarlos, encontramos su opuesto al otro lado de la oscuridad (la humildad después del orgullo, la abundancia detrás de la carencia, etc.).  La otra parte de iluminar las sombras es que también negamos lo mejor de nosotros: obnubilados por la desvalorización y los malos modelos, no creemos tener ni merecer las cualidades que existen en nuestro interior.  Una pista para darnos cuenta: son esas cosas que envidiamos, que admiramos, que valorizamos y que pensamos que no somos.



¿Por qué es tan rudo?  Porque vivimos en una sociedad manejada por Egos inseguros e insuficientes (sus características básicas) que desea, desea, desea, cualquier cosa: dinero, reconocimiento, bienes, premios, niveles cada vez más altos para compensar lo bajo que se siente. Por ello, se exige, demanda, se atormenta, reclama, duda, teme, se pelea y lucha.  La antigua conexión con lo sagrado que lo atemperaba también está cambiando, como todo lo demás.  Con el propósito de obtener seguridad y certeza, concedimos nuestro poder a las instituciones: la iglesia, los gobiernos, la policía, los jueces, la prensa, los gurúes, la tribu, la familia, no importa: “que alguien me diga qué ser y qué hacer, que alguien me resguarde, me encamine…”.

De esto se trata entonces: de retomar nuestro poder, confiando la guía a nuestro Ser Superior, a la conexión verdadera con Todo Lo Que Es (lo más difícil que podemos asumir).  Para ello, nuestro cuerpo físico está haciendo enormes esfuerzos a fin de contener más energía y nuestros cuerpos mentales y emocionales están limpiando, liberando y reconstruyendo siglos de estructuras obsoletas.  ¡Tamaño trabajo!  Esto es lo que hemos estado haciendo estos últimos nueve años.  Todas las retrogradaciones de 2016 nos ayudaron a terminar de soltar lo que ya no nos sirve ni representa y a refinar la información que hemos estado recibiendo, en vistas a iniciar un nuevo ciclo, realmente nuevo y luminoso, que no tiene nada en común con lo que ha sido ni con lo imaginado (lo cual es difícil de aceptar porque no podemos controlarlo ni detenerlo; si quieres más información y recursos, lee aquí).

Volviendo a mí, ¿qué es lo que más me ha costado?  Después de tantas idas y vueltas, de tantas pérdidas, terminé desconfiada, desilusionada y últimamente medio separada.  He llorado amargas lágrimas y me he peleado mucho porque eso es lo que más valor tiene en mi vida: la conexión divina.  De ella viene todo lo demás.  Cuando decidí que eso era una tontería que yo me estaba haciendo y me reconecté, descubrí que todo lo que había sucedido era lo correcto para mi diseño sagrado, que estoy exactamente donde debo estar y que jamás me soltaron la mano, siempre fui tiernamente cuidada.  ¿Acaso no sé eso?  Por supuesto que sí, intelectualmente.  Es muy distinto incorporarlo, sentir la presencia de la Luz guiando y protegiendo integralmente.  El proceso tiene mucho de eso, de hacer carne lo mental.

Te cuento esto porque quizás estés pasando por algo parecido.  No importa en qué parte te encuentres, somos todos iguales.  Algunos (como yo) tenemos que pasar por las partes más duras, por lo que no funciona, para poder advertir y ayudar a los demás; otros lo hacen desde distintas ópticas; algunos están recién despertando; sea como sea, estás abriéndote al más maravilloso camino que la Humanidad pueda atravesar, el de la conexión a su Fuente2017 es un año 1, comienza un ciclo: respira, entrega, acepta, confía y agradece.  Te acompaño.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

La libertad que nos asusta (las culpas que echamos)

Hace poco, comenté acerca del “apocalipsis” (en el sentido de “revelación de conocimientos ocultos” en lugar del de “destrucción” que normalmente se le da) que muchos creen ver en estos tiempos. Estamos en un mundo con la mayor información circulando jamás antes y, sin embargo, ello no implica necesariamente mayor práctica  ni sabiduría aumentada.  A veces, el conocimiento es peligroso porque nos abre a posibilidades que nos dan miedo afrontar.

En 1983, en el primer gobierno democrático después de años de dictadura en Argentina, yo estaba haciendo terapia y sentía un temor y una angustia difusos que no lograba identificar.  Analizando con la psicóloga, se reveló que esa libertad incipiente me trastornaba: ahora podía hacer cualquier cosa sin sentirme perseguida, todo se abría ante mí y ¿qué hacer?  Ya sin autoridades externas que me marcaran el territorio, la responsabilidad era enteramente mía.  Tiempo después, leí un par de artículos que reflexionaban sobre este tema.  La libertad nos estresa; es más fácil seguir los lineamientos de papá y mamá, aunque nos rebelemos, que descubrir el camino propio.

Cuando la libertad de otros nos resulta amenazadora o revulsiva, queremos coartarla.  Tenemos muchas excusas para eso pero la verdad es que no sabemos lidiar con lo diferente, con aquello que desafía el campo seguro que hemos delimitado como “mi, mí, mío”.  Lo interesante es que, en el amplio marco en el que existimos, estamos todos conectados y condicionados.

Confinados por los sentidos y el cuerpo físico, creemos que nuestra frontera es la piel, que más allá de ella se extiende lo “otro”, que nuestros pensamientos, emociones y actitudes se circunscriben a nuestra burbuja y poco más.  En el fondo, sabemos que no es así (sobre todo si hemos leído sobre espiritualidad o filosofía) pero nos resistimos a considerarlo en nuestra vida cotidiana porque las implicancias son enormes y atemorizantes: ¿a qué estamos contribuyendo entonces?, ¿qué hechos se alimentaron con nuestra energía?, ¿de qué somos responsables?

No, mejor acusar a los otros.  Ellos, los diferentes, son los culpables.  Ellos, los malos, los soberbios, los ricos, los pobres, los religiosos, los ateos, los inmigrantes, los pecadores, ellos que no son como nosotros, los buenos, los que seguimos las reglas, los que sabemos lo que es correcto, los que no podemos ser condenados por nada…



El arco se tensa cada vez más y, cuando la flecha vuela, resulta que vuelve a nosotros.  Todas las proyecciones nos están atravesando y, heridos, más inculpamos y nos revolvemos dolorosamente.  La dualidad está templando las polaridades y sufrirlo en la carne no es agradable.  Lo vemos en lo externo, en elecciones con candidatos que ganan por escaso margen; en las imputaciones al otro bando de todo lo malo; en la estigmatización de clases sociales, razas, grupos; en la imposición de lo “políticamente correcto” para ocultar las miserias vigentes.  Lo vemos en lo interno, con los castigos, exigencias e idealizaciones con que nos tratamos diariamente, creyendo que así conseguiremos ser buenos, suficientes, reconocidos, dignos de amor.  ¿Y creemos que todo eso es gratuito, que no nos explotará en la cara en algún momento?  Parece que el momento es ahora.

Pon una mano en tu corazón y sé implacablemente sincero: ¿vas a seguir jugando a la víctima o vas a aceptar que eres responsable de lo que eres y hay en tu vida (y consiguientemente en la Vida)?   ¿Vas a seguir echándole la culpa a la familia, la sociedad, el sistema, las conspiraciones, los carnívoros, los ultrarreligiosos, los conservadores, los extraterrestres, etc. (y el etcétera es interminable)?  LA SOMBRA ESTÁ EN TODOS NOSOTROS. 

Somos luz y sombra.  Y la sombra está a plena luz ahora.  Mostrándose desafiante y divertida (Trump y Putin son ejemplos claros, egos tan grandes que no caben juntos en una sola foto).  Y está perfecto.  Solo podemos transformar lo que percibimos; si está escondido o negado, es peor.  Todo está aquí para que lo veamos y lo aceptemos como nuestro, como parte de lo que significa ser humano.  Además, a cuanta más sombra revelada, más luz encarnada.

La libertad implica capacidad de elección.  No es fácil ni cómoda.  Y también involucra responsabilidad.  ¿Estamos preparados y deseosos?  Probablemente no, pero no podemos patearlo para más adelante porque las consecuencias ya están aquí.  En el anterior Boletín, compartí algunas sugerencias para comenzar a crear una utopía posible en la vida cotidiana.  En los últimos tiempos, hemos sido presionados intensamente como carbones y, poco a poco, estamos sacando los fulgores propios de los diamantes.  Continuemos, es el destino.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Energía Femenina en una sociedad patriarcal

Desde hace tiempo, vengo escribiendo acerca de la necesidad de conectarnos con la Energía Femenina.  Cuando vivimos dentro de una estructura determinada, como es la sociedad, no nos damos cuenta de los condicionamientos a los que ella nos somete.  Nos creemos libres, que podemos decidir cualquier cosa, cuando eso no es real; es una fantasía desde el mismo momento en que elegimos dentro de un menú disponible y, teniendo una mente dual, generalmente lo hacemos por sí o por no: acatamos o nos rebelamos, pero es difícil que nos tomemos el trabajo de analizar e investigar cuáles son los fundamentos y las consecuencias de lo que se nos presenta como “normal”.

Vivimos en una sociedad patriarcal.  Entonces, los valores, las formas, las instituciones, los acuerdos, la moda, lo que sea estará teñido de esa impronta.  ¿Por qué pensamos que debemos luchar la vida en lugar de abrazarla?  Porque los méritos de lo Masculino pasan por la conquista y la apropiación.  ¿Por qué hablamos de víctimas y victimarios?  Porque el poder, no el amor, es la cúspide de su orden.  ¿Por qué creemos que tenemos que competir, estar primeros, ganar, actuar rápido, tener voluntad y tenacidad, hacer continuamente?  Porque esas son virtudes de su energía.  ¿Por qué priman la lógica, la razón, lo general y abstracto, el conocimiento, la objetividad por encima de cualquier otra consideración?  Porque ese es su proceder.  Todo lo demás es considerado débil, inútil, sin provecho, pasivo.

¡Gran tema!  Lo pasivo (cualidad y estigma de lo Femenino) es considerado flojo, apocado, frágil, humillante, susceptible de ser penetrado, mancillado, atacado.  No existe poder ni importancia en lo Femenino, es vulnerable y por eso vulnerado.  Las mismas mujeres hemos tomado esa creencia y nos mostramos fuertes, indestructibles, activas, agresivas, inconmovibles (aunque criamos hijas princesas e hijos machos).  ¿Qué posible beneficio puede haber en ser femenina en un mundo masculino?  Ciertamente ninguno.  Y así estamos…

Luego de años de liberación femenina, parece que el triunfo fue tomar los más bajos “beneficios” de lo Masculino y encarnarlos: acostarse con cualquiera y jactarse; seducir de la manera en que a muchos de ellos les gusta (abierta y provocativamente, mientras se es denigrada en bailes y canciones como en el reggaeton); adquirir sus vicios (emborracharse y drogarse); hablar ofensiva y groseramente;  trabajar todo el día; aguantar lo que sea; renegar de las emociones; buscar un lugar alto en la sociedad consumista; ganar de cualquier forma. 

¿Apoyo una vuelta a la era victoriana?  Obviamente que no, me  interrogo cómo anclar una nueva energía femenina en estos tiempos.  ¿Niego las verdaderas superaciones?  Para nada, me cuestiono la razón por la que todavía no pudimos encontrar el poder de lo Femenino y terminamos avalando lo peor de lo patriarcal.


Comprendo entonces las violencias de ambos lados.  Los hombres sienten la competencia, no encuentran su lugar, se resisten a perder sus privilegios, pero también están encontrándose con la vulnerabilidad de lo Femenino dentro de ellos mismos y no hallan un espacio en donde compartir sus monstruos internos, sus debilidades, sus dudas, sus temores.  ¿Cómo y dónde trabajar la enorme fuerza de la testosterona y de la sexualidad, la necesidad de ser fuertes siempre, de ser proveedores, analfabetos emocionales, reyes del mundo?  La imposibilidad e impotencia del conjunto es tomada por individuos que lo bajan de las formas más atroces.

Las mujeres están tomando conciencia de siglos de sometimiento y salen (masculinamente) a luchar; a imponerse abierta o disimuladamente (a veces con manejos turbios); a pelear por lo que consideran propio, cuando quizás sea algo que “compraron” de lo patriarcal y no las representan verdaderamente.  Ponerse en lugar de la víctima; abogar desde lo negativo (“no” a algo en lugar de “sí”); defenderse y atacar desde la debilidad, no ayuda mucho pero es lo que se puede hoy (el péndulo pasa de un extremo al otro hasta encontrar el equilibrio).

Estamos en una encrucijada complicada.  Nos estamos reorganizando a pasos acelerados y tenemos la oportunidad de hacer una transformación que enaltezca lo mejor de ambas energías.  La sociedad debe hacer cambios profundos y radicales si queremos que este caos sirva para la creación de un mundo mejor.   Para comenzar, podríamos conocer, practicar y honrar las cualidades de lo Femenino: la afectividad, la belleza, lo pequeño y particular, lo receptivo, la entrega, la paciencia, la perseverancia, la subjetividad, el estar, la espera, la suavidad, la intuición, la compasión, la colaboración, el sentimiento de Dios, etc. 

El Cuerpo y la Tierra están asociados a lo Femenino: connotan materia, renovación, pasividad comprendida como presencia, atracción, albergue, confianza, sustento, apoyo, regazo.  Cuando las mujeres comprendamos el maravilloso y potente regalo que somos, los dones cálidos y nutricios que poseemos, cuando nos paremos firmes y apacibles sobre nuestros pies, sostenidas por la Madre Tierra, habremos encarnado la Amorosa Energía de la Diosa.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Consejos saludables

Hay al mínimo tres razones por las que nuestro físico se quebranta: por uso inapropiado (mala alimentación, posturas erróneas, poco descanso, “accidentes”), reflejo cuerpo-mente (cada síntoma, enfermedad, actitud, es producto de problemas psicológicos no resueltos que pasan al nivel material) y cambios energéticos que atraviesan la humanidad y el planeta (algunos lo llaman Ascensión).

No tengo una fuerte salud, lo que sumado a los vaivenes de la Energía, ha dado como resultado que haya pasado por distintos procesos.  Me gustaría compartir algunos consejos que quizás te ayuden:

-      Rinitis, alergias, sinusitis: nariz tapada, dificultad para respirar, senos cargados son las consecuencias de estos temas.  Muchos confunden rinitis vasomotora con alergia y se medican con remedios que no corresponden.  La diferencia es que los niveles de IgE son normales y que los ataques de estornudos se suelen disparar básicamente ante cambios de temperatura.  Sea como sea, algunas recomendaciones son:
Solución salina: se vende en las farmacias, para lentes de contacto (no confundir con el líquido para conservarlos, que tiene químicos; es agua con sal).  Viene en envases chicos y grandes de medio litro.  Conviene comprar uno de cada uno y, cuando se acabe el chico, rellenarlo con el grande.  Al levantarte a la mañana y acostarte a la noche, echa un par de veces en la nariz y suénala fuerte, hasta limpiarla bien.  Si es necesario, puedes repetir algunas veces durante el día.
Inhalador Medex: es algo tan viejo que pensé que no existía más, pero todavía se consigue.  Úsalo un par de veces al día, si necesitas abrir las vías.
Tintura de hierbas: durante años, tomé toda clase de pastillas y usé gotas para la nariz en cantidades industriales, al punto de la adicción (esos remedios suelen tener ese efecto y además es desesperante no respirar bien).  Cuando me di cuenta de la locura en la que estaba metida, fui a una otorrinolaringóloga y (Dios pone a las personas indicadas en el camino si uno está preparado) ella me mandó a una cierta farmacia que hacía una tintura con distintas hierbas y, con eso más estas otras sugerencias, dejé todo.  Perdí el rastro de la doctora y la farmacia cerró, así que no puedo pasar la receta.  Lo comento porque quizás puedas encontrar a alguien que te ayude desde un punto de vista natural.
Maniobras: Para despejar los senos para-nasales (sobre todo si hay sinusitis), oprime fuertemente la lengua contra el paladar, mientras aprietas con el pulgar entre las dos cejas.  Repítelo hasta que sientas cómo se descarga la mucosidad.  Para destapar la nariz: echa la cabeza hacia atrás, aprieta la nariz y aguanta la respiración lo que puedas; esto dispara un mecanismo de supervivencia y abre la nariz instantáneamente.  Para descongestionar en un resfrío: la noche es lo más difícil, así que: duerme con almohadas altas y respira unos momentos dentro de las sábanas (no mucho tiempo porque el anhídrido carbónico es perjudicial para el cerebro, pero un ratito puede destapar la nariz).  Más información aquí.
Advertencia: como bien lo sé, estos temas son proclives a hacernos caer en ansiedades, adicciones y compulsiones.  Lo que aconsejo aquí no es para cambiar lo que estés haciendo y usar la solución salina 20 veces, el inhalador 15 y las maniobras 10: es para desacelerarte, tener paciencia y aprender a respirar correctamente (la desintoxicación es dura pero necesaria).  La respiración diafragmática (además de múltiples beneficios) provoca la descarga de ciertos neurotransmisores que calman, por lo que, si respiras en el pecho y acelerado, nunca te serenarás y continuarás el círculo vicioso.  Saca el foco de pensar todo el día en tu falta de aire y ponlo en respirar, tranquilizarte y cambiar tus hábitos.

-      Resfríos, garganta: un pequeño tip que puede hacer la diferencia: cuando sientas que tu garganta comienza a irritarse, pasa la lengua por el paladar.  Si notas pequeños “granitos”, masajéalos fuerte con la lengua continuamente hasta que desaparezcan.  Normalmente, esto es suficiente para detener un resfrío o un problema de garganta.

-      Gastritis, acidez, digestión: vientre hinchado, dolores, acedía son los síntomas más comunes.
Limón: exprime un limón, mézclalo con agua tibia en un vaso y tómalo en ayunas.  Si tienes problemas de hígado, ingiere antes una cucharada de aceite de oliva extra virgen y enseguida el limón (con una pajita, porque el ácido del limón puede afectar el esmalte dental; luego enjuaga bien la boca).  Algunos, lo mezclan también con bicarbonato de sodio.  No estoy de acuerdo con esto, porque el bicarbonato tomado por mucho tiempo tiene bastantes contra-indicaciones (sobre todo si tienes presión alta, problemas en los riñones o el corazón, etc.).  En todo caso, intercala el limón y el bicarbonato o toma solamente limón.
Mastica bien: sea producto de los tiempos que corren (literalmente) o de la ansiedad o de lo que sea, casi nadie mastica apropiadamente los alimentos, por lo que los tragamos casi enteros, provocando muchos inconvenientes.  Asegúrate de tomar pequeñas porciones, destrozar bien el bolo y recién después tragarlo.  Esto hace que el estómago no tenga tanto trabajo y que comas menos (activando el reflejo de llenado).  No tomes bebidas carbonatadas ni con pajitas ni hables mientras comes, porque te llenas de aire. 
Agua: estar horas sin comer o tomar agua empeora la acidez.  Aliméntate en pocas cantidades, cada cierto tiempo (el que sea más conveniente para ti).  Toma dos o tres litros de agua por día (no tiene porqué ser mineral si tienes agua potable, además de que contaminas con plásticos el planeta); si puedes conseguir Agua Diamantina, mejor.
Helicobacter Pylori: esta bacteria es responsable de muchas gastritis (junto con los antiinflamatorios y otros remedios… más los problemas psicológicos).  Hazte la prueba y trátalo si lo adquiriste. 
Maniobras: inhala, aprieta la boca del estómago mientras exhalas (o aprieta bajando desde el final de esternón por unos diez centímetros), repite unas cuantas veces.  Hazte masajes circulares por toda la panza, comenzando por el lado derecho y terminando en el izquierdo (en el sentido de las agujas del reloj) con lentitud y comprimiendo donde más hinchazón o dolor sientas, con cuidado.
Advertencia: comemos como un trámite más, mirando televisión, enfrente de la computadora, sin prestarle atención, sin embargo esto tiene profundas consecuencias.  Lo ideal sería agradecer la comida, permanecer tranquilos, darle tiempo, masticar, pedir que ese alimento nos nutra, manteniéndonos sanos y con energía, estar presentes (como si fuera una meditación).  Sé que la mayoría no puede hacer esto, pero haz algún pequeño cambie que redunde en tu beneficio.




-      Hinchazón, dolores: hay muchas enfermedades que provocan estos síntomas. 
Alimentos antiinflamatorios: cúrcuma (para aprovechar la curcumina, debe cocinarse en un medio graso, con un mínimo de pimienta negra), jengibre (rallado o en polvo, da un delicioso sabor a cualquier cosa), ajo, brócoli, repollo, coles de Bruselas, cebolla, vitamina C (el limón en ayunas es bueno, tanto como en ensaladas), verduras y frutas (papaya, cerezas agrias, frutos rojos), pescados grasos, semillas y frutos secos, aceite de oliva extra virgen, etc., en general todo lo que es antioxidante.
Alimentos fermentados: nuestra sociedad “moderna” ha desterrado los alimentos fermentados, los cuales son indispensables para nuestra salud.  Debemos volver a comerlos, en forma de chucrut, pickles, kimchi, miso, tempeh, yogur, kéfir, kombucha, y, ¿por qué no?, cerveza artesanal o premium.  Debes asegurarte que estos alimentos hayan tenido una fermentación natural y no artificial, porque hay bastante mentira en muchos productos que están industrializados y así no aprovechas los beneficios.  Personalmente, me caen mal los yogures y el kéfir de leche, por lo que diariamente hago kéfir de agua y lo tomo también con las comidas, lo que ha contribuido a una buena digestión.
Recomendaciones: la homeopatía, la acupuntura, la gimnasia suave (estiramientos, t´ai chi, yoga sin exigencias y con seguimiento personalizado, etc.), las caminatas, la osteopatía, el buen humor, la alegría, los amigos, las actividades creativas, la naturaleza, etc.
Productos para los dolores: el aceite de árnica, Artrosil (tiene unos cuantos ingredientes naturales y viene en roll on, lo cual facilita el masaje), los parches y aceites chinos, la tintura de harpagophitum (20 gotas en una vaso de agua, dos o tres veces por día, durante dos meses, descansar un mes y volver),  las almohadillas eléctricas, etc.

-      Problemas de la piel: una de las expresiones más normales y típicas.  Tuve durante un tiempo unas manchas rojas por distintos lugares, lo cual ocasionó tantos diagnósticos como profesionales visité (una biopsia informó algo sobre una deficiencia en el colágeno).  Finalmente, me harté, me despreocupé y se fueron solas (una estrategia que suelo practicar y que me funciona bastante bien).  Creo que tienen que ver con las fuertes manifestaciones de la Energía y que no requiere medicación.  El remedio natural y universal para la piel es el aloe (sabila)… y la paciencia y aceptación. 
Hay dos teorías acerca de la piel: una que dice que el excesivo lavado e higiene de nuestros tiempos es contraproducente y otra que exige toda clase de productos (jabones, champúes, antitranspirantes, cremas, perfumes, antibacteriales, etc., etc., etc.) como indispensables.  La enorme cantidad de químicos de los artículos industriales es atemorizante (lee las etiquetas), pero siempre me inclino por el equilibrio (no soporto los fundamentalismos), así que estudia, obsérvate y haz lo que más te convenga.

-      Ataques de pánico: nunca los he tenido (sí de ansiedad, que he superado con respiración consciente), pero una forma sencilla de controlarlos es respirando dentro de una bolsa de papel hasta que se pase.  En su forma física, un ataque de pánico se produce por una hiperventilación, por lo que inhalar anhídrido carbónico nivela el oxígeno y se resuelve rápidamente (el aspecto psicológico requiere otro trabajo).  Más información aquí.

-      ESCUCHA Y HABLA CON TU CUERPO: finalmente, lo más importante.  Como lo he expresado muchas veces, tu organismo no es una máquina ni un envase descartable sin importancia.  Estás en una dimensión material y tu cuerpo es el enlace entre lo espiritual y lo físico.  Además de los avatares normales, desde hace un tiempo está sobrecargado por masivas entradas de Energía que está cambiando la Vida como la conocemos.  Necesita mucho más descanso, cuidado y agua que antes.  Por otro lado, está más abierto a la comunicación y sanación. 
Habla con él: busca momentos de silencio; escucha qué necesita y las razones por las que está somatizando (investiga en libros como “Usted puede sanar su vida” de Louise Hay o “La enfermedad como símbolo”, de Ruediger Dahlke); llega a un acuerdo de no agresión mutua y de objetivos comunes (dile lo que deseas y lo que vas a hacer para ayudar); libera ideas enquistadas acerca de lo que significa estar enfermo o envejecer, típicas de la sociedad o de tu grupo social. 
Afirma la salud y el bienestar: algunos síntomas y enfermedades (sobre todo, las que vienen y van) son el resultado del proceso de espiritualización de la materia que estamos realizando (igual, consulta y asesórate).  Esto significa que debemos cambiar nuestros conceptos acerca de lo corporal, entre otras cosas.  Con el tiempo, el cuidado y la atención, podremos estar más sanos, más jóvenes, más tiempo, más conscientes.  Esta es la clave: activa tu consciencia y tu vida cambiará.

Los términos y productos son de Argentina, averigua los de tu país.  Esto es el resultado de años de investigación y experimentación: haz tu propia exploración, googlea, practica, encuentra tus métodos.  Lo que le dediques a tu salud cuerpo-mente redundará en bienestar y plenitud.  No te quedes en la comodidad de leer, preguntar lo que tú puedes averiguar por ti mismo y/o archivar.  Dedícate tiempo y sé amable contigo.  Si has encontrado otras soluciones, comparte. 

Espero que estas sugerencias te sirvan.  Aquí estoy para ayudarte a transitar estos maravillosos y desafiantes tiempos.

martes, 18 de octubre de 2016

Comunicación áurica: no eres una isla

¿No te pasó que, estando de buen humor, comenzaste a hablar con un conocido y terminaste enojado?  No discutieron y hablaron de tonterías, pero tu ánimo cambió.  ¿O que entraste a un lugar y te sentiste mal, algo no te gustó, a pesar de que no pasó nada?  ¿O que te pusiste a conversar con una persona que no conocías en el tren y te abriste como nunca, le contaste cosas íntimas, y recibiste el consejo justo?

En una sociedad materialista como la que vivimos, creemos que somos solo un cuerpo, que estamos dentro de una burbuja, en la que nada entra ni sale, que somos islas en medio de un archipiélago fijo y frío.  Nada más alejado de la realidad…

Aunque leamos mucho sobre espiritualidad, seamos religiosos o tengamos la teoría más elaborada, la verdad es que no llegamos a darnos cuenta de las enormes implicancias de ser seres espirituales transitando una experiencia humana.  Nuestra aura (los cuerpos energéticos que están activos en esta dimensión) es la responsable de todas nuestras relaciones y nos conecta de formas inconscientes a Todo Lo Que Es.

Creemos que, cuando nos vinculamos con algo o alguien, solo lo hacemos a través del cuerpo físico (la mirada, la voz, el tacto, la actitud, la ropa) pero nuestro campo electromagnético es el que atrae o rechaza, envía mensajes, dicta el tono del contacto.  ¿Cuántas veces quisiste alejarte de alguien que recién conociste o acercarte hipnóticamente a un lugar que sentías que te llamaba? 

La velocidad, la emocionalidad, la intelectualidad, la sexualidad, la salud, la guía, la autoestima, muchas cosas (como los lazos kármicos, por ejemplo) son intercambiadas en cada trato.  Un individuo pausado y lento baja la ansiedad de alguien rápido; una persona en un estado violento altera a muchos a su alrededor; un bebé sonriendo calma a cualquiera que se le acerque, despertando lo mejor de sí mismo; alguien pesimista y abatido crea una nube negra en su entorno.  ¿Sabes que puedes “captar” las ideas o emociones de los que están cerca de tu aura (en el banco, en una reunión), sin  siquiera comunicarte?


Y ni siquiera es necesario estar físicamente cerca para percibirlo.  En este tiempo de virtualidad, una pantalla es el medio para establecer relaciones antes inverosímiles, no porque no fueran posibles (la comunicación aúrica está siempre disponible) sino porque pudimos manifestarlas.  ¿Acaso no sentiste alguna vez que alguien a miles de kilómetros te necesitaba o le había pasado algo antes de que te avisara?  ¿La energía con que alguien habla o escribe, a través de Internet, no te revela cómo está, qué le sucede?

Voy a evitar entrar al ancho mundo de las comunicaciones interdimensionales porque eso ya es insondable e inabarcable.  Desde los “bichos” del bajo astral de cuarta dimensión hasta los Seres de Luz, existe una vastedad de formas, lugares y posibilidades que no entran en nuestra imaginación más desbordada y las circunscribimos a la ciencia ficción para entretenernos… o cegarnos ante lo ineludible

No queremos pensar en eso, estamos demasiado ocupados en las exigencias que el Ego ha establecido como importantes: todo lo material.  No deseamos considerar que somos responsables del estado del planeta (y más allá), que cualquier cosa que pensamos, sentimos, hablamos, hacemos, entra al campo de energía de la Humanidad y provoca consecuencias.  Mejor seguir creyendo que somos islas.  Pero resulta que somos los primeros perjudicados por esa falsedad: al no tomarlo en cuenta, no nos cuidamos de las auras de personas y sitios que nos dañan; convocamos aquello que más tememos; atraemos situaciones a las que nos abrimos sin saberlo; nos enfermamos en lugares nocivos para nosotros; nos enganchamos en velocidades, emociones, ideas, que no son armónicas para nuestro diseño; no escuchamos al cuerpo, los instintos, la intuición, los gustos, la guía interior; nos sentimos solos y perdidos en un universo desolado.

Todos somos Uno.  Imagina que eres una gota en el océano; sigues siendo individual y único pero parte indivisible de esa poderosa corriente.  Aprecia tu singularidad y disfruta el todo, siendo consciente de que continuamente estás conectándote con la Vida.  Haz silencio y escucha el sonido de la Luz.

jueves, 13 de octubre de 2016

¿Por qué desprecias tus cualidades y anhelas lo que eres ni tienes?

Cuando era joven, en una sesión con la psicóloga, mientras me estaba quejando de mis pocas ventajas y de mis muchos defectos, ella me interrumpe y me dice que yo no estaba viendo la realidad porque poseía cantidad de cosas buenas.  “Dime una”, la reté.  “No caes bajo presión; por el contrario, en los peores momentos sacas la solución perfecta”.  “¡Ah, eso es una tontería!”, le retruqué.  “En lo más mínimo.  Para muchas personas es imposible, siendo vitalmente necesario a veces.  Lo que sucede es que tú no valoras lo que te es fácil o te ha costado poco asimilar (lo cual pasa seguido porque eres muy rápida para aprender, otra virtud que tienes).  Te disminuyes al no apreciar tus cualidades y solo te concentras en lo que no tienes o no puedes (por ahora).” 

A mi turno, siendo terapeuta y coach, se repite la situación con mis consultantes: cuando luego de las largas recriminaciones acerca de sus fallas, les pido que digan algo agradable de ellos, se quedan en silencio, un largo e incómodo silencio, roto por algún: “soy bueno” (un paraguas socialmente aceptado que parece contener alguna clase de beneficio).

En su opuesto, un paciente de unos 65 años, que tenía una terrible opinión de sí mismo, se soltó un día con esta declaración lapidaria: “uno no debe trabajar ni vivir con lo que le es fácil; se tiene que forzar a aprender lo que no le gusta ni le resulta natural porque eso tiene mérito; lo otro no sirve”.  Sorprendida, le cuestiono: “con tu criterio, Diego Maradona no se tendría que haber dedicado al fútbol porque era excelente en eso; debería haber sido… neurocirujano; con lo cual, nos hubiéramos perdido de un genial jugador y quizás hubiéramos tenido un mal cirujano más”.  Ahí comprendí la razón de que se criticara y exigiera sin parar.


 No importa cuál sea la generación, parece que estamos criados en repudiarnos y pretender continuamente lo que no somos ni tenemos, corriendo tras un esquivo Santa Grial, para terminar bebiendo de la frustración y el maltrato.  Nos resulta normal luchar contra nosotros mismos, persiguiendo una idealización absurda que compramos de la familia, la sociedad y/o una idea que pergeñamos en la adolescencia, cuando estábamos conociéndonos y definiéndonos, y que supusimos que nos traería reconocimiento y amor.

Esta “definición” de nuestra identidad fue generalmente un recorte amorfo y apurado, producto del cierre abrupto de las dudas y ansiedades que implica el crecimiento.  La adolescencia y la juventud son los períodos más estresantes de la vida y la mayoría opta por tomar algunos aspectos, esconder y negar los más negativos o desafiantes y conformarse con una pobre imagen amputada a la que denomina Yo, clausurando así la verdadera riqueza y profundidad que representan el autoconocimiento, la evolución y la plenitud.

Cuando comencé a estudiar Diseño Humano, me resultó revelador cómo funciona este mecanismo: los Centros Definidos en nuestro diseño son fijos y por lo tanto confiables, están siempre disponibles, activos y funcionando: son lo que verdaderamente somos.  Sin embargo, nos identificamos con los Centros Sin Definir, que están abiertos al condicionamiento de los demás y son nuestros aprendizajes.  Ellos constituyen el No-Ser, lo cual solo nos pueden traer dolor.  Una verdadera paradoja, colmada de ironía y sufrimiento.

Un ejemplo: supongamos que una persona tiene los Centros Ajna y Cabeza Sin Definir, por lo que tiene una enorme presión por saber, comprender y hallar sentido.  Se dedica incansablemente a estudiar, leer, ir a talleres, llenarse de información, hasta constituirse casi en un intelectual, lo que considera su gran realización y orgullo.  Lo que no sabe es que está condicionado constantemente por los pensamientos de los que están en su cercanía y por la idea de que encontrará las grandes respuestas en la mente (la cual no está preparada para ello).  ¿Y cuál es la paradoja?  Que probablemente tenga el Centro del Plexo Solar Definido y su vida (y su Autoridad Interna) dependan de sus emociones.  Así, desprecia lo que es fundamental para concentrarse en lo que no puede darle confianza, fluidez ni soluciones.

¿Cómo podemos ser felices si no nos conocemos, si no nos aceptamos, si no nos apreciamos y amamos?  Este es el estado de las cosas: lucha, vacío, desdicha, consumismo.  En la sencillez de ser uno mismo está la clave, porque así cada uno deja de pelear/se y vive en paz, aportando sus cualidades al Todo y disfrutando la riqueza compartida.  Nos falta mucho para ello, pero… ¿no es hora de comenzar?  Comienza por ti mismo, aquí y ahora.

jueves, 6 de octubre de 2016

Cierres y renovaciones al máximo: sé amable contigo

La semana pasada, publiqué en mi Facebook algunas entradas acerca de cómo estamos transitando este año y muchos se hicieron eco del estado (calamitoso) en que se encuentran (pongámosle un poco de humor).

En numerología, el 2016 es un año 9, lo que implica el fin de un ciclo con sus consiguientes cierres, pérdidas, despedidas, balances y el establecimiento de nuevas metas.  Muy probablemente, te hayas replanteado bastante cosas en estos meses, sea porque el panorama cambió, sea porque ya no vibrabas con lo que había, sea porque algo comenzó a aparecer en tu consciencia, todavía no muy definido pero ciertamente fuerte.

Ha sido movilizador porque no se trató de asuntos banales sino de un mar de fondo que se levantó y subió a la superficie incontrolablemente.  Y esto último es lo que más sacudió: el control.  El Ego pretende fiscalizar todo por miedo, inseguridad y desconfianza, por lo que busca establecer bases estables y cómodas para operar siempre del mismo modo (básicamente es una máquina repetitiva).  Como la vida es cambio y evolución, en algún momento esas plataformas ya no sostienen tanto movimiento y se resquebrajan.

Cuando lo nuevo es tan radical y original, no hay más remedio que confrontarlo a pesar de todas las resistencias que opongamos.  No involucra modificaciones cosméticas: tu estructura más esencial está mutando, conmovida por masivas efusiones de Energía.  Tus cuerpos físico y emocional están siendo reformados hacia nuevas instancias de integración dimensionales.  Tu mente está tratando de aceptar y adaptarse a conceptos que, quizás conocía teóricamente, pero que no habían sido in-corporados. 

¿Cómo se manifiesta esto?  Con cansancio, síntomas (tensión, alergias, mareos, dolores), enfermedades, “accidentes”, sensibilidad extrema y/o insensibilidad, hartazgo, irritabilidad, necesidad de soledad y escucha interior, cambios en la alimentación y en el trato corporal, desgano, mal dormir y sueños extraños, apertura a otras capacidades, replanteos existenciales, pérdida de interés en objetivos y relaciones largamente sostenidos, surgimiento de otros deseos, etc.  Un paquete variado y desafiante…



¿Cómo transitarlo?  Con amabilidad.  Sí, es difícil.  Nuestra sociedad (regida por el Ego) quiere todo YA, sin proceso, sin espera, sin sustento.  Lamento informarte que esto es un asunto del Ser, a quien poco le importa lo que deseas pero sí lo que necesitas.  Te maltratas, te exiges, te fuerzas, te agotas y nada pasa.  No es ese el modo: aprende a aceptar, a tener paciencia, a perseverar, a conectarte con el cuerpo y la Tierra, a incluir todos tus aspectos, a ver las relaciones con Todo Lo Que Es, a confiar en ti mismo y en la Vida.

¿Te diste cuenta de que esas son cualidades de lo Femenino?  Eso también es parte del proceso, ya que necesitamos equilibrar la preeminencia de lo Masculino durante siglos.  Los atributos de la energía femenina han sido denigrados y socavados por tanto tiempo que nos cuesta siquiera considerarlos como buenos propósitos (incluso a las mujeres, que nos hemos masculinizado bastante).  ¿Para qué colaborar si podemos competir, para qué integrar si podemos combatir, para qué esperar si podemos arrebatar, para qué ser cordial si podemos forzar?


Tanto hombres como mujeres debemos replantearnos la fuerza del Amor.  En el fondo, creemos que es débil, tonto, que no soporta el embate de lo malo y dañino.  El Amor es poderoso e inteligente, disuelve sin necesidad de luchar, empodera sin acorazar e insensibilizar, es vulnerable sin debilitar, moviliza sin agotar, crea sin destrozar.  Por eso, sé amable contigo.  Este proceso no es de unos meses, es para siempre, porque está moviendo las bases mismas de la vida en la Tierra.  Sé parte de la espiritualización de la materia poniendo consciencia, entusiasmo, amor en tus interacciones contigo mismo, con los demás, con tus asuntos, con el planeta, con la Vida.  No hay nada que lo valga más.  Eres una chispa de Dios, latiendo en un corazón humano.

martes, 27 de septiembre de 2016

La mala costumbre de pensar... demasiado...

¡Qué vendaval!  ¡Y qué olas!  La Energía está arrasando con lo que ya no sirve y todos estamos golpeados, frustrados, perdidos, tratando de aferrarnos a cualquier cosa que parezca segura… inútilmente…  El cuerpo está somatizando: contracturas, mareos, alergias, tensiones, accidentes, enfermedades, cada uno tiene su punto débil, y molesta, duele, enoja.  La mente está trabajando sin descanso buscando explicaciones, justificaciones, planes B, adaptaciones, y resulta insuficiente e ineficiente.

En medio de oleadas cada vez más fuertes, queremos volver a usar las estrategias que nos sirvieron en el pasado pero ahora no funcionan, porque en realidad fueron manotazos de ahogado que cumplieron pobremente su propósito en su momento.  Puede que el paisaje sea el mismo o que se haya transformado drásticamente en los últimos tiempos, con distintas pérdidas y cambios, pero lo que todavía subsiste es la desilusión, la duda, la victimización.

¿Qué hicimos mal?  ¿Por qué no tenemos el resultado que previmos?  O habiéndolo obtenido, ¿por qué no nos sentimos lo felices que creíamos?  ¿Esforzarnos más todavía lo conseguirá?  ¿O mejor nos dedicamos a tapar todo consumiendo, viajando, divirtiéndonos?  ¿No será que ya no hay salida, que la inseguridad, la guerra, la pobreza nos arrasará?

Empujado por pensamientos y hechos movilizadores, el Ego recurre a la mente para encontrar estabilidad y calma y encuentra exactamente lo contrario: un torbellino de ideas interminables e inacabadas que se contraponen y generan más miedo.  ¿Y si la respuesta no estuviera allí?  ¿Y si finalmente entendiéramos que jamás estuvo allí y que no se trata de pensar más sino menos?  ¿Y si la mente aprendiera a dejarse llevar?


 
Esa es la solución final, pero el mero hecho de considerarlo ya es extraño, por lo que llevarlo a lo cotidiano parece en el orden de lo imposible.  ¿Es tan difícil?  En principio, rotularlo así lo hace más arduo por lo que sería mejor tomarlo como un juego, como una oportunidad de facilitarte la vida en medio de tantas complicaciones.  Imagina que siempre fuiste a buscar algo cada vez que se te ocurría, preocupado porque no hubiera, temeroso de que te pasara algo en el camino, aprensivo de que lo merecieras, inseguro de que pudieras pagar el nuevo precio y de a poco aprendieras a confiar en que eso vendrá a ti cuándo y cómo lo necesites…  ¡qué cambio!

¿Y cómo se logra semejante portento?  Viviendo en el aquí y ahora, dándote cuenta de que lo que sucede es lo apropiado, que fundiéndote con la experiencia encontrarás las respuestas que la mente no puede darte, porque se adelanta, memoriza, empuja, dramatiza, rumia, atemoriza.  En ese constante luchar contra la realidad, con lo que es, te agotas y te pierdes.  Si atraes lo que eres, según tu energía, ¿qué otra cosa habría sino lo que hay?  Negarlo y batallar no lo cambia.  Si no te gusta, pregúntate qué podrías transformar internamente para atraer otra cosa, pero…  no te olvides de los condicionamientos familiares, sociales y religiosos. 


Quizás, lo que te parece tan malo o tan poco o tanto (de lo que sea) no son más que idealizaciones que compraste de los demás o que te exigiste para sobrecompensar lo que creías que te faltaba.  Nada te falta.  Eres y tienes todo lo que necesitas para ser feliz.  Dale vacaciones a tu mente, comprende que solo sirve para reflexionar, darte cuenta, comunicarte, saber (no lo verdaderamente importante).  Respira, exhala la confusión, inhala todas las partes que has proyectado afuera, que consideras negativas o insuficientes, dales espacio dentro de ti.  Eres completo e íntegro.  Siente tu cuerpo, es tu amigo y tu guía.  Ábrete al instinto, a la intuición, a las emociones, a los sonidos internos, a la conexión.  Percibe tu entorno como amable, como proveedor de las vivencias que necesitas para aprender, para evolucionar, para experimentar el milagro de que cuerpo y alma se fundan.  En esto estamos…  ¡Es tan maravilloso!  ¡Es único!  Vale el vendaval y las olas.  Este instante lo contiene.

jueves, 22 de septiembre de 2016

La insoportable presión por la carrera de vivir

Un niño nace y, a los pocos meses, está en una guardería, luego en un jardín de infantes, una primaria, una secundaria, una universidad, un trabajo: una vida entera de horarios y exigencias.  Creemos que hemos escapado de la esclavitud pero parece que ha tomado nuevos ropajes…

¿Lo vemos en detalle?  Desde que llegan, los niños están “estimulados” para aprender cada vez más rápido y adaptarse a su entorno éxitosamente, con juegos, prácticas, aparatos (que actúan como chupetes electrónicos), etc.  A medida que avanzan en su educación (que debe ser en los mejores colegios, para tener mejores oportunidades en el futuro), hacen actividades adicionales porque, como son como esponjas, tienen que absorber todo lo posible.  Está de más decir que las ofertas de publicidad para consumo de la sociedad capitalista comienza en el nacimiento y termina en la muerte: es omnipresente.

La pubertad y la adolescencia, períodos difíciles si los hay, están perturbados no solo por la normal crisis del crecimiento sino también por conductas de falsa adultez como el sexo temprano, el alcohol, las drogas, los comportamientos riesgosos, la falta de límite y el amiguismo de los padres y otros etcéteras que los complican más.

En los trabajos, a medida que pasa el tiempo, se van duplicando las exigencias de estudios, labores, horas, obligaciones extras, rendimiento, hasta el punto que ciertos puestos parecen fusibles, en los que se quema al empleado para luego reemplazarlo por uno nuevo.

La mujer, “ganadora” de nuevos espacios, no solo debe ser perfecta esposa, amante y madre, también debe ser perfecta trabajadora y perfecta mujer (hermosa, delgada, con estilo, con intereses propios, cuidadora de padres ancianos, pilar de la comunidad).  ¿Algo más?

No se salvan los adultos mayores porque ahora tienen que ser jóvenes hasta la muerte, nadie quiere parecer de su edad y la famosa sabiduría, armonía y calma de la vejez (¡palabra horrorosa!) es un asunto del pasado justamente.



Obviamente, en estos años hemos avanzado en muchísimas cosas y no las descarto ni las minimizo.  Solo quiero ayudarte a reflexionar sobre esta vorágine de “deber ser, hacer, tener y parecer” que se intensifica en cada generación con una presión insoportable y abusiva.  Parafraseando a “Sexto sentido”: veo gente muerta corriendo de un lado a otro, con la sonrisa pintada en la cara, el cuerpo agotado y el corazón vacío. 

Es difícil evaluar los condicionamientos de la sociedad porque estamos inmersos en ellos y forman tan parte de nuestras vidas que los consideramos normales, pero en algún momento es necesario detenernos y apreciar: ¿en qué estamos involucrados?, ¿es verdaderamente lo que deseamos?, ¿tenemos tiempo para nosotros?, ¿vale la pena tanta lucha para lo que estamos obteniendo?; si la excusa son los hijos, ¿ese es el mundo que queremos para ellos?, ¿son felices?, ¿valorarán tanto esfuerzo o querrán otro trayecto finalmente?

¿Adónde nos conduce tanto movimiento?  Con los ojos en la meta, nos perdemos del camino y, cuando llegamos (si llegamos, porque el objetivo siempre se corre), puede que nos demos cuenta de que nos perdimos también a nosotros mismos.  Esta es una carrera del Ego y de los viejos tiempos que se niegan a dejar el control.  En medio de un despertar de la espiritualidad en una nueva Energía, la ilusión de materialidad se hace más poderosa y quiere su tributo. 


Quizás, estés pasando por un período de limpieza en todo sentido, de replanteos profundos, de crisis existencial, en que anhelas una conexión real y verdadera, en que necesitas escucharte, en que la interioridad te reclama.  Hazte caso.  Tu Ser te está llamando, visionando un nuevo mundo.  Es tan absolutamente personal, original, auténtico que nada del afuera puede reemplazarlo.  Baja la velocidad, entrena la conciencia, no te exijas, aprecia el panorama total de tu vida.  Eres lo que estás buscando.

viernes, 16 de septiembre de 2016

La inagotable susceptibilidad del Ego

Cuando era joven, una mirada o un tono desaprobatorio me podían arruinar el día.  Si un grupo se reía a mi espalda, creía que era por mí.  Cuando no me invitaban a algún lado, era porque yo era mala o no me lo merecía.  Tenía que ser perfecta para que me quisieran.  Está de más decir que la mayoría de todo esto estaba en mi imaginación, mejor dicho en la imaginación de mi Ego.

La susceptibilidad del Ego es infinita porque, por definición, es incompleto, imperfecto, en construcción y, por lo tanto, inseguro, desconfiado, en búsqueda de aprobación y reconocimiento.  Por eso, cualquier agravio, cierto o fantaseado, es considerado un ataque y respondido con una defensa y/o una huida.  Requiere una gran dosis de consciencia y valor comprender esto.

Generalmente, nos identificamos con el Ego y lo protegemos a capa y espada, sin darnos cuenta de que estamos defendiendo lo que más daño nos hace.  Creemos que los demás nos quieren perjudicar (son solo espejos) pero, en realidad, somos nosotros mismos los que nos lastimamos una y otra vez, prisioneros de pautas infantiles.

Una paciente me contaba que una compañera de trabajo, en una pausa de café en grupo, había hecho un comentario insultante (según ella) de una de sus actitudes habituales (es malhumorada) y había querido responderle con saña (como había hecho antes) pero, esta vez, había decidido callarse e irse.  Todavía estaba un poco enojada  y no entendía muy bien la razón por la que se había retirado.  Le pregunté: “¿Por qué supones que todos te atacan, que la gente está en tu contra?”.  Se quedó pensando y me dijo: “No sé si esto es cierto, es lo que yo creo (de creer y de crear, agrego yo).  En el fondo, soy insegura, creo que no sirvo, que no puedo un montón de cosas, así que, cuando me hacen notar algo negativo de mí, ataco.  Y después le sigo dando vueltas al asunto en mi cabeza, recriminándome porque se dieron cuenta de mi debilidad.  Es un círculo vicioso.”

“¿Y por qué no respondiste esta vez?”.  “Me estoy dando cuenta de que vivo defendiendo lo peor de mí, gastando energía en sostener una imagen que en verdad no me gusta, que así no crezco.  Ahora que digo esto, me viene un recuerdo de la escuela en el que hacía lo mismo.  Me la paso tratando de ocultar lo “malo” y así lo hago más grande, no termina nunca.  El otro día, cuando me fui sin contestar, después me sentí mejor conmigo, como que me había fortalecido.  Lucho para no mostrarme vulnerable y, sin embargo, eso justamente es lo mejor de mí.  ¡Ah, el Ego!  Si se pudiera destruir…”.  “Error, le contesté, el Ego se sana, no se elimina”.



El Ego es un instrumento, es una fase que nos permite la conexión con el Ser, teniendo un nombre, una personalidad, ciertos roles, determinados aprendizajes.  Cada vez que afrontamos las “debilidades”, que encontramos sus enseñanzas y las ayudamos a crecer, potenciamos ese magnífico diseño original que traemos.  Una de las cosas interesantes de Diseño Humano es que afirma que el Ego es un Centro que motoriza la fuerza de voluntad, la autoestima, el valor, la supervivencia… y que solamente un 30% de la humanidad lo tiene Definido.  Esto quiere decir que el otro 70% está sujeto a toda clase de condicionamientos al respecto y que está aprendiendo sobre estos temas.  Viendo cómo estamos, es bastante cierto…


En una sociedad manejada por Egos enfermos, infantiles, inseguros, que aspiran a Tener para Ser, que venden Perfección para Parecer y Materialismo para Pertenecer, nos quedamos en la superficie, nos debilitamos al esconder en lugar de aceptar para evolucionar.  Todos traemos un maravilloso potencial de recursos y aprendizajes, del que generalmente somos inconscientes.  Conocernos y actuar de acuerdo a esa matriz, lo hace más sencillo y pleno.  Nadie es perfecto, nadie tiene todo solucionado, nadie lo sabe todo ni lo puede todo y, sin embargo, en esa imperfecta incompletitud, somos todo, somos una Unidad.  Las paradojas de la Verdad…

martes, 6 de septiembre de 2016

Aceptar la decepción y la tristeza... Aceptarnos...

En medio de tantas potentes efusiones de energía, muchos sueños han caído y muchas ilusiones se han desvanecido.  El panorama que podríamos haber previsto hace años no es el que se presenta.  Planificamos, creímos, visualizamos, trabajamos, hicimos todo para que se concrete pero no sucedió… y duele intensamente…

Una relación de amigos, un matrimonio, un puesto ansiado, un emprendimiento, una muerte repentina, una promesa, un viaje soñado, un proyecto largamente elaborado, una situación de vida imaginada, un estado idealizado, el fin de una etapa, cualquier cosa pequeña o enorme en la que hemos puesto lo mejor y lo peor de nosotros (todo nos constituye) se viene abajo.  Puede caer como un rayo o irse mostrando poco a poco, mientras forcejeamos por detenerlo sin resultado, pero la realidad es esta, esto es lo que hay.

En una sociedad que niega la muerte, cuesta hacer el duelo.  Tenemos que estar bien, seguir adelante, mostrarnos positivos, decir palabras sabias y puede que lo consigamos, que sepultemos la tristeza, la frustración, el desencanto, el dolor, en el fondo de la mente y el corazón por poco o mucho tiempo, pero en algún momento surgirá, imparable y formidable como un geiser, como un terremoto.

¿Cómo afrontarlo, cómo transitarlo?  Los demás, que se ven reflejados en la decepción y el sufrimiento, tratarán de levantarnos y hacer como si nada sucediera (o se alejarán porque no lo soportan).  Pero no hay nada de malo en ello.  ¿Por qué debemos estar bien todo el tiempo, por qué esta necesidad de sonreír constantemente, de mostrar una máscara de éxito y superación?   Hace mucho, un director de cine europeo contó que su productor norteamericano, cuando se saludaban y él le preguntaba cómo estaba, siempre le respondía: “¡¡súper bien, maravillosamente!!”, seguido de una sonora risa.  Este director, que había pasado por muchos avatares y que vivía en una zona que había sobrevivido a tantas cosas, se mostraba sorprendido e intrigado: “¿Es que jamás le pasa algo, que nada lo afecta?”.  Parece que hemos seguido la escuela norteamericana…

El fracaso puede ser un gran maestro.  Es más, puede bajarnos del Ego de un plumazo y acercarnos a la profundidad e integridad del Ser.  La melancolía y la tristeza pueden ser el caldo de cultivo de una creatividad desconocida para nosotros.  La decepción y la desilusión pueden volvernos humildes y compasivos y abrirnos nuevas puertas.  No se trata de vivir en el sufrimiento sino de aceptar que nos sucederá en algún momento y que podemos atravesarlo sin huir, sin llenarnos de pastillas, sin enmascararnos, sin desensibilizarnos, sin destruirnos.

La palabra es “aceptación”.  La confundimos con resignación, sometimiento, renunciación o conformismo pero verdaderamente se trata de dejar de luchar y pelearnos con nosotros mismos. 


 Como dijo Osho: “En el momento en que te aceptas como eres, te abres, te haces vulnerable, receptivo. En el momento en que te aceptas a ti mismo ya no hay necesidad de un futuro, porque no hay necesidad de mejorar nada. Entonces todo es bueno tal y como es. La vida empieza a adquirir un nuevo color, surge una música nueva con esa experiencia. Aceptarte a ti mismo equivale a empezar a aceptarlo todo. Si te rechazas, prácticamente rechazas el universo, la existencia. Si te aceptas, también aceptas la existencia y lo único que tienes que hacer es disfrutar. No queda ninguna queja, ningún resentimiento; te sientes agradecido. Entonces la vida es buena y también la muerte, la alegría es buena y también la tristeza, como lo es estar con la persona amada y estar a solas. Entonces, ocurra lo que ocurra es bueno, porque surge del todo. Pero llevamos siglos enteros condicionados para no aceptarnos a nosotros mismos. El hombre que despierta es el que se libra de la trampa de la sociedad, el que comprende que es un absurdo. No puedes mejorar. Y recuerda que no quiero decir que no se produzcan mejoras, sino que no puedes mejorarte a ti mismo. Cuando dejas de mejorarte a ti mismo, la vida te mejora. Al relajarte, al aceptarte, la vida empieza a acariciarte, a fluir dentro de ti. Acéptate como eres: eso es rezar. Acéptate como eres: eso es gratitud. Relájate en tu ser; así es como Dios quería que fueses. No te quería de ninguna otra manera, porque si no, te habría hecho otra persona. Te ha hecho tú y no otra persona. Intentar mejorarte equivale prácticamente a intentar mejorar a Dios, una estupidez que solo te llevará a enloquecer cada día más. No llegarás a ninguna parte y habrás perdido una gran oportunidad. Esto es lo que todo el mundo piensa en el fondo: «No tengo nada.» ¿Qué es lo que no tienes? Pero claro, nadie te ha dicho que tienes toda la belleza de todas las flores, porque el ser humano es la flor más grandiosa de la tierra, el ser más evolucionado. Pero sigues preguntando: «¿Qué tengo yo que ofrecer en el amor?». Debes de haber llevado una vida de autocensura, cargándote de culpa. En realidad, cuando alguien te ama, no te lo puedes creer.  «¿Cómo? ¿A mí? ¿Que alguien me quiere a mí?». Y surge la idea en tu mente: «Porque no me conoce, es por eso. Si llega a conocerme, si llega a ver cómo soy, no me querrá.» Por eso empiezan los amantes a ocultarse cosas. Se guardan muchas cosas para sí, no revelan sus secretos porque tienen miedo de que, en el momento en que abran su corazón, desaparecerá el amor, porque si no pueden amarse a sí mismos, ¿cómo concebir que los quiera otra persona? Acéptate, ámate, porque eres una creación de Dios. Llevas impresa la firma de Dios, y eres especial, único.”

martes, 30 de agosto de 2016

Acumular sin incorporar ni accionar

La semana pasada, leí dos artículos diametralmente opuestos que me hicieron reflexionar.  El primero fue acerca de hacer espacio, tirando todo lo que no se usa o ya cumplió su ciclo o no sirve, con la idea de que, haciendo vacío, vendrá lo nuevo.  El otro era de un hombre en sus cincuenta, que veía azorado como la gente tiraba o remplazaba las cosas constantemente, mientras él había sido criado en el guardar, reciclar, cuidar, en la durabilidad.

Por mi edad, comprendo y acuerdo con el último: cambio los aparatos cuando ya son inútiles o no concuerdan con la tecnología usual, guardo cosas “por si” las necesitaré en el futuro, me encariño con ropa que me resulta cómoda, me molesta el derroche y el desperdicio.  Por otro lado, tengo períodos en los que regalo la mitad de las cosas porque no las uso o quiero espacio.  Las dos tendencias viven en mí, como en la mayoría supongo.

Lo que me hizo pensar fue el tema de estar constantemente tirando para que vengan cosas nuevas porque me pareció más bien una expresión “espiritualizada” del consumismo que vivimos actualmente.  Desde el comienzo de la era industrial, en la que acabó lo artesanal, todo se ha vuelto prescindible y usable solo por un corto período, ya que es necesario continuar con la interminable cadena de producción.  En el primer mundo, en Estados Unidos y Europa, es común renovar cada año el guardarropa y comprar el último auto y aparato tecnológico disponible (sin contar con los acumuladores, que no se despegan de nada).

¿Es una actitud solamente en lo material?  Parece que no, ya que  las personas también nos hemos vuelto prescindibles y usables por un rato, desde los empleados que se “queman” en exigentes jornadas de programadas actividades implacables (ahora más mentales que físicas, pero igualmente estresantes para el cuerpo) hasta relaciones que se terminan pronto porque no “me da lo que necesito” ni se llega a profundizar para encontrar el oro detrás del brillo evanescente.



Esta es una sociedad profundamente egoica, Dios ha muerto hace tiempo y el Hacer reina, ya no le importa Ser a nadie.  Esto no es gratuito, por supuesto.  La depresión, la angustia, el pánico, la inseguridad, la falta de sentido, la desconexión (a pesar de estar “conectados” continuamente) son el resultado de ser un cliente, un usuario, un eslabón de la cadena, un número más.  Ansiamos ser alguien que cuenta, especiales, importantes y nos han vendido que eso se logra comprando determinados productos y/o siendo famosos por cinco minutos, no importa cómo (comenzando con los Likes y Retweets).  Me asusta verlo en muchos  jóvenes, que corren detrás de ilusiones, queriendo conseguirlo “todo” antes de los 30 (¿qué harán después?).

Aclaro que no creo que todo tiempo pasado fue mejor.  Vivo en el presente y aprecio lo que hemos logrado como humanos, no cambiaría esta época por nada.  Pocas veces ha habido tantas posibilidades, tanta conciencia, tanta transformación y me encanta.  Pero, ante tanto cambio acelerado y manipulado, es necesario parar un poco, reflexionar y elegir.  Así como compramos cosas por impulso o por publicidad, compramos ideas y no siempre nos sirven ni nos ayudan. 

Hay un mercado espiritual enorme y tenemos la misma conducta que con lo material: cuanto más tenemos, parece que más somos.  Para colmo, casi todo es mental o “espiritual” sin cuerpo, por lo que terminamos creando castillos en el aire sin sustentos reales.  Pasamos de un libro a un taller a un curso a un terapeuta a otro libro a otro taller…  La acumulación no siempre significa comprensión ni menos concreción: muchas veces es teoría que no pasa a la acción.  Y eso significa una carga más, porque sabemos mucho pero seguimos en lo de siempre, así que la frustración es mayor. 


No tengo una conclusión.  Es material en proceso.  Como la vida…  Como yo…  Me pareció interesante compartir algunos conceptos para plantearnos cómo estamos viviendo y qué podemos construir juntos, desde un espacio más libre, auténtico y enraizado en la integración de todo lo que somos.  Queremos “hacer” algo para dejar de sentir y ser perfectos como quiere el Ego.  Cuesta aceptarnos en la vulnerabilidad, en la ignorancia, en la duda, en lo inconcluso, en el misterio, en la inseguridad, en la oscuridad, pero eso es ser humanos divinos.   Confiar en ese Ser sagrado que también somos y que puede guiarnos por caminos sinuosos también cuesta, pero es la vía luminosa.