lunes, 30 de diciembre de 2013

¿Qué te propone tu ciclo para el 2014?

La Vida tiene ritmo.  Como las olas.  Como el día y la noche.  Como la respiración.  Hemos perdido el contacto con ese ritmo.  En sociedades industrializadas como la nuestra, tenemos luz todo el tiempo y ya no dependemos del sol para nuestras actividades.  El cuerpo tiene ritmos (circadianos) y tampoco los tenemos en cuenta.  Creemos que podemos pasar por encima de la Naturaleza… y así andamos…

En los comienzos de un nuevo año, pensaba en cómo estos ritmos también suceden en nuestras vidas y en cuánto nos serviría ser concientes de ellos.  Estamos acostumbrados a las líneas siempre ascendentes de los gráficos empresariales y queremos lo mismo para nosotros, sin darnos cuenta de que la vida tiene olas ascendentes y descendentes, sinuosas y enriquecedoras. 

Transcurren en el día, en el mes, en el año,  siempre.  Y no aludo a las montañas rusas emocionales, a esas caídas y subidas dependientes de nuestros estados de ánimos cambiantes, resultados de una falta de armonía interna.  Me refiero a los períodos fecundos del crecimiento: una semilla (que contiene el potencial de una vida preciosa), que crece, florece, da frutos y muere.  Tenemos muchas etapas de esas en nuestra existencia. 

Una forma de observar estas variaciones es lo que se conoce como “los ciclos de nueve años”.  Me pareció interesante acercarte esta teoría, de mano de Louise Hay. Para ver el archivo, entra a este enlace (también puedes investigar sobre Años Personales en Internet).  Haz una retrospectiva de cuándo comenzó tu actual ciclo y fíjate qué correspondería en el 2014.  Te podría ayudar grandemente fluir con el ritmo.




Te agradezco estar ahí.  Hemos atravesado (sincrónicamente muchas veces) los portales de un tiempo lleno de desafíos y dichas y revelaciones.  Estamos abriendo el camino a la Nueva Energía, incorporándola en la vida cotidiana, integrando cuerpo, mente y espíritu.  Me siento bendecida de acompañarnos en el camino.  Te deseo que crees una vida en que tu Esencia sea valorada y manifestada.  Eres único, original, magnífico.  Una chispa de Dios/Diosa.  Eres guiado y protegido amorosamente.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Un dependiente no puede amar

Conocerse a uno mismo y permanecer en ese objetivo es lo más importante de cara a cualquier relación. En ella presenciarás vívidamente la apertura y suavidad que te otorga tu propia valentía y sinceridad, o bien experimentarás el infierno que constituye no conocerse, atribuyendo tus placeres y dolores a tu compañero.
La dinámica inconsciente pero tan común de esperar cosas del otro y depender emocionalmente de alguien proviene del ego: tus ideas de auto-rechazo no reconocidas. La dependencia emocional está basada en la proyección, no causa verdadero placer a nadie y poco tiene que ver con el amor sino con el miedo. Las personas están despertando de su propio engaño de llamarle amor a los vínculos enfermizos que tejieron, donde sólo proyectaban su propio temor, dependencia y control.
Cada persona que nos rodea es en verdad un pensamiento en nuestra mente, por lo tanto, son espejos perfectos e inequívocos de nuestras creencias subconscientes, se comportan de acuerdo a nuestros patrones internos. La pareja que tienes a tu lado no está afuera de ti sino dentro tuyo, por tal motivo, la estás viendo tan nítidamente a tu lado, afectándote irremediablemente y reflejando tus convicciones internas día y noche. Esta comprensión extraña de unidad dentro de un mundo aparentemente separado por cuerpos, si madura dentro de ti, te llevará a cambiar radicalmente tu propósito en la vida, te volverá responsable (libre) de todo cuanto experimentas, detendrá la proyección y te sentirás feliz sin ningún esfuerzo. Porque habrás detectado el principal obstáculo de la experiencia de amor que buscas… tú mismo.
Una relación de pareja puede ser un trampolín hacia el descubrimiento del ser ilimitado que eres o bien puede ser el lugar donde te escondes de tu verdadera felicidad. Y eso depende de tu propósito y no de tu pareja, ya que siempre estás benditamente condenado a encontrar lo que buscas. Por esto tus parejas cambian, te representan siempre. Si alguien no siente placer y paz al estar junto a su pareja, entonces es seguro que realiza esfuerzos, no descansa y vislumbra manipulación de ambas partes. La persona que es emocionalmente dependiente aceptará el sacrificio para permanecer dentro de la relación (por miedo). En cambio, la persona que se conoce y está centrada en su propia fuerza, no querrá seguir al lado de esa persona y buscará otro compañero adecuado que represente su nuevo propósito.
Como las personas se están descubriendo a sí mismas a través de las relaciones, las mismas están en movimiento constante, por tal motivo las prontas separaciones son tan comunes como las uniones, se dan sencillamente cuando una o las dos personas reconocen ya no compartir más un mismo propósito por el cual viajar juntas. Los honestos se separan en paz.
A la mayoría de las personas les resulta muy difícil mirarse y no juzgarse, entonces tapan sus dolorosos y pesados juicios a través de la fricción superficial que produce una relación de pareja.
Luego se espantan cuando no encuentran el descanso que buscan en el otro y se escapan del dolor separándose. Debido a que no se conocen todavía, inconscientemente realizan descargas continuas de sus incomodidades, las cuales llaman su manera natural de ser. Pero no se puede pretender que dos personas que no se conocen a sí mismas sean felices juntas.


Si estás esperando que alguien te venga a salvar de tu catástrofe emocional. Si estás tratando de complementar tu carencia interna con lo que alguien más te vaya a aportar. Si estás tratando de que alguien más realice las acciones que tú no haces por ti, y no lo reconoces todavía, entonces no te extrañes de los resultados. Únicamente el ego te hace pensar que las relaciones amorosas tienen el propósito de tapar o distraerte del conocimiento de ti mismo y de tu trabajo interior: viajar por un mundo proyectado sin reconocer al guionista. Y claro está, en una relación de pareja dos individuos van a aportar tanto como cada uno sepa de uno mismo.
La persona que tienes a tu lado ahora es un ser espiritual que obviamente te enfrenta cada día a tus creencias profundas inconscientes o no reconocidas, justo cuando estabas por relajarte en la distracción de tu vida. De tal modo que cada relación que has tenido ha sido buena, cada relación te mostró qué elegías y dónde estabas. ¿Pero quién está dispuesto a reconocer sus elecciones subconscientes frente a los ojos de su pareja, quien es casi como su más anhelada posesión?
El adicto emocional o persona dependiente sacrifica constantemente su propósito natural de estar en paz consigo mismo y se condena constantemente a buscar paz a través de su pareja. Esa persona tiene que tomar conciencia, ver, aceptar y reconocer el rechazo que siente por sí misma, debido a una culpabilidad interna inconsciente, y entregar esa creencia ilusoria a la Luz. Cuando tú dependes emocionalmente de alguien, tu felicidad depende de lo que realice esa persona, así que te conviertes en un vigilante, y un vigilante no tiene tiempo para amar, inevitablemente controla.
Ser responsable no es algo común, lo que es común es proyectar afuera la causa de lo que te sucede, y así le das algún valor al mundo, lo haces real y sientes falsamente que pierdes. Ahora el control y el dominio es el fundamento de tu felicidad. Tu mundo se convierte en una defensa y tus parejas, los aliados de una mente confundida. Si el mundo te dice que eres un cuerpo necesitado, ¿cómo no serían tus pensamientos una defensa? Pero lo único que se pierden son las ilusiones, jamás algo real. Perdemos anhelos, expectativas, imágenes dentro de tu mente, pero jamás pierdes ninguna relación. Vas perdiendo tus propósitos ocultos, vislumbras que no funcionan. Estás aprendiendo forzadamente ahora, con tu mente un tanto cerrada debido a la presión de tus creencias sobre la vida. Sientes dificultad al aceptar las cosas tal como son porque cargabas planes de cómo deberían ser las cosas para ser feliz.
Pero nunca perdemos nada, excepto las ilusiones, y con el tiempo te vuelves más y más real. En una relación pareces perder o ganar identidad. ¿Cuánto nos duele abandonar una pareja en la que habíamos depositado tantas expectativas? Pero si te fijas bien, esas relaciones personifican tus creencias de ser incompleto, falto de amor y necesitado, y cuando se muestran como tal, explotan y derrumban tus débiles estructuras. No pienses “después de esto seguro algo bueno vendrá”, ¡eso fue lo bueno!, te trajo lo que necesitas aprender pero no lo quieres ver: aún no estás dispuesto a amar.
Continúas avanzando, no te asustes, no pierdes nada ni a nadie… únicamente tus ilusiones.
Rodrigo Joaquín del Pino

Más información:

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Y el Oscar es para...


Cuando estamos tratando de incorporar (palabra clave!) nuevas actitudes, muchas veces no sabemos cómo hacerlo y tendemos a tirarnos a la pileta (sin agua).  Así, ante el choque, nos desanimamos.

Imagina que eres un actor, que tienes un nuevo papel.  En principio, trata de encontrar de qué formas ese rol está en tu vida, quizás como algo muy débil, pero seguramente algo de él tienes.  Búscale posturas corporales, modos de comunicarse (¿cómo diría tal cosa, qué palabras usaría, con qué tono de voz?), momentos propicios, incluso ropas y peinados si te atreves.  Ensaya mucho solo.  Observa cómo lo hacen otras personas, no para copiarlas, sino para inspirarte (sé verdadero).   Luego, vienen las primeras representaciones.  No te juzgues severamente ni te eches para atrás si no sale muy bien (cosa que seguramente sucederá: estás probando).  Poco a poco, lo irás logrando. 


Recuerda: no estás creando algo de la nada.  Todo está en ti.  Encuéntralo.

lunes, 16 de diciembre de 2013

¿Cómo hacer más fácil el cambio?

En el Boletín anterior, escribí acerca de cómo acostumbramos a fijarnos en el punto negro en lugar de en la hoja en blanco, como una metáfora de la rutina de poner nuestra atención en los No, en las carencias, en las limitaciones, en las incapacidades y perdemos de vista lo que Sí somos, tenemos y podemos.

En otro punto en que hacemos esto es cuando deseamos hacer algún cambio y nos fijamos en la enormidad de lo que falta, en lo que no nos salió, en los errores, en las restricciones, etc.  Así, perdemos el impulso. 

Veamos algunos ítems: en principio, tenemos que hacer frente a un factor muy fuerte: la inercia que traemos.  Seamos pacientes y compasivos con las recaídas continuas que tendremos porque no se sale de un automatismo de años con sólo buenas intenciones.  Es necesario comprometernos verdaderamente con la transformación para pasar por el proceso de ir cambiando prácticas enquistadas desde la infancia.  La buena noticia es que se tarda mucho menos tiempo del que pensamos y que los resultados bien lo valen.

Otro tema es la actitud: nos exigimos, castigamos, humillamos, juzgamos todo el tiempo.  Eso no sirve.  Ejercitemos motivarnos efectivamente.  Cada vez que hagamos un pequeño progreso, felicitémonos, sumemos adelantos, alegrémonos por cada momento de avance (solía aplaudirme como una nena, saltando divertida, cada vez que me salía algo bien).  Así, iremos entusiasmándonos para continuar al hacerlo en un clima alegre y positivo.

También, es necesario aprender nuevas conductas y hábitos.  Esto es algo que se olvida frecuentemente (“locura es hacer siempre lo mismo y pretender resultados diferentes”).  Quizás, debamos aprender a poner límites con firmeza pero sin agresión, o a plantear lo que sentimos sin culpabilizar ni victimizarnos, o a sonreír con más asiduidad, o a comer masticando con lentitud, o a tomar más agua, o a caminar con tranquilidad en vez de correr para todo, o a respirar ante cada emoción desestabilizante, o a agradecer constantemente lo que hay…

Finalmente, una cuestión fundamental: ¿nos estamos planteando cambiar para ser otros o para ser verdaderamente nosotros mismos?  Muchas veces, obnubilados por la sociedad, pretendemos ser distintos, seguir el modelo que nos imponen para ser exitosos y felices y así terminamos perdiendo totalmente el rumbo.  Cada uno de nosotros tenemos una esencia propia, un color auténtico, un sonido original.  Es único en el Universo.  Cuanto más vibramos con él, más paz y plenitud sentimos, más fluimos con la vida. 



En cierto sentido, el esfuerzo inicial es para liberar los esquemas que nos han inculcado, para soltar las limitaciones que hemos adoptado, para descargar el peso de las culpas y prejuicios.  Ser no es difícil.  Nos damos cuenta de que nos acercamos a nuestra esencia cuando es fácil ser nosotros mismos y comenzamos a atraer lo que corresponde a esa esencia. 


Una semilla ya trae en sí su desarrollo y cree en el proceso.  Una semilla de roble será un roble, sin importar si tiene suficiente agua o sol o nutrición.  Eres lo que eres. Respira y vuelve al cuerpo, a tu energía.  Ámate y confía.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Energías de los Padres


Este es el potencial que cada ser humano trae cuando se transforma en madre/padre.  Cada edad del niño evoca los mismos cuestionamientos que los padres pasaron en las suyas.  Al tomar conciencia y aprender una nueva actitud, el potencial se hace presencia y la cadena familiar evoluciona.

lunes, 9 de diciembre de 2013

El miedo a nuestra propia grandeza

“La mayoría de los psicólogos humanistas existenciales creen hoy día que un aspecto universal de la naturaleza humana es el impulso de crecer, de potenciarse y realizarse y de ser todo lo que uno es capaz de llegar a ser. Si consideramos exacto este punto de vista, es entonces obviamente necesario explicar porqué la mayoría de las personas no se desarrollan hasta su máximo potencial interno. A medida que nos afirmamos en nuestro conocimiento psicoanalítico y trascendemos a Freud, inevitablemente llegamos al descubrimiento de lo que he llamado “el inconsciente sano”. Para formularlo simplemente, no solo reprimimos nuestros impulsos peligrosos, desagradables o amenazadores, sino que a menudo reprimimos nuestros mejores y más nobles impulsos.

Desafortunadamente, es omnipresente en nuestra sociedad. Con frecuencia, la persona más inteligente es ambivalente sobre su inteligencia. A veces, puede incluso denegarla totalmente en un esfuerzo para parecer una persona común o perteneciente a la media, por huir de su destino. Las defensas contra la paranoia -o quizás, dicho con más precisión, contra el orgullo o la soberbia pecaminosa- se hallan presentes en nuestros conflictos internos. Por una parte, la persona tiene una tendencia normal a la auto expresión abierta y alegre, a la realización de sus mejores tendencias. Sin embargo, se encuentra frecuentemente en situaciones en las que debe camuflar estas mismas capacidades.

Una afirmación de la propia superioridad -aunque esté incluso justificada, sea realista y esté demostrada- se vive a menudo por parte de los demás como una afirmación del dominio del que habla y la demanda concomitante de subordinación por parte del que escucha. No es pues sorprendente que quien escuche rechace dicha afirmación y se vuelva agresivo. En consecuencia el individuo superior se quita méritos a sí mismo para evitar el contraataque de los demás.

Sin embargo, el problema también se nos presenta a todos. Todos nosotros debemos sentimos suficientemente fuertes o tener suficiente amor por nosotros mismos para ser creativos, para lograr nuestras metas, para realizar nuestros potenciales. En consecuencia, cualquiera se deja arrastrar a un conflicto entre su tendencia intra psíquica normal a desarrollarse en toda su plenitud y la toma de conciencia socialmente adquirida de que los demás estén dispuestos a considerar su verdadera estatura como una amenaza a su propia autoestima.

Podría decirse que la persona a la que llamamos neurótica se impresiona tanto con la posibilidad del castigo -está tan asustada de la hostilidad que pueda suscitar- que, en efecto, abandona capacidades más elevadas, su derecho a desarrollarse hasta pleno potencial. Para evitar el castigo, se hace humilde, zalamero, congraciador o incluso masoquista. En resumen, debido al miedo al castigo por ser superior, se hace inferior y echa por la borda parte de sus capacidades: es decir, voluntariamente disminuye sus posibilidades de humanidad.  En aras de la seguridad y de la sensación de seguridad, se mutila y se atrofia a sí mismo.
Sin embargo, es imposible negar completamente nuestra naturaleza más profunda. Si no se muestra en una forma directa, espontánea, desinhibida y suelta, debe inevitablemente expresarse de una forma oculta, encubierta, ambigua e incluso furtiva. Y cuando menos, las propias capacidades perdidas se expresarán en sueños perturbadores, en asociaciones libres inquietantes, extraños deslices verbales o emociones inexplicables. Para esa persona, la vida se convierte en una continua lucha, en un conflicto.  Si la persona neurótica ha renunciado con determinación a desarrollar sus potenciales y su autorrealización, típicamente parece “buena”, humilde, modesta, obediente, reservada, tímida e incluso retraída.
Este modelo nos ayudara a entender a la persona neurótica de otro modo. Principalmente como alguien que se despliega simultáneamente en búsqueda de su derecho de nacimiento a la plena humanidad, queriendo desarrollarse hacia la autorrealización y la plenitud del ser, pero que, limitada por el miedo, disfrazara u ocultara sus impulsos normales y los contaminara con una mezcla de culpabilidad, con la que alivia su miedo y apacigua a los demás. Podría decirse en este caso que se “evade el propio crecimiento”, es decir, se está eludiendo la tarea en la que encaja su peculiar constitución idiosincrática, la tarea para la que ha nacido. Esta evadiendo su destino.

Por ello, el historiador Frank Manuel ha llamado a este fenómeno El Complejo de Jonás. Recordemos que en el relato bíblico de Jonás, éste fue llamado por Dios para ejercer el don de la profecía, pero tuvo miedo de su tarea. Intentó huir de ella, pero huyera donde huyera, no podía esconderse en ningún lugar. Al fin entendió que tenía que aceptar su destino, tenía que hacer lo estaba llamado a hacer.  En ese sentido, cada uno de nosotros somos llamados a una tarea particular en la que encaja nuestra naturaleza. Huir de ella, temerla, adoptar una actitud a medias o ambivalentes son, todas ellas, reacciones “neuróticas” en el sentido clásico de la palabra. 

Sin embargo, desde otra perspectiva, es posible ver estos mecanismos como ejemplos de nuestro impulso hacia la salud, la autorrealización y la plena humanidad. La diferencia entre la persona disminuida que anhela con melancolía la plena humanidad, pero que nunca se atreve a realizarla, frente a la persona liberada que se desarrolla encaminándose hacia su destino es simplemente la diferencia entre el miedo y el valor.
Puede decirse que la neurosis es el proceso de autorrealizarse bajo el imperio del miedo y la ansiedad. Por tanto, puede considerarse que se trata del mismo proceso universal y sano, pero obstaculizado, bloqueado y encadenado. Estas personas neuróticas puedan sin duda considerarse como personas que se mueven hacia la autorrealización, a pesar de que cojean en lugar de correr y zigzaguean en lugar de avanzar directamente.”
Por Abraham Maslow



Este tema surgió con una paciente, acerca de su miedo a “brillar”. Desde un punto de vista espiritual, encuentro que lo que Maslow denomina “una defensa contra el orgullo o la soberbia pecaminosa” se conecta con episodios de habernos subido al Ego (en esta vida o en otras) y creernos superiores, mejores, distintos al resto, y habernos beneficiado de ello.  Tememos volver a repetirlo.  Otra forma de rebajarnos es pensar que somos muy poca cosa, que no nos merecemos un “destino de grandeza”, que nos falta mucho.  Paradójicamente, los dos extremos se tocan y nos inhiben de conectarnos con los aprendizajes del Ser y de nuestras posibilidades actuales.

También, he notado un miedo indefinido, irracional y ancestral a ser encerrado, quemado, tildado de loco, etc., que tiene su origen en anteriores encarnaciones, en los que ser diferente o espiritual fue castigado.  Debemos comprender que estamos en otros tiempos, en los que nuestras características son estimuladas y buscadas, en que la Nueva Energía nos sostiene y guía.

viernes, 6 de diciembre de 2013

¿Qué estás pensando?

Hace poco, leí sobre una encuesta hecha a usuarios de una gran red social sobre su nivel de felicidad al utilizarla.  Si bien al principio se sentían bien, con el tiempo esa felicidad disminuyó.  No daban razones de esta actitud, pero, escuchando a algunas personas, me imagino una: la comparación entre ellos y lo que ven de sus conocidos en la red.

Muchos postean fotos de viajes, de celebraciones, de diversiones, con comentarios llenos de alegría y logros.  La realidad no es tan así… pero, quienes leen esos posts, no lo saben…  Por lo tanto, creen que están mucho peor que sus conocidos y generan envidias, celos, desvalorizaciones, competencias, desazones, etc. 


Los humanos tendemos a comparar nuestra experiencia con la de los demás y sentirnos inferiores o superiores.  Obviamente, no se trata de ocultar los verdaderos motivos de felicidad ni de comenzar a publicar problemas, pero sí de saber que no todo lo que brilla es oro y tener una perspectiva más amplia con respecto a lo que vemos.  Por otro lado, es un buen llamado de atención hacia nuestra propia vida y lo que podemos cambiar y mejorar.  Toda “sombra” tiene una razón y la envidia nos conmina a darnos cuenta de que eso que valoramos del otro es algo que nosotros también podemos lograr, a nuestra manera. 


El examinar con veracidad nuestra vida nos da la posibilidad de apreciarnos y estimarnos por lo que somos y por lo que podemos, liberando un potencial magnífico que espera oculto ser vivido.

lunes, 2 de diciembre de 2013

¿Tu atención genera los resultados que deseas?

“Cierto día, un profesor entra al salón de clases y le dice a los alumnos que se preparen para una prueba sorpresa. Todos se pusieron nerviosos mientras el profesor iba entregando la hoja del examen con la parte frontal para abajo, de modo que no vieran lo que contenía hasta que él explicara en qué consistía la prueba. Una vez que entregó todas las hojas, les pidió que las dieran vuelta y miraran el contenido. Para sorpresa de todos, era una hoja en blanco que tenía en el medio un punto negro. Viendo la cara de sorpresa de todos sus alumnos, el profesor les dijo: “ahora van a escribir una redacción sobre lo que están viendo”. Todos los jóvenes, confundidos, se pusieron a pensar y a escribir sobre lo que veían. Terminado el tiempo, el maestro recogió las hojas, las colocó en el frente del escritorio y comenzó a leer las redacciones en voz alta. Todas, sin excepción se referían al punto negro de diferentes maneras. Terminada la lectura, el profesor comenzó a hablar de la siguiente manera: “Este examen no es para darles una nota, les servirá como lección de vida. Nadie habló de la hoja en blanco, todos centraron su atención en el punto negro. Esto mismo pasa en nuestra vida, en ella tenemos una hoja en blanco entera, para ver y aprovechar, pero nos centramos en los puntos negros. La vida es un regalo de la naturaleza, nos es dada con cariño y amor, siempre tenemos sobrados motivos para festejar, por nuestra familia, por los amigos que nos apoyan, por el empleo que nos da el sustento, por los milagros que nos suceden diariamente, y no obstante insistimos en mirar el punto negro, ya sea el problema de salud que nos afecta, la falta de dinero, la difícil relación con un familiar, o la decepción con un amigo. Los puntos negros son mínimos en comparación con todo lo que diariamente obtenemos, pero ellos ocupan nuestra mente en todo momento.  Saca tu atención de los puntos negros, aprovecha cada momento  y SÉ FELIZ”.

Si bien hacemos esto en todas las áreas de nuestra vida, es muy evidente en dos: el dinero y los afectos.  Con respecto al primero, algo común es concentrarse en las deudas y no en lo que produciremos.  Como adonde ponemos nuestra energía, eso aumentará, es obvio que entonces estaremos creando más y más deudas al estar obsesionados con ellas.  Además, la mayoría tiende a ir cortando sus gastos a fin de pagarlas, profundizando las carencias. 

Encuentro que las personas leen mucho sobre Nueva Energía, pero no la incorporan, así que quieren solucionar sus inconvenientes fantaseando con lo nuevo pero aplicando herramientas de lo viejo.  Achicarnos para generar abundancia es contraproducente.  Es necesario poner la atención en formas de crecer y progresar, en movilizar recursos internos que atraigan prosperidad en el exterior, en expandir las limitaciones heredadas y repetitivas, en vibrar en la exuberancia inherente a la Creación.  Así, las deudas desaparecerán solas, ahogadas en la oleada de abundancia que sucederá.

Lo mismo pasa con las relaciones.  Demandamos constantemente lo que no nos dan y degradamos lo que tenemos.  En principio, jamás recibiremos lo que no nos podemos dar a nosotros mismos, así que es un gasto inútil e improcedente el reclamarlo afuera, con el riesgo además de perder lo que sí nos están dando.



Estos errores están basados en el desconocimiento de cómo funcionamos: tenemos una gran variedad de futuros posibles, muchos dependientes de lo que estamos suscitando en el presente.  Pero, lo más importante es que, cuando orientamos nuestra atención en los más perjudiciales, estamos alimentando que ellos sean los que ocurran.  Las personas piensan que están anticipando los probables problemas e imaginando soluciones cuando en realidad los están creando, con sus miedos e inseguridades.


Tenemos que aprender a observar la totalidad y poner la energía en lo que realmente deseamos que suceda.  Cuanto más concientes estemos de que somos los creadores de nuestra vida, más podremos disfrutar de frutos abundantes, jubilosos, expansivos, amorosos, luminosos.