lunes, 30 de diciembre de 2013
¿Qué te propone tu ciclo para el 2014?
La Vida tiene ritmo. Como las olas. Como el día y la noche. Como la respiración. Hemos perdido el contacto con ese ritmo. En sociedades industrializadas como la
nuestra, tenemos luz todo el tiempo y ya no dependemos del sol para nuestras
actividades. El cuerpo tiene ritmos
(circadianos) y tampoco los tenemos en cuenta.
Creemos que podemos pasar por encima de la Naturaleza… y así andamos…
En los comienzos de un nuevo año, pensaba en
cómo estos ritmos también suceden en nuestras vidas y en cuánto nos serviría
ser concientes de ellos. Estamos
acostumbrados a las líneas siempre ascendentes de los gráficos empresariales y
queremos lo mismo para nosotros, sin darnos cuenta de que la vida tiene olas
ascendentes y descendentes, sinuosas y enriquecedoras.
Transcurren en el día, en el mes, en el
año, siempre. Y no aludo a las montañas rusas emocionales,
a esas caídas y subidas dependientes de nuestros estados de ánimos cambiantes,
resultados de una falta de armonía interna. Me refiero a los períodos fecundos del
crecimiento: una semilla (que contiene el potencial de una vida preciosa), que
crece, florece, da frutos y muere.
Tenemos muchas etapas de esas en nuestra existencia.
Una forma de observar estas variaciones es lo
que se conoce como “los ciclos de nueve años”.
Me pareció interesante acercarte esta teoría, de mano de Louise Hay. Para ver el archivo, entra a este enlace (también puedes investigar sobre Años Personales en Internet). Haz una retrospectiva de cuándo comenzó tu
actual ciclo y fíjate qué correspondería en el 2014. Te podría ayudar grandemente fluir con el
ritmo.
Te agradezco estar ahí. Hemos atravesado (sincrónicamente muchas
veces) los portales de un tiempo lleno de desafíos y dichas y revelaciones. Estamos abriendo el camino a la Nueva
Energía, incorporándola en la vida cotidiana, integrando cuerpo, mente y
espíritu. Me siento bendecida de
acompañarnos en el camino. Te deseo que crees una vida en que tu
Esencia sea valorada y manifestada. Eres
único, original, magnífico. Una chispa
de Dios/Diosa. Eres guiado y protegido
amorosamente.
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lunes, 23 de diciembre de 2013
Un dependiente no puede amar
Conocerse
a uno mismo y permanecer en ese objetivo es lo más importante de cara a
cualquier relación. En ella presenciarás vívidamente la apertura y suavidad
que te otorga tu propia valentía y sinceridad, o bien experimentarás el
infierno que constituye no conocerse, atribuyendo tus placeres y dolores a tu
compañero.
La
dinámica inconsciente pero tan común de esperar cosas del otro y depender
emocionalmente de alguien proviene del ego: tus ideas de auto-rechazo no
reconocidas. La dependencia emocional está basada en la proyección, no causa
verdadero placer a nadie y poco tiene que ver con el amor sino con el miedo.
Las personas están despertando de su propio engaño de llamarle amor a los
vínculos enfermizos que tejieron, donde sólo proyectaban su propio temor,
dependencia y control.
Cada
persona que nos rodea es en verdad un pensamiento en nuestra mente, por lo
tanto, son espejos perfectos e inequívocos de nuestras creencias
subconscientes, se comportan de acuerdo a nuestros patrones internos. La
pareja que tienes a tu lado no está afuera de ti sino dentro tuyo, por tal
motivo, la estás viendo tan nítidamente a tu lado, afectándote
irremediablemente y reflejando tus convicciones internas día y noche. Esta
comprensión extraña de unidad dentro de un mundo aparentemente separado por
cuerpos, si madura dentro de ti, te llevará a cambiar radicalmente tu
propósito en la vida, te volverá responsable (libre) de todo cuanto
experimentas, detendrá la proyección y te sentirás feliz sin ningún esfuerzo.
Porque habrás detectado el principal obstáculo de la experiencia de amor que
buscas… tú mismo.
Una
relación de pareja puede ser un trampolín hacia el descubrimiento del ser
ilimitado que eres o bien puede ser el lugar donde te escondes de tu
verdadera felicidad. Y eso depende de tu propósito y no de tu pareja, ya que
siempre estás benditamente condenado a encontrar lo que buscas. Por esto tus parejas
cambian, te representan siempre. Si alguien no siente placer y paz al estar
junto a su pareja, entonces es seguro que realiza esfuerzos, no descansa y
vislumbra manipulación de ambas partes. La persona que es emocionalmente
dependiente aceptará el sacrificio para permanecer dentro de la relación (por
miedo). En cambio, la persona que se conoce y está centrada en su propia
fuerza, no querrá seguir al lado de esa persona y buscará otro compañero
adecuado que represente su nuevo propósito.
Como
las personas se están descubriendo a sí mismas a través de las relaciones,
las mismas están en movimiento constante, por tal motivo las prontas
separaciones son tan comunes como las uniones, se dan sencillamente cuando
una o las dos personas reconocen ya no compartir más un mismo propósito por
el cual viajar juntas. Los honestos se separan en paz.
A
la mayoría de las personas les resulta muy difícil mirarse y no juzgarse,
entonces tapan sus dolorosos y pesados juicios a través de la fricción
superficial que produce una relación de pareja.
Luego
se espantan cuando no encuentran el descanso que buscan en el otro y se
escapan del dolor separándose. Debido a que no se conocen todavía,
inconscientemente realizan descargas continuas de sus incomodidades, las
cuales llaman su manera natural de ser. Pero no se puede pretender que dos
personas que no se conocen a sí mismas sean felices juntas.
Si
estás esperando que alguien te venga a salvar de tu catástrofe emocional. Si
estás tratando de complementar tu carencia interna con lo que alguien más te
vaya a aportar. Si estás tratando de que alguien más realice las acciones que
tú no haces por ti, y no lo reconoces todavía, entonces no te extrañes de los
resultados. Únicamente el ego te hace pensar que las relaciones amorosas
tienen el propósito de tapar o distraerte del conocimiento de ti mismo y de
tu trabajo interior: viajar por un mundo proyectado sin reconocer al
guionista. Y claro está, en una relación de pareja dos individuos van a
aportar tanto como cada uno sepa de uno mismo.
La
persona que tienes a tu lado ahora es un ser espiritual que obviamente te
enfrenta cada día a tus creencias profundas inconscientes o no reconocidas,
justo cuando estabas por relajarte en la distracción de tu vida. De tal modo
que cada relación que has tenido ha sido buena, cada relación te mostró qué
elegías y dónde estabas. ¿Pero quién está dispuesto a reconocer sus
elecciones subconscientes frente a los ojos de su pareja, quien es casi como
su más anhelada posesión?
El
adicto emocional o persona dependiente sacrifica constantemente su propósito
natural de estar en paz consigo mismo y se condena constantemente a buscar
paz a través de su pareja. Esa persona tiene que tomar conciencia, ver,
aceptar y reconocer el rechazo que siente por sí misma, debido a una
culpabilidad interna inconsciente, y entregar esa creencia ilusoria a la Luz.
Cuando tú dependes emocionalmente de alguien, tu felicidad depende de lo que
realice esa persona, así que te conviertes en un vigilante, y un vigilante no
tiene tiempo para amar, inevitablemente controla.
Ser
responsable no es algo común, lo que es común es proyectar afuera la causa de
lo que te sucede, y así le das algún valor al mundo, lo haces real y sientes
falsamente que pierdes. Ahora el control y el dominio es el fundamento de tu
felicidad. Tu mundo se convierte en una defensa y tus parejas, los aliados de
una mente confundida. Si el mundo te dice que eres un cuerpo necesitado,
¿cómo no serían tus pensamientos una defensa? Pero lo único que se pierden
son las ilusiones, jamás algo real. Perdemos anhelos, expectativas, imágenes
dentro de tu mente, pero jamás pierdes ninguna relación. Vas perdiendo tus
propósitos ocultos, vislumbras que no funcionan. Estás aprendiendo
forzadamente ahora, con tu mente un tanto cerrada debido a la presión de tus
creencias sobre la vida. Sientes dificultad al aceptar las cosas tal como son
porque cargabas planes de cómo deberían ser las cosas para ser feliz.
Pero
nunca perdemos nada, excepto las ilusiones, y con el tiempo te vuelves más y
más real. En una relación pareces perder o ganar identidad. ¿Cuánto nos duele
abandonar una pareja en la que habíamos depositado tantas expectativas? Pero
si te fijas bien, esas relaciones personifican tus creencias de ser
incompleto, falto de amor y necesitado, y cuando se muestran como tal,
explotan y derrumban tus débiles estructuras. No pienses “después de esto
seguro algo bueno vendrá”, ¡eso fue lo bueno!, te trajo lo que necesitas
aprender pero no lo quieres ver: aún no estás dispuesto a amar.
Continúas
avanzando, no te asustes, no pierdes nada ni a nadie… únicamente tus ilusiones.
Rodrigo Joaquín del Pino
Más información:
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miércoles, 18 de diciembre de 2013
Y el Oscar es para...
Cuando estamos tratando de incorporar (palabra clave!)
nuevas actitudes, muchas veces no sabemos cómo hacerlo y tendemos a tirarnos a
la pileta (sin agua). Así, ante el
choque, nos desanimamos.
Imagina que eres un actor, que tienes un nuevo papel. En principio, trata de encontrar de qué
formas ese rol está en tu vida, quizás como algo muy débil, pero seguramente
algo de él tienes. Búscale posturas
corporales, modos de comunicarse (¿cómo diría tal cosa, qué palabras usaría,
con qué tono de voz?), momentos propicios, incluso ropas y peinados si te
atreves. Ensaya mucho solo. Observa cómo lo hacen otras personas, no para
copiarlas, sino para inspirarte (sé verdadero). Luego, vienen las primeras representaciones. No te juzgues severamente ni te eches para
atrás si no sale muy bien (cosa que seguramente sucederá: estás probando). Poco a poco, lo irás logrando.
Recuerda: no estás creando algo de la nada. Todo está en ti. Encuéntralo.
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lunes, 16 de diciembre de 2013
¿Cómo hacer más fácil el cambio?
En el Boletín anterior, escribí acerca de cómo
acostumbramos a fijarnos en el punto negro en lugar de en la hoja en blanco,
como una metáfora de la rutina de poner nuestra atención en los No, en las
carencias, en las limitaciones, en las incapacidades y perdemos de vista lo que
Sí somos, tenemos y podemos.
En otro punto en que hacemos esto es cuando
deseamos hacer algún cambio y nos fijamos en la enormidad de lo que falta, en
lo que no nos salió, en los errores, en las restricciones, etc. Así, perdemos el impulso.
Veamos algunos ítems: en principio, tenemos que hacer frente a un factor
muy fuerte: la inercia que traemos. Seamos pacientes y compasivos con las
recaídas continuas que tendremos porque no se sale de un automatismo de años
con sólo buenas intenciones. Es
necesario comprometernos verdaderamente con la transformación para pasar por el
proceso de ir cambiando prácticas enquistadas desde la infancia. La buena noticia es que se tarda mucho menos
tiempo del que pensamos y que los resultados bien lo valen.
Otro tema es la actitud: nos exigimos,
castigamos, humillamos, juzgamos todo el tiempo. Eso no sirve.
Ejercitemos motivarnos efectivamente. Cada vez que hagamos un pequeño progreso,
felicitémonos, sumemos adelantos, alegrémonos por cada momento de avance (solía
aplaudirme como una nena, saltando divertida, cada vez que me salía algo bien). Así, iremos entusiasmándonos para continuar
al hacerlo en un clima alegre y positivo.
También, es necesario aprender nuevas conductas y hábitos. Esto es algo que se olvida frecuentemente (“locura
es hacer siempre lo mismo y pretender resultados diferentes”). Quizás, debamos aprender a poner límites con
firmeza pero sin agresión, o a plantear lo que sentimos sin culpabilizar ni
victimizarnos, o a sonreír con más asiduidad, o a comer masticando con
lentitud, o a tomar más agua, o a caminar con tranquilidad en vez de correr
para todo, o a respirar ante cada emoción desestabilizante, o a agradecer
constantemente lo que hay…
Finalmente, una cuestión fundamental: ¿nos estamos planteando cambiar para ser
otros o para ser verdaderamente nosotros mismos? Muchas veces, obnubilados por la sociedad,
pretendemos ser distintos, seguir el modelo que nos imponen para ser exitosos y
felices y así terminamos perdiendo totalmente el rumbo. Cada uno de nosotros tenemos una esencia
propia, un color auténtico, un sonido original.
Es único en el Universo. Cuanto más vibramos con él, más paz y
plenitud sentimos, más fluimos con la vida.
En cierto sentido, el esfuerzo inicial es para
liberar los esquemas que nos han inculcado, para soltar las limitaciones que hemos
adoptado, para descargar el peso de las culpas y prejuicios. Ser no es difícil. Nos damos cuenta de que nos
acercamos a nuestra esencia cuando es fácil ser nosotros mismos y comenzamos a
atraer lo que corresponde a esa esencia.
Una semilla ya trae en sí su desarrollo y cree
en el proceso. Una semilla de roble será
un roble, sin importar si tiene suficiente agua o sol o nutrición. Eres
lo que eres. Respira y vuelve al cuerpo, a tu energía. Ámate y confía.
Publicado por Laura Foletto en 12:56 0 comentarios
miércoles, 11 de diciembre de 2013
Energías de los Padres
Este es el potencial que cada ser humano trae cuando se transforma en madre/padre. Cada edad del niño evoca los mismos cuestionamientos que los padres pasaron en las suyas. Al tomar conciencia y aprender una nueva actitud, el potencial se hace presencia y la cadena familiar evoluciona.
Publicado por Laura Foletto en 13:04 0 comentarios
lunes, 9 de diciembre de 2013
El miedo a nuestra propia grandeza
“La mayoría
de los psicólogos humanistas existenciales creen hoy día que un aspecto
universal de la naturaleza humana es el impulso de crecer, de potenciarse y
realizarse y de ser todo lo que uno es capaz de llegar a ser. Si consideramos
exacto este punto de vista, es entonces obviamente necesario explicar porqué la
mayoría de las personas no se desarrollan hasta su máximo potencial interno. A
medida que nos afirmamos en nuestro conocimiento psicoanalítico y trascendemos
a Freud, inevitablemente llegamos al descubrimiento de lo que he llamado “el
inconsciente sano”. Para formularlo simplemente, no solo reprimimos nuestros
impulsos peligrosos, desagradables o amenazadores, sino que a menudo reprimimos
nuestros mejores y más nobles impulsos.
Desafortunadamente,
es omnipresente en nuestra sociedad. Con frecuencia, la persona más inteligente
es ambivalente sobre su inteligencia. A veces, puede incluso denegarla
totalmente en un esfuerzo para parecer una persona común o perteneciente a la
media, por huir de su destino. Las defensas contra la paranoia -o quizás, dicho
con más precisión, contra el orgullo o la soberbia pecaminosa- se hallan
presentes en nuestros conflictos internos. Por una parte, la persona tiene una
tendencia normal a la auto expresión abierta y alegre, a la realización de sus
mejores tendencias. Sin embargo, se encuentra frecuentemente en situaciones en
las que debe camuflar estas mismas capacidades.
Una
afirmación de la propia superioridad -aunque esté incluso justificada, sea
realista y esté demostrada- se vive a menudo por parte de los demás como una
afirmación del dominio del que habla y la demanda concomitante de subordinación
por parte del que escucha. No es pues sorprendente que quien escuche rechace
dicha afirmación y se vuelva agresivo. En consecuencia el individuo superior se
quita méritos a sí mismo para evitar el contraataque de los demás.
Sin
embargo, el problema también se nos presenta a todos. Todos nosotros debemos
sentimos suficientemente fuertes o tener suficiente amor por nosotros mismos para
ser creativos, para lograr nuestras metas, para realizar nuestros potenciales.
En consecuencia, cualquiera se deja arrastrar a un conflicto entre su tendencia
intra psíquica normal a desarrollarse en toda su plenitud y la toma de
conciencia socialmente adquirida de que los demás estén dispuestos a considerar
su verdadera estatura como una amenaza a su propia autoestima.
Podría
decirse que la persona a la que llamamos neurótica se impresiona tanto con la
posibilidad del castigo -está tan asustada de la hostilidad que pueda suscitar-
que, en efecto, abandona capacidades más elevadas, su derecho a desarrollarse
hasta pleno potencial. Para evitar el castigo, se hace humilde, zalamero,
congraciador o incluso masoquista. En resumen, debido al miedo al castigo por
ser superior, se hace inferior y echa por la borda parte de sus capacidades: es
decir, voluntariamente disminuye sus posibilidades de humanidad. En aras de la seguridad y de la sensación de
seguridad, se mutila y se atrofia a sí mismo.
Sin
embargo, es imposible negar completamente nuestra naturaleza más profunda. Si
no se muestra en una forma directa, espontánea, desinhibida y suelta, debe
inevitablemente expresarse de una forma oculta, encubierta, ambigua e incluso
furtiva. Y cuando menos, las propias capacidades perdidas se expresarán en
sueños perturbadores, en asociaciones libres inquietantes, extraños deslices
verbales o emociones inexplicables. Para esa persona, la vida se convierte en
una continua lucha, en un conflicto. Si
la persona neurótica ha renunciado con determinación a desarrollar sus
potenciales y su autorrealización, típicamente parece “buena”, humilde,
modesta, obediente, reservada, tímida e incluso retraída.
Este
modelo nos ayudara a entender a la persona neurótica de otro modo. Principalmente
como alguien que se despliega simultáneamente en búsqueda de su derecho de
nacimiento a la plena humanidad, queriendo desarrollarse hacia la
autorrealización y la plenitud del ser, pero que, limitada por el miedo,
disfrazara u ocultara sus impulsos normales y los contaminara con una mezcla de
culpabilidad, con la que alivia su miedo y apacigua a los demás. Podría decirse
en este caso que se “evade el propio crecimiento”, es decir, se está eludiendo
la tarea en la que encaja su peculiar constitución idiosincrática, la tarea
para la que ha nacido. Esta evadiendo su destino.
Por ello,
el historiador Frank Manuel ha llamado a este fenómeno El Complejo de Jonás.
Recordemos que en el relato bíblico de Jonás, éste fue llamado por Dios para
ejercer el don de la profecía, pero tuvo miedo de su tarea. Intentó huir de
ella, pero huyera donde huyera, no podía esconderse en ningún lugar. Al fin
entendió que tenía que aceptar su destino, tenía que hacer lo estaba llamado a
hacer. En ese sentido, cada uno de nosotros
somos llamados a una tarea particular en la que encaja nuestra naturaleza. Huir
de ella, temerla, adoptar una actitud a medias o ambivalentes son, todas ellas,
reacciones “neuróticas” en el sentido clásico de la palabra.
Sin
embargo, desde otra perspectiva, es posible ver estos mecanismos como ejemplos
de nuestro impulso hacia la salud, la autorrealización y la plena humanidad. La
diferencia entre la persona disminuida que anhela con melancolía la plena
humanidad, pero que nunca se atreve a realizarla, frente a la persona liberada
que se desarrolla encaminándose hacia su destino es simplemente la diferencia
entre el miedo y el valor.
Puede
decirse que la neurosis es el proceso de autorrealizarse bajo el imperio del
miedo y la ansiedad. Por tanto, puede considerarse que se trata del mismo
proceso universal y sano, pero obstaculizado, bloqueado y encadenado. Estas
personas neuróticas puedan sin duda considerarse como personas que se mueven
hacia la autorrealización, a pesar de que cojean en lugar de correr y
zigzaguean en lugar de avanzar directamente.”
Por Abraham Maslow
Este tema
surgió con una paciente, acerca de su miedo a “brillar”. Desde un punto de
vista espiritual, encuentro que lo que Maslow denomina “una defensa contra el
orgullo o la soberbia pecaminosa” se conecta con episodios de habernos subido
al Ego (en esta vida o en otras) y creernos superiores, mejores, distintos al
resto, y habernos beneficiado de ello.
Tememos volver a repetirlo. Otra
forma de rebajarnos es pensar que somos muy poca cosa, que no nos merecemos un
“destino de grandeza”, que nos falta mucho.
Paradójicamente, los dos extremos se tocan y nos inhiben de conectarnos
con los aprendizajes del Ser y de nuestras posibilidades actuales.
Publicado por Laura Foletto en 11:23 0 comentarios
viernes, 6 de diciembre de 2013
¿Qué estás pensando?
Hace poco, leí sobre una encuesta hecha a usuarios de una
gran red social sobre su nivel de felicidad al utilizarla. Si bien al principio se sentían bien, con el
tiempo esa felicidad disminuyó. No daban
razones de esta actitud, pero, escuchando a algunas personas, me imagino una:
la comparación entre ellos y lo que ven de sus conocidos en la red.
Muchos postean fotos de viajes, de celebraciones, de
diversiones, con comentarios llenos de alegría y logros. La realidad no es tan así… pero, quienes leen
esos posts, no lo saben… Por lo tanto,
creen que están mucho peor que sus conocidos y generan envidias, celos, desvalorizaciones,
competencias, desazones, etc.
Los humanos tendemos a comparar nuestra experiencia con la
de los demás y sentirnos inferiores o superiores. Obviamente, no se trata de ocultar los
verdaderos motivos de felicidad ni de comenzar a publicar problemas, pero sí de
saber que no todo lo que brilla es oro y tener una perspectiva más amplia con
respecto a lo que vemos. Por otro lado,
es un buen llamado de atención hacia nuestra propia vida y lo que podemos
cambiar y mejorar. Toda “sombra” tiene
una razón y la envidia nos conmina a darnos cuenta de que eso que valoramos del
otro es algo que nosotros también podemos lograr, a nuestra manera.
El examinar con veracidad nuestra vida nos da la posibilidad
de apreciarnos y estimarnos por lo que somos y por lo que podemos, liberando un
potencial magnífico que espera oculto ser vivido.
Publicado por Laura Foletto en 12:26 0 comentarios
lunes, 2 de diciembre de 2013
¿Tu atención genera los resultados que deseas?
“Cierto
día, un profesor entra al salón de clases y le dice a los alumnos que se
preparen para una prueba sorpresa. Todos se pusieron nerviosos mientras el
profesor iba entregando la hoja del examen con la parte frontal para abajo, de
modo que no vieran lo que contenía hasta que él explicara en qué consistía la
prueba. Una vez que entregó todas las hojas, les pidió que las dieran
vuelta y miraran el contenido. Para sorpresa de todos, era una hoja en blanco
que tenía en el medio un punto negro. Viendo la cara de sorpresa de todos sus
alumnos, el profesor les dijo: “ahora van a escribir una redacción sobre lo que
están viendo”. Todos los jóvenes, confundidos, se pusieron a pensar y a
escribir sobre lo que veían. Terminado el tiempo, el maestro recogió las hojas,
las colocó en el frente del escritorio y comenzó a leer las redacciones en voz
alta. Todas, sin excepción se referían al punto negro de diferentes maneras.
Terminada la lectura, el profesor comenzó a hablar de la siguiente manera: “Este
examen no es para darles una nota, les servirá como lección de vida. Nadie
habló de la hoja en blanco, todos centraron su atención en el punto negro. Esto
mismo pasa en nuestra vida, en ella tenemos una hoja en blanco entera, para ver
y aprovechar, pero nos centramos en los puntos negros. La vida
es un regalo de la naturaleza, nos es dada con cariño y amor, siempre tenemos
sobrados motivos para festejar, por nuestra familia, por los amigos que nos
apoyan, por el empleo que nos da el sustento, por los milagros que nos suceden
diariamente, y no obstante insistimos en mirar el punto negro, ya sea el
problema de salud que nos afecta, la falta de dinero, la difícil relación con
un familiar, o la decepción con un amigo. Los
puntos negros son mínimos en comparación con todo lo que diariamente
obtenemos, pero ellos ocupan nuestra mente en todo
momento. Saca tu atención de los puntos negros, aprovecha cada
momento y SÉ FELIZ”.
Si bien
hacemos esto en todas las áreas de nuestra vida, es muy evidente en dos: el
dinero y los afectos. Con respecto al
primero, algo común es concentrarse en las deudas y no en lo que produciremos. Como adonde ponemos nuestra energía, eso aumentará,
es obvio que entonces estaremos creando más y más deudas al estar obsesionados
con ellas. Además, la mayoría tiende a
ir cortando sus gastos a fin de pagarlas, profundizando las carencias.
Encuentro que las personas leen mucho sobre
Nueva Energía, pero no la incorporan, así que quieren solucionar sus
inconvenientes fantaseando con lo nuevo pero aplicando herramientas de lo
viejo. Achicarnos para generar abundancia es
contraproducente. Es necesario poner la
atención en formas de crecer y progresar, en movilizar recursos internos que
atraigan prosperidad en el exterior, en expandir las limitaciones heredadas y
repetitivas, en vibrar en la exuberancia inherente a la Creación. Así, las deudas desaparecerán solas, ahogadas
en la oleada de abundancia que sucederá.
Lo mismo
pasa con las relaciones. Demandamos constantemente lo que no nos dan
y degradamos lo que tenemos. En
principio, jamás recibiremos lo que no nos podemos dar a nosotros mismos,
así que es un gasto inútil e improcedente el reclamarlo afuera, con el riesgo
además de perder lo que sí nos están dando.
Estos
errores están basados en el desconocimiento de cómo funcionamos: tenemos una gran variedad de futuros
posibles, muchos dependientes de lo que estamos suscitando en el presente. Pero, lo más importante es que, cuando
orientamos nuestra atención en los más perjudiciales, estamos alimentando que
ellos sean los que ocurran. Las
personas piensan que están anticipando los probables problemas e imaginando
soluciones cuando en realidad los están creando, con sus miedos e
inseguridades.
Tenemos que aprender a observar la totalidad
y poner la energía en lo que realmente deseamos que suceda. Cuanto más concientes estemos de que somos
los creadores de nuestra vida, más podremos disfrutar de frutos abundantes,
jubilosos, expansivos, amorosos, luminosos.
Publicado por Laura Foletto en 11:05 0 comentarios
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