Hablando de vidas resignadas, estábamos con Miriam en una pileta y había dos chicas jóvenes charlando. Una de ellas, estuvo todo el tiempo contando sus desventuras con su novio y, ya que estaba, con otros anteriores.
Es realmente lamentable a lo que hemos llegado en este malentendido al que llamamos “amor”. Se debería decir “necesidad de amor” porque el verdadero amor no tiene nada que ver con esa triste y dolorosa parodia que muchos viven en su nombre. La realidad detrás de ella es una enorme carencia de amor propio, una pobrísima autoestima, una sufriente soledad interna, una serie de traumas infantiles no resueltos y una entrega del poder personal en otro en espera de que solucione los problemas propios, con una gran dosis de ilusión y autoengaño. Cuando éstos se terminan, ya están atrapados en una telaraña que soportan con resignación o se dedican a continuar repitiendo el proceso una y otra vez, con creciente desesperación.
Es hora de darte cuenta de que nadie te dará lo que tenés que proveerte, que nadie resolverá lo que tenés que enmendar, que nadie llenará tu vacío de amor más que vos mismo. Una vez que logres esto, dejarás de cargar al otro con tus problemas e ilusiones y podrás relacionarte desde la plenitud y la satisfacción, para crecer por tus propios medios, en la compañía de otro.
miércoles, 2 de enero de 2008
Eso que llamamos amor
Publicado por Laura Foletto en 16:57
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