Mi padre siempre me contaba sobre los arroyitos en los que iba a nadar y pescar cuando era chico. Ahora, quise ir a conocerlos y estar cerca del agua. No existen más.
Sólo hay agua contaminada y yuyales. Una mezcla de desidia, inundaciones, aguas servidas de la ciudad volcadas a cursos de agua, pesticidas de las cosechas que han matado muchas especies (ya no se ven mariposas, bichitos de luz, alguaciles como antes) y otras calamidades de la codicia de los hombres han hecho perder hermosos lugares para el esparcimiento y la conexión con la Naturaleza.
Así también, en nuestro interior, dejamos que el Ego invada nuestra Alma y ensucie lo que es natural. Lo bueno es que la Energía divina es pura e eterna, incorruptible. Siempre disponible.
sábado, 5 de enero de 2008
La contracara
Publicado por Laura Foletto en 12:25
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