miércoles, 28 de noviembre de 2012
Los modelos perfectos
“Tengo a los Ingalls como modelo de familia”. Recordé esta frase que me dijo una amiga al
observar los dramas de algunas personas.
Hace mucho tiempo, ella me contaba llorando las carencias y problemas
que tenía con su familia y yo le decía que no conocía a nadie (incluida yo) que
no tuviera esa clase de temas y peores todavía.
Entonces, se le iluminó la cara y expresó ese pensamiento, que vivía dentro
de ella como una expectativa enorme e incumplida.
Creo que los Ingalls han malogrado a tantas familias como
las comedias románticas de Hollywood a tantas parejas. Nos hemos pasado la niñez y la adolescencia
mirando cine y televisión, tomando modelos perfectos y tratando de cumplirlos
en nuestras vidas, sin percatarnos de que lo que somos y lo que tenemos
alrededor (sea la familia de origen o la que formamos, los amigos, el trabajo,
etc.) son lo que hemos diseñado para nuestro aprendizaje. Negarlos, frustrarnos, enojarnos,
victimizarnos, no cambian esta verdad sino que la profundizan, hasta que
comprendemos que no podemos ser felices imitando a otros sino aceptando lo que
somos y trajimos para sanar y crear.
Y esto no es solamente con los modelos que el mundo del
espectáculo nos vende, sino también con las personas que tenemos en nuestro
entorno. No hay paciente que no piense
que los otros tienen existencias perfectas, que las cosas le son más fáciles,
que pueden más, que son mejores que ellos.
Me acuerdo de alguien que se quejaba de que sus hijos no la llamaban y
no la consideraban, mientras que los demás tenían familias maravillosas que se amaban
y vivían felices. Esto es mentira. Todos tenemos asuntos inconclusos que estamos
trabajando; de lo contrario, no estaríamos encarnados aquí, sino flotando en
una nube escuchando arpas celestiales.
Cada persona y cada familia tiene sus luces y sus sombras; ver solamente
las luces de los otros y creer que las sombras nos cayeron nada más que a
nosotros es una tontería cruel, un infantilismo inútil. Así, nos perdemos de nuestras luces y del
potencial que tienen para solucionar lo que nosotros mismos nos
propusimos.
El lunes, compartí las claves de los Hopis para vivir en el
amor incondicional porque pensé en este tipo de situaciones justamente: padres
que sufren porque sus hijos han tomado caminos que nos son “los mejores”; esposos
que siguen intentando cambiar a sus cónyuges para que sean como ellos desean;
empleados que vegetan en trabajos que odian porque tienen miedo de ser ellos
mismos, etc. No aceptamos lo que somos
y, por consiguiente, a los demás. No
admitimos que cada uno trajo su propio camino y debe recorrerlo a su manera, a
su tiempo. No toleramos que no hay un “modelo”
y exigimos que se cumpla una expectativa inmadura.
Eres lo que eres.
Tienes derecho a explorarlo, a equivocarte, a disfrutar, a crear, a
destruir, a expandirte, a… lo que quieras.
Los demás también. A tu forma, a su
forma. El modelo lo eliges tú.
Publicado por Laura Foletto en 14:24 0 comentarios
lunes, 26 de noviembre de 2012
Claves de los Hopis para vivir en amor incondicional
Eres único, diferente de todos los otros. Sin
reserva ni duda, permito que estés en el mundo como eres, sin un
pensamiento o palabra de juicio...
No veo error alguno en las cosas que puedas decir, ni hacer, sentir y creer
porque entiendo que te estás honrando a ti mismo al ser y hacer lo que es
verdad para ti.
No puedo recorrer la vida con tus ojos ni verla a
través de tu corazón.
No he estado donde tú has estado ni experimentado
lo que has experimentado, viendo la vida desde tu perspectiva única.
Te aprecio exactamente cómo eres, siendo tu propia
y singular chispa de la Conciencia Infinita, buscando encontrar tu propia forma
individual de relacionarte con el mundo.
Sin reserva ni duda, te permito cada elección para
que aprendas de la forma que te parezca apropiada.
Es vital que seas tu propia persona y no alguien
que yo u otros piensen que "deberías" ser. En la medida de mi
capacidad, sin denigrarme o ponerme en un compromiso, te apoyaré en
eso. No puedo saber qué es lo mejor para ti, lo que es verdad o lo que
necesitas, porque no sé lo que has elegido aprender, cómo has elegido
aprenderlo, con quien o en qué periodo de tiempo.
Solo tú puedes sentir tu excitación interna y
escuchar tu voz interna, yo sólo tengo la mía.
Reconozco que, aunque sean diferentes entre sí,
todas las maneras de percibir y experimentar las diferentes facetas de nuestro
mundo, todas son válidas.
Sin reserva ni duda admito las elecciones que hagas en cada momento.
Sin reserva ni duda admito las elecciones que hagas en cada momento.
No emito juicio sobre esto porque es imprescindible
que honre tu derecho a tu evolución individual, porque esto da poder a ese
derecho para mí y para todos los otros.
A aquellos que elegirían un camino que no puedo
andar o que no andaría, y aunque puede que elija no añadir mi poder y mi
energía a ese camino, nunca te negaré el regalo de amor que Dios me ha
concedido para toda la Creación.
Como te amo, así seré amado.
Así como siembro, recogeré.
Sin reserva ni duda, te permito el derecho
universal de libre albedrío para andar tu propio camino, creando etapas o
manteniéndote quieto cuando sientas que es apropiado para ti.
No puedo ver siempre el cuadro más grande del Orden
Divino y así no emitiré juicio sobre si tus pasos son grandes o pequeños,
ligeros o pesados o conduzcan hacia arriba o hacia abajo, porque esto sólo
sería mi punto de vista.
Aunque vea que no haces nada y juzgue que esto es
indigno, yo reconozco que puede que seas el que traiga una gran sanación al
permanecer en calma, bendecido por la Luz de Dios.
Porque es el derecho inalienable de toda vida el
elegir su propia evolución, y sin reserva ni duda, reconozco tu derecho a
determinar tu propio futuro.
Sé que eres guiado como yo lo soy, siguiendo tu
entusiasmo interno por conocer tu propio camino.
Sé que las muchas razas, religiones, costumbres,
nacionalidades y creencias en nuestro mundo nos traen una gran riqueza y nos
procuran los beneficios y enseñanzas de tal diversidad
Sé que cada uno de nosotros aprende en nuestra
manera única para devolver ese amor y sabiduría al TODO.
Entiendo que si sólo hubiese una forma de hacer
algo, sólo necesitaría haber una persona.
El amor que siento es por absolutamente todo lo que
ES.
Sé que cada cosa viva es una parte de una
conciencia y siento un amor profundo por cada persona, animal, árbol, piedra y
flor, por cada pájaro, río y océano y por todo lo que es en el mundo.
Vivo mi vida en servicio amoroso, siendo el mejor
yo que pueda, haciéndome más sabio en la perfección de la Verdad Divina,
haciéndome más feliz, más sano, y cada vez más abundante y gozoso.
Aunque a lo largo del camino puede que me gustes,
sienta indiferencia por ti, o me disgustes, no voy a dejar de amarte, de honrar
tu singularidad y de permitirte ser tú.
Esta es la llave de la paz y armonía en nuestras
vidas y en nuestra Tierra porque es la piedra central del Amor Incondicional.
Creamos el mundo que creemos.
Publicado por Laura Foletto en 17:08 0 comentarios
viernes, 23 de noviembre de 2012
Tu co-creación
Tu vida es tu diseño sagrado. En gran medida, la planeaste así antes de
nacer para aprender, para crear, para amar, para servir a Todo Lo Que Es. Tú puedes con ella. Acéptala, responsabilízate, libera el
potencial, disfrútala, ilumina el mundo.
Cada flama contribuye a la Luz.
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miércoles, 21 de noviembre de 2012
¿A qué te recuerda?
En el vientre de una mujer embarazada estaban dos
criaturas conversando cuando una le preguntó a la otra:
—¿Crees en la vida después del nacimiento?
La respuesta fue inmediata:
—¿Crees en la vida después del nacimiento?
La respuesta fue inmediata:
—Claro que sí. Algo tiene que haber después del nacimiento. Tal vez estemos aquí principalmente porque precisamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
—Bobadas, ¡no hay vida después del nacimiento! ¿Cómo sería esa
vida?
—Yo no lo sé exactamente, pero ciertamente habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y comamos con la boca.
—¡Eso es un absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer con la boca? ¡Es totalmente ridículo! El cordón umbilical es lo que nos alimenta. Yo solamente digo una cosa: la vida después del nacimiento es una hipótesis definitivamente excluida: el cordón umbilical es muy corto.
—En verdad, creo que ciertamente habrá algo. Tal vez sea apenas un poco diferente de lo que estamos habituados a tener aquí.
—Pero nadie vino de allá, nadie volvió después del nacimiento. El parto apenas encierra la vida. Vida que, a final de cuentas, es nada más que una angustia prolongada en esta absoluta oscuridad.
—Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del nacimiento, pero, con certeza, veremos a mamá y ella cuidará de nosotros.
—¿Mamá? ¿Tú crees en la mamá? ¿Y dónde supuestamente ella estaría?
—¿Dónde? ¡En todo alrededor nuestro! En ella y a través de ella vivimos. Sin ella todo eso no existiría.
—¡Yo no lo creo! Yo nunca vi ninguna mamá, lo que prueba que mamá no existe.
—Bueno, pero, a veces, cuando estamos en silencio, puedes oírla cantando, o sientes cómo ella acaricia nuestro mundo. ¿Sabes qué? Pienso, entonces, que la vida real sólo nos espera y que, ahora, apenas estamos preparándonos para ella…
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lunes, 19 de noviembre de 2012
¿Qué es "más fuerte que yo"?
Esta frase la escucho continuamente, en
general referida a emociones desbordadas, a heridas de la niñez, a traumas, a
actitudes enquistadas. Tiene la fuerza
de un destino escrito, de una condena eterna, de un castigo merecido.
Se origina en la concepción equivocada de que
hay cosas que están fuera de tu control.
Obviamente que hay cuestiones que no funcionan bajo tu dominio, pero todo
lo que se refiere a tu ser interno y a lo que éste puede crear en el exterior
constituyen tu derecho y tu responsabilidad.
Un área en la cual repites mucho esta
aseveración es con las emociones. Como
son tan intensas y te toman de lleno, crees que son demasiado poderosas para ti. En principio, ellas provienen de ideas, no aparecen de la nada, son pensamientos pasados al
cuerpo. Tú puedes pensar que Juan es
un agresivo y no te pasa nada. Pero, si
Juan viene y te dice algo que no te gusta, tú reaccionas con una emoción de
enojo, que te acelera la respiración y te tensa los músculos; quizás te
energizas buscando responder o te reprimes callándote.
Esto te pasa siempre. Tus concepciones acerca de ti, de la sociedad,
de las relaciones, del trabajo,
provienen de un relato personal, aprendido en la niñez y la
adolescencia. Ese relato funciona como la Plantilla Normal de tu sistema y tú creas
tu mundo de acuerdo a ella, pensando y sintiendo ciertas cosas y no otras. Funcionas “por defecto”, sin elección
conciente… pura reacción predeterminada.
Como las
emociones están atadas a nuestros Niños Internos, ellos te manejan ante cada
situación que les recuerda algo que les sucedió. Debido a que ellos no podían
con esa situación y eran invadidos por emociones incontrolables, tú sigues
creyendo que tampoco podrás, que son más fuertes que tú. El tema es que tú ahora eres (parece) un
adulto. Tal vez, has creado nuevos
pensamientos desde esa posición acerca de esos asuntos, pero no los has
incorporado. Son teorías, tus Niños
siguen manejándote con el pasado.
Entonces,
el tema es que comiences a darte cuenta de este juego y te dediques a sanar a
esos Niños, explicándoles lo que no comprendieron,
dándoles reconocimiento y cariño, permitiéndoles jugar en tu vida con su
alegría, su inocencia, su ilimitada
creatividad, su fuerza.
Desde un
punto de vista espiritual, la personalidad que tú desarrollaste desde tu
infancia contiene el aprendizaje que tu alma decidió hacer en esta encarnación. No podrás escapar de él nunca,
porque no es solamente un trauma pueril para esconder debajo de la alfombra
sino la oportunidad de sanar aspectos y de liberar el potencial de felicidad y
plenitud que trajiste y que es tu derecho.
Así, no serás verdaderamente tú hasta que liberes los condicionamientos
que tu Niño Interno te propone como aprendizaje. ¿Es difícil?
Es más fácil de lo que imaginas.
El universo conspira para que despiertes, te conectes y seas libre.
En esta
hermosa labor, estás siendo guiado y sostenido por tu Ser y por entidades de
Luz… si tú accedes.
Como tienes libre albedrío, ellos no pueden intervenir si tú no das el
permiso, si tú no pides ayuda. Eso no
significa que te sientes a esperar que el Cielo se abra y Dios en persona baje
a asistirte. El trabajo es tuyo. Una vez que tú demuestres que estás dispuesto
a perseverar, irás recibiendo el apoyo necesario en cada tramo del camino, progresivamente. No es
necesario que sepas todo el recorrido: da el primer paso y espera confiado que
el camino vaya surgiendo en cada pisada.
¿Qué
puede ser más fuerte que el Amor y la Luz que residen en ti, esperando que los
actives? ¿Cómo permites que tu Niño siga
sufriendo lo mismo año tras año, mientras aguarda que lo abraces y lo
contengas? ¿Qué mundo estás repitiendo,
cuando hay otro que aguarda ser creado desde la sencillez, la fluidez, la abundancia,
la alegría? ¿Cuándo comenzarás? Un universo luminoso espera por ti.
Publicado por Laura Foletto en 10:13 0 comentarios
miércoles, 14 de noviembre de 2012
¿Vives "por defecto"?
Cuando escuché esta frase fue referida a computación e
implica que, cuando un sistema se ajusta por defecto, los valores serán los que
se fijan como la plantilla normal. Por
ejemplo, si quieres guardar un documento se abrirá “Mis documentos” siempre. Si deseas otro lugar, tendrás que elegirlo en
ese momento. Viene de una lógica no
monotónica.
Pensé que todos nos movemos con esa lógica. La plantilla normal de nuestra vida ya está establecida. Ni siquiera nos necesita: reacciona de
acuerdo a lo instaurado en nuestra niñez.
Si no te encargas de conocerla y cambiarla, subsistirás “por defecto” y,
peor, por lo más asentado en la plantilla: heridas, traumas, sufrimiento, etc.
Creo que somos verdaderamente humanos divinos cuando vivimos
por elección. Cuando reconocemos lo que
vinimos a aprender y liberamos el potencial para SER. Este eclipse, estos tiempos, nos están mostrando los defectos de la plantilla. Aprovéchalo!
Publicado por Laura Foletto en 12:18 0 comentarios
lunes, 12 de noviembre de 2012
Medicina y salud: ¿cuál es tu posición?
No suelo escribir sobre
estos temas, pero una nota que leí me dio pié para incluir algunas reflexiones
sobre la salud. La nota en cuestión era
al conocido médico clínico Aldo Barsanti.
Una de las cuestiones abordaba la enorme cantidad de estudios clínicos a
las que nos sometemos (nunca mejor utilizada la palabra) como corderitos, diría
yo.
Hace un tiempo, me
alarmaron los numerosos Rayos X que me sacaron por arreglos dentales y recordé
cuántas veces me los habían hecho a lo largo de mi vida… decenas! ¿Acaso no se acumulan en el organismo, al
igual que con el sol? Dice Barsanti:
“una cámara gamma o una tomografía computada de tórax, abdomen y pelvis
producen una exposición a radiación similar a la que puede recibir un radiólogo
en un año. Suele no tenerse en cuenta
las consecuencias de aplicar sobre los pacientes estas dosis de radiación,
sobre todo cuando no hay necesidad”. Las
mujeres estamos más expuestas por las mamografías. Leí que en Estados Unidos se estaban haciendo
cada vez más espaciadas, porque se había probado que no era necesario ni útil
abundar en ellas, además del problema de la radiación en mamas y tiroides.
El tema que surge aquí es
el del diagnóstico precoz o de la prevención.
Afirma Barsanti: “Contrariamente a la noción popular que los cánceres
son universalmente dañinos y finalmente fatales, algunos tumores pueden no
progresar o hacerlo tan lentamente que no generan daño antes de que el portador
muera por otras causas. Estudios de
autopsias demostraron que hay un gran reservorio de enfermedades subclínicas en
la población general, incluyendo varios cánceres, especialmente próstata,
tiroides y mama, la mayoría de los cuales no generaban daño en el momento de la
muerte”.
Es interesante que el Dr.
Barsanti sea médico clínico. Antes,
ellos hacían de su conocimiento del paciente y de su intuición (“ojo clínico”)
la base de su profesión. Creo que quedan pocos ya, porque ahora todos son
especialistas. Casi nadie nos observa
como una unidad, sino que nos miran por pedazos cada vez más chicos. Así, cada uno pide estudios separados y
redundantes y, lo peor, nos medican muchas veces sin interesarse en qué otras
cosas estamos tomando, creando sinergias peligrosas. Como tienen poco tiempo para dedicarnos, nos
preguntan por encima y nos despachan con multitud de estudios. Además del tiempo, influye la creencia, tanto
en médicos como en pacientes, que la tecnología es la mejor diagnosticadora.
Cuando les llevamos los
resultados, la más mínima desviación de los standards puede ser suficiente como
para que salgamos con una receta con el último medicamento estrella de alguna
multinacional. Y si no lo hacen, nosotros se los pedimos, porque
la responsabilidad no es sólo de ellos.
Las causas de esta sobrediagnosticación, en palabras de Barsanti, son:
“las buenas intenciones; el avances tecnológico capaz de descubrir
anormalidades cada vez menores; la medicina defensiva: los médicos temen
sentirse culpables o enfrentar demandas judiciales por no detectar signos
tempranos de enfermedad; la creencia en el diagnóstico precoz alimentada por la
profunda fe en la tecnología e incentivada por el complejo médico industrial,
que también fomenta la confusión entre estar en riesgo de padecer una
enfermedad o realmente padecerla; el escaso tiempo que los médicos dedican a
escuchar y examinar detenidamente a los pacientes”.
“Las anormalidades
detectadas pueden no estar relacionadas con los síntomas o quizás aparezcan en
estudios innecesarios de pacientes asintomáticos (llamados hallazgos
incidentales), muchos de los cuales generarán etiquetas de enfermedad o
inducirán conductas terapéuticas por hallazgos que realmente no sabemos adónde
conducen”. Estas palabras del doctor me
hicieron acordar unas cuantas oportunidades en las que ya me estaban operando o
dando medicación fuertísima por cosas que resultaron pasajeras o leves o
inexistentes. Desde chica, no sé porqué,
tuve una rara relación con los médicos.
La primera vez que recuerdo haberme resistido fue a los cinco años,
cuando me quisieron hacer una prospección de las amígdalas con una pinza
puntiaguda quemada en el fuego y di tantas patadas y gritos que no pudieron (lo
que me permitió conservarlas). Desde
allí, tomé los diagnósticos como “opiniones”: la decisión siempre es mía, como
las responsabilidades.
Mi cuerpo es mío. Soy conciente de las somatizaciones con las que lo he castigado a lo largo de los
años, así que, frente a cualquier cosa, busco qué me está pasando a nivel psicológico,
para poder descargarlo de tantas afrentas y problemas. En los últimos años, con los síntomas de la
Ascensión, esto se ha ampliado y he tenido grandes depuraciones, que se han
mostrado a veces importantes, pero transitorias. En este momento, no tomo ningún remedio (en
mi juventud, llevaba una farmacia en la cartera). Estoy sana y planeo seguir así por el resto
de mi vida.
Creo que una vida sana
depende de algunos factores internos y otros externos. Estos últimos son la alimentación, el
movimiento, un trabajo que llene el corazón y el bolsillo, una vida elegida y
amada. No creo en dogmatismos ni excesos
de ningún tipo. Como de todo, tomo un
poco de vino, me encanta ir a bares y restaurantes, tomo medicamentos si lo
considero necesario, hago un poco de ejercicio (soy vaga), ayudo con
multivitamínicos, agradezco y disfruto cada momento. Encuentro que hay personas que creen que
haciendo cosas externas solucionarán todo, especialmente las enfermedades y la
muerte. “Lo esencial es invisible a los
ojos”, les diría, recordando al Principito.
Sólo podemos estar sanos verdaderamente si comprendemos el juego: somos
seres espirituales haciendo una experiencia humana. Soltar los condicionamientos que nos hemos
impuesto (la lucha, el sufrimiento, la carencia, la limitación, el miedo, etc.)
y liberar el precioso potencial que traemos para aprender, evolucionar, crear,
amar… es lo esencial. Quizás, nos demos cuenta finalmente que la Vida no
exige tanto sacrificio y agobio, sino simplemente ser felices.
Respira, siente la Tierra
sosteniéndote, al Sol iluminándote, aprecia este mundo amable y maravilloso,
acéptate y ámate así como eres: un ser maravilloso.
Publicado por Laura Foletto en 10:04 0 comentarios
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Aceptación
Esta palabrita genera muchas olas… en las
cuales algunos se ahogan. Como tenemos
tan internalizado el concepto de luchar, de resistir, de ser fuertes hasta la
rigidez, de no romperse, aceptación suena a derrota, a fracaso, a rendirse, a
no poder. También sugiere resignación,
conformismo, aguante, sometimiento.
Como
escribí en el Curso de CREACIÓN INTEGRAL: “Se
piensa que, al aceptar, se pierde eficacia, poder, objetivos, fuerza. Al contrario, se genera un gran dinamismo al
reutilizar positivamente la energía que se pierde en luchar y ponerse en contra
de uno mismo, de los demás y de la Vida.
ACEPTAR significa no clasificar ni juzgar, permitiendo que la Vida se
explique por sí misma, en la fe de que lo que pasa tiene un propósito (el
mejor), aunque no lo entiendas en el momento. Es una
actitud de apertura, juego y aprendizaje, que va creando confianza interna”.
¿Cómo
incorporarla en la vida cotidiana? Dejando
de reaccionar, quejarte, lloriquear, enojarte, victimizarte, justificar,
explicar, etc, etc., frente a cualquier cosa que no te guste, que no es como “debería”
ser, que no se ajusta a tus expectativas, que te “cae”, TODO tiene que ver contigo. Respira, céntrate y pregúntate: “¿para qué es
esto?”. Si te das cuenta,
responsabilízate. Si no, igual comprende
que es parte de tu evolución, que tu alma lo diseñó para algo y confía (la
palabrita melliza de aceptación) en que es para tu mayor bien y el de
todos. Serénate y pon conciencia en cada
acto, pensamiento, palabra. Encuentra la
tercera posición (sal de la dualidad) y comenzarás a fluir armoniosamente.
Publicado por Laura Foletto en 16:49 0 comentarios
lunes, 5 de noviembre de 2012
¿Culpa de ser tú?
Tema recurrente
en terapia: la culpa. Por si hago, por si no hago; por si soy egoísta,
por si doy demasiado; por si fui esto o aquello; por si tengo, por si no tengo…
por cualquier cosa… el ego siempre se las ingenia para encontrar motivos.
Nace en
nuestra infancia, cuando nos manipulan/amenazan con
dejar de amarnos, de reconocernos, de apoyarnos, de estar, porque no somos como
nuestros padres quieren que seamos. Revoltosos, gritones, llorones, sensibles, agresivos, encerrados,
salidores, lectores, volados, contestadores: podemos ser de muchas formas, pero
si no se adecúan a lo que ellos esperan, nos tratan de formar a su imagen y
semejanza o a lo que ellos piensan que es lo mejor para nosotros.
La manipulación
puede darse explícitamente (“no te voy a querer más si haces esto”, “me lastima que seas así”, “está mal que pienses de esta
forma”, “no eres capaz de hacerlo”) o implícitamente (silencios, gestos
represores, falta de cariño, no hablar de determinados temas). El
hecho es que nos queda una sensación interna de que somos inadecuados,
insuficientes, malos, erróneos, feos, anormales, etc.
Podemos
responder siendo adaptados o rebeldes. Los primeros ceden y se transforman en
niños buenos, siguen las reglas, se conforman al sistema. Los
segundos continúan reclamando aceptación a través de conductas agresivas,
de hacer lo contrario a lo que se espera de ellos, llevando sus exigencias a la
sociedad a través de luchas por distintas cosas. En la base, ambos son
dos caras de la misma moneda. Cambia la actitud, pero siguen
sintiéndose incompletos, necesitados, incorrectos.
De esta falta
de aceptación de uno mismo nacen los “debería”, los “tengo que”, que martirizan
con sus exigencias y perfeccionismos. Lo que está en el fondo es “si
fuera de tal forma, entonces tendría...”. Nos llenamos de pequeños y grandes
programas para lograr metas exteriores, para adaptarnos y manipular como hicieron
con nosotros, para tapar el vacío y lo que consideramos malo, para cambiarnos
por lo que parece ser el modelo social de éxito. Es la fórmula de la
desdicha y la frustración, porque sólo podemos ser felices siendo quienes somos
y no otros.
Como es
imposible dejar de ser uno, aparece la culpa y ésta exige castigo. ¡Y somos muy ingeniosos en
castigarnos! Y crueles, porque buscamos nuestros lugares más preciados y
sensibles. Y porque lo hacemos eterno: no bastan unos años, es cadena
perpetua. Cada nueva caída clama otra sentencia y así andamos, dejando en
la cárcel a nuestros Niños Internos, privados de amor y apoyo.
¿Cómo lo
liberas? Reconociéndolo y aceptándolo así como es: un niño maravilloso, original, precioso,
lleno de dones y cualidades, inocente, alegre, entusiasta, deseoso de jugar en
el mundo a sus anchas, ilimitado. Perdonando a tus padres (porque
forman parte de la cadena de culpabilidad e inconciencia de la humanidad;
porque hicieron lo que podían o creían mejor o repitieron
con ellos; porque tú los elegiste para acabar con el asunto,) y a ti
mismo, por sobre todo.
La conciencia
es el antídoto. A
tu Ego le falta todo. A tu Ser no le falta nada, es completo.
Cuando comprendes, rompes el hechizo y encuentras la
paz de ser tú mismo. Transfórmate en los Padres amorosos
y contenedores que tu Niño necesita. Así se rompe el círculo
vicioso. Llévalo de aliado en tus juegos. Deja de ser ese ser
abrumado, exigido, pesado por la carga de la culpa y entiende que viniste a
jugar en un mundo amable. Dale cariño, apoyo, contención, halagos. Rían
juntos, iluminando el mundo.
Publicado por Laura Foletto en 10:49 0 comentarios
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