Existe la creencia de que hay que caer al fondo del
pozo para poder volver a salir. He
tenido unas cuantas caídas en mi vida (terribles y dolorosas), hasta que un día
me cuestioné si era necesario tanto drama.
Me di cuenta de que yo había recibido
bastantes advertencias antes, pero no las había escuchado. Habían comenzado como pequeñas molestias,
seguido como incomodidades varias
(dentro de la comodidad) y continuado como alertas mentales importantes,
somatizaciones corporales, situaciones agravadas, pero seguía adelante sin
cambiar, creyendo que en algún momento la cosa iba a mejorar por sí sola o
adaptándome a circunstancias cada vez peores.
¿Por qué
esperar el pozo si sabemos que está ahí y que podemos frenar antes? Supongo que nos encanta la tragedia, que
subestimamos el poder de la negación, que no nos enseñaron otra forma, que nos
sentimos mejores personas si caemos y nos levantamos una y otra vez. Muchas veces, leo comentarios de gente que se
vanagloria de resistir, de que los demás no la van a quebrar, de que se han
caído mil veces pero siempre se levantaron… ¿para
qué sufrir tanto, me pregunto? Nos
han inculcado el mito del héroe y ahí andamos haciéndonos los titanes para
obtener reconocimiento y valoración, mientras vamos dejando pedazos de nosotros
por todos lados.
No
reniego del sufrimiento como recurso extremo de crecimiento, pero ¿todo el
tiempo? Es como la
voluntad: si la usamos como recurso continuo, terminamos cansados y
desconectados de nuestro deseo interno, ya que todo lo hacemos porque debemos,
porque hay que cumplir, sin preguntarnos porqué late nuestro corazón. El sufrimiento y la voluntad son herramientas
de privilegio, de uso prudencial. En estos tiempos, la conciencia es una mejor
estrategia. ¿Y si activamos el
darnos cuenta, el escuchar, el tomarnos
tiempo para observar qué sentimos, qué pensamientos nos abruman, qué traumas
infantiles seguimos alimentando, qué sucede con nuestras relaciones? Ningún
tiempo es perdido si nos habilita el conocimiento y la transformación, porque
caer en pozos es costoso (aunque después pague dividendos).
Y hablando de héroes, ¿no es ese un mito
masculino? El héroe que sale al mundo a conquistarlo mientras se conquista en el
proceso. ¿Y qué hace la mujer? Lo espera tejiendo, como Penélope. Parece una actitud muy pequeña, pasiva e
inútil. En principio, ella estaba a
cargo del gobierno mientras él hacía su aventura, así que no solo tejía la
mortaja. Por otro lado, esa actividad
estaba llena de significado: le era fiel mientras esperaba confiada su
regreso. Tres simples palabras que retratan actitudes femeninas: fidelidad (a sí
misma también), espera, confianza.
En cierta forma, la conciencia es femenina.
Mientras el héroe sufre sus caídas y escaladas, la tejedora vive su día
a día, administra, se relaciona, persevera, reza, ama, es y está en ella. ¿No es una mejor estrategia? ¿Muchas preguntas hoy? Averigua tus respuestas… Aquí estoy para acompañarte.