Pocas personas
están libres de los grandes cambios que estamos atravesando. De una u otra
forma, ellos impactan en distintas áreas de nuestras vidas ayudándonos a
liberar pesos muertos, cargas innecesarias, estructuras perimidas, relaciones
terminadas, trabajos desgastados.
Cuando
necesitamos herramientas para sostener la transición, tendemos a buscarlas en
la mente, a creer que ella es nuestra fiable socia. Nada más falso, ya que generalmente lo
único que consigue es que nos confundamos y nos estresemos más. Mientras
ella se enmaraña con la dualidad y viaja en el tiempo, hay un recurso que
está siempre presente y que ha logrado el equilibrio (si lo dejamos): el
cuerpo.
Cuando comencé
mi camino de Terapeuta y Coach, busqué prácticas simples y efectivas que se
pudieran usar en cualquier momento, sobre todo en los más difíciles, y
sorpresivamente encontré que ya las teníamos disponibles y no las usábamos. El cuerpo tiene todo lo que necesitamos
porque ha conseguido sobrevivir exitosamente a miles de años de evolución. Voy a listar tres:
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Respira
con el diafragma
Observa
tu respiración; la de la mayoría es en el pecho y/o rápida y superficial; es
emocional. La normal es con el
diafragma, como la de los bebés; una sucesión lenta y profunda de
inhalaciones y exhalaciones. Cuando
les pregunto a mis consultantes cómo es el diafragma, el 90% me dice cosas
erróneas, lo que explica su concepción equivocada de este mecanismo. Como una imagen dice más que mil palabras,
de esto se trata:
¿Por
qué la importancia de ella? No
solamente porque es la natural, la que permite mucha oxigenación, la que
tiene múltiples beneficios, sino también porque el diafragma está ligado al
nervio vago, que está ligado al cerebro: soma
y psique, cuerpo y mente unidos para crear serenidad (por medio de
ciertos neurotransmisores) a través de la respiración, tomando no solo aire
sino energía universal. ¿Estás ya
practicando?
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Enráizate
a la Tierra
Vivimos
en la mente, colgados, como si tuviéramos una percha en los hombros,
sosteniéndonos a nosotros mismos con músculos tensos. Creemos que si tenemos todo bajo control
(el de la mente, el del ego), estaremos preparados para cualquier cosa. No solo es una suposición tonta sino que es
inexacta, como nos habremos dado cuenta muchas veces (pero seguimos tratando).
Lo que no está en el cuerpo no está en ningún lado: la seguridad que
anhelamos está en sentir los pies bien apoyados en el suelo. Así, los
músculos pueden soltarse, dejándose sostener por la estructura de los huesos,
que perciben el soporte y la nutrición de la Madre Tierra.
Cuando
estamos bien alineados, respirando diafragmáticamente, sentimos que no hay
esfuerzos innecesarios, que estamos centrados en el momento presente,
abiertos a la energía universal, bien plantados, apoyados siempre. ¿Notas tus pies?
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Conecta
con la Paz
Tenemos
la vana ilusión de que lograremos serenidad cuando todo se solucione y
estemos idílicamente tranquilos (en un bosque encantado). Para la mayoría, esto dista de la realidad
cotidiana, lo que nos sumerge en el estrés y la frustración. ¿Y si
la paz no estuviera fuera de nosotros?
Entonces, sería cuestión de vincularla interiormente. ¡Buenas noticias! De eso se trata: como otra divina cualidad
(el amor), es parte constitutiva de tu Ser, así que cree y confía en que
podrás enlazarla.
Entonces,
respira percibiendo tu panza inflarse y desinflarse, tomando aire y Energía
Universal, desde el Sol; siente tus pies y piernas recibiendo el apoyo y
nutrición de la Tierra; ambos se comunican a través de tu columna; imagina
que tu pecho se comienza a vaciar, a liberar de emociones y cargas tóxicas en
cada exhalación, a suavizar. En un
momento, una pequeña luz se enciende, es dulce y sutil y se expande con cada
inhalación. Te llena el pecho de una ligereza pacífica y alegre, que sabes que
está conectada a la Paz de tu Ser, de Dios/Diosa. Continúas consciente de tu cuerpo, de tu
entorno, pero permites que te invada totalmente hasta llenar todo el cuarto;
si quieres, puedes expandirla hasta donde desees. Di alguna afirmación corta que te sirva. ¿Lo estás haciendo?
¿Lo lograrás de
una vez? Obviamente no, necesitas
practicar tu respiración, tu enraizamiento, tu conexión con la calma en todo
momento, hasta que sea parte natural de ti, como siempre ha sido. Así, podrás ser consciente de ella
instantáneamente cuando más lo necesites.
Eres divinamente guiado,
protegido y amado siempre.
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