Ayer, viajando entre Paraná y Viale, sólo veía interminables campos sembrados o ya trillados. Girasoles amarillos mirando al sol, trigales, maizales, soja como un mar verde ondeando con el viento. ¡Qué riqueza! ¡Cuánta abundancia! ¡Qué bendición que tiene la Argentina en su Naturaleza! Sólo se trata de consustanciarse, de mimetizarse.
Cuando era niña y viajábamos entre estos campos o miraba el río Paraná, yo me sentía inmensa, poderosa, parte de Dios. Por mucho tiempo, esta sensación era la única que verdaderamente me conectaba a lo divino en mí. Y sigue siendo una de las más potentes. Es la conexión más simple, rápida y maravillosa.
viernes, 4 de enero de 2008
Campos de Entre Ríos
Publicado por Laura Foletto en 10:00
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