En la dualidad en que vivimos, tendemos a huir
del polo que no nos gusta y aferrarnos al que sí. Por ejemplo, escapamos del dolor y sujetamos
al placer, queremos ser buenos y estigmatizamos lo malo. ¿Nos cuestionamos alguna vez la validez de
esta reacción? ¿Y si fuera más complejo y valioso?
La mayoría de las personas quieren ser vistas
como buenas. No es de extrañar que,
cuando pregunto a mis pacientes acerca de sus múltiples cualidades, casi todos
digan “soy bueno”… y se queden ahí. Como
dije, estamos en una dualidad, así que es imposible que sean sólo buenos. No
existe el 100% en nada. Por lo tanto,
también son malos. ¿Qué hacen con
eso?
Lo
rechazan obviamente, lo esconden, lo niegan, lo proyectan. Una de las maneras en que más
se nota esta tendencia es en quienes consideramos muy buenos: generosos,
siempre dispuestos a ayudar, dadivosos, cuidadores de hijos, nietos, padres, enfermos,
amigos, desconocidos, etc., no tienen tiempo para sí. Al final, se cansan, se hartan, se enferman.
¿Qué pasó?
“Salvaron” a todos pero no a ellos
mismos. Usaron y abusaron de sus
fuerzas y terminaron agotados y frustrados. Se concentraron en dar y recibieron poco. Conozco muchas personas así y hay tantísimas
más que no lo quieren admitir. Fueron
buenas… buenudas… No supieron decir
NO. No ejercitaron poner límites. No dejaron que los demás aprendan por sí
mismos a resolver sus problemas y los hicieron débiles y dependientes. Tuvieron miedo de los traumas internos y
huyeron afuera. Se quedaron pegados a
una definición de “bueno” que los limitó y se asustaron que los tildaran de
“malos” si se negaban a ceder a lo que los demás le reclamaban.
La excusa perfecta para ser buenudos es que
quieren mucho al otro y por eso le dan todo lo que quiere. Según mi experiencia, eso tiene poco que ver
con el amor: es dependencia emocional, es
necesidad de ser reconocidos y amados.
Sólo quien se conoce, se acepta, se respeta y se ama atrae y actúa el
verdadero amor. Sólo quien afronta sus
cualidades y defectos puede lidiar con ellos y con las demandas abusivas de los
otros.
Al negar
un polo de la dualidad, nos perdemos su regalo. ¿Cuáles son los dones del polo negativo? Entre
otras cosas, una sabiduría, una fuerza y una profundidad magníficas. Cuando nos permitimos bucear en nuestras impotencias
y oscuridades, encontramos posibilidades sumamente enriquecedoras. Explorar la dependencia nos vuelve
libres. Explorar la debilidad nos vuelve
poderosos. Explorar los temores nos
vuelve confiados.
Ser humanos es una experiencia de una riqueza
extraordinaria, porque implica un aprendizaje exhaustivo de lo que significa
ser creador en un ambiente denso y dual.
No estamos aquí para que nos
juzguen por ser nenes buenos o malos.
Estamos aquí para adentrarnos en cada posible camino, sin importar el
signo, porque de todo extraeremos aprendizajes significativos. Y lo
hacemos por amor a la Creación. No nos
juzguemos tan livianamente. Seamos magnánimos y apreciemos el valor de
experimentar la totalidad de ser humanos divinos.
2 comentarios:
ESE ES EL CAMINO, GRACIAS LAU!!!
AL FIN COMIENZO A EXPERIMENTAR MI DUALIDAD!!!
¡Aleluya! Y el camino se abrirá... (estoy bíblica hoy, jaja!).
Un cariñoso abrazo.
Publicar un comentario