"Me
doy permiso para separarme de personas que me maltraten, que me traten con
brusquedad, presiones o violencia. Soy un ser humano que trata con
consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.
Me doy
permiso para no obligarme a ser el alma de la fiesta, el que pone el entusiasmo
en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor humano en el hogar, la
que está dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni
siquiera lo intentan. No he nacido para entretener y dar energía a los demás a
costa de agotarme yo: no he nacido para estimularlos con tal de que continúen a
mi lado.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso. Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme. Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas. No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse. Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable. No he nacido para ser la víctima de nadie.
Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros. Me afirmo como una persona no adicta a la angustia. Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio. No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior. Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso. Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme. Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas. No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse. Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable. No he nacido para ser la víctima de nadie.
Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros. Me afirmo como una persona no adicta a la angustia. Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio. No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior. Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.
Al
contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de
abundancia. Empiezo por reconocer mis valores, y el resto vendrá solo. No
espero de fuera.
Me doy
permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron mis
padres y las personas que me educaron. El mundo no es sólo hostilidad, engaño o
agresión: hay también mucha belleza y alegría inexplorada. Decido abandonar los
miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer. Más vale
lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a
explorar sin angustia.
Me doy el
permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo soportar
situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no
deseo. No me esfuerzo por complacer. Si intentan presionarme para que haga lo
que mi cuerpo y mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente
diciendo que no. Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir no.”
Joaquín Argente
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