Estuve viendo un documental acerca de ingenieros de la NASA que idearon un satélite (no sé cómo se llama el aparatejo) para chocar con un cometa… nada menos! El programa contaba los años que les llevó diseñarlo, construirlo, reparar los errores, encontrar un cometa cerca (o sea, unos cuantos millones de kilómetros), apuntarle, esperar que no lo destruyan los desechos del cometa y pegarle. ¡Y lo hicieron! Todos festejaban felices y uno de ellos (de unos cuarenta años) lloraba mientras contaba que no podía creer que todo les había salido tan bien.
Hace un tiempo, vi otro documental de la NASA de otros ingenieros que diseñaron una sonda para llegar a no me acuerdo qué planeta lejano. Les tomó unos veinte años todo el asunto. Cuando finalmente la sonda comenzó a transmitir, todos estaban muy cambiados físicamente pero tenían intacta la pasión que los llevó a eso. Igual que los otros, todos lloraban y se abrazaban.
Me hacen saltar lágrimas estas historias. Me inspiran profundamente su paciencia, su dedicación, su amor por lo que hacen. Algunos jugaban como chicos con las distintas variantes que iban creando. Creo que eso es lo que más me gusta: esa curiosidad infantil llena de alegría.
lunes, 17 de marzo de 2008
Niños espaciales
Publicado por Laura Foletto en 18:25
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