Acostumbramos exigirnos ir siempre para adelante y, cuando eso no sucede, nos cuestionamos o nos enojamos o nos deprimimos.
La verdad (que siempre olvidamos) es que todo tiene un ritmo, un flujo y reflujo, como las olas. Este ritmo tiene distintos ciclos, algunos duran horas, otros días y otros son bien largos.
¿Para qué sirven los ciclos de regresión? Para liberar, para reflexionar, para limpiar, para cuestionar, para descansar, para plantear nuevos objetivos, para juntar fuerzas, para disfrutar lo que conseguimos en el de avance… ¡son indispensables!
Como vivimos en una sociedad que privilegia el progreso, el adelantamiento, la ganancia, vivimos los períodos de retracción, de pérdida, de destrucción como negativos y hacemos todo lo posible para evitarlos… sin resultados, porque son naturales y se nos imponen a pesar de nosotros mismos.
Entonces, lo sabio es aceptarlos y tomar sus lecciones, sus dones. Estoy en uno de esos pasos para atrás y estoy redescubriendo y gozando cosas muy importantes, como la entrega, la confianza y el agradecimiento por todo.
martes, 25 de marzo de 2008
Los regalos del retroceso
Publicado por Laura Foletto en 14:22
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