Desde el eclipse del 21 de febrero, siento que he entrado en un espacio de oscuridad que oculta la luz. Es algo contundente en el sentido de que es evidente y fuerte, pero también es ligero porque sólo la tapa, sin apagarla.
Toma su tiempo y me permite observar mis zonas sombrías, mis inseguridades y enojos, mis lugares de evasión. Tengo la certeza de que la luz está debajo, pero me dejo llevar por la frialdad y la densidad de lo oscuro, hasta sentir el placer que hay ahí. No me voy a quedar, pero reconozco el goce que proporciona lo negativo.
Escucho las voces (internas y externas) de la queja, la victimización, la ira, el lamento, la desvalorización, la soberbia, la falsa humildad y bondad, la inconciencia y me doy cuenta cuánto inciden en esta Matrix, cuánto la configuran.
Fluyendo con la sombra que pasa, me tomo instantes para agradecer los destellos maravillosos que percibo de mi vida. En esta morosidad umbría, intuyo el regalo de lo feo, lo malo y lo mortal.
En este planeta que soy, en esta multitud que me habita, mis aspectos oscuros me enseñan y me alumbran, me ahondan y me quieren acunar… pero sólo estoy eclipsada… ya pasarán… los bendigo…
viernes, 14 de marzo de 2008
Eclipsada
Publicado por Laura Foletto en 15:36
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