La semana pasada, publiqué en mi Facebook
algunas entradas acerca de cómo estamos transitando este año y muchos se
hicieron eco del estado (calamitoso) en que se encuentran (pongámosle un poco
de humor).
En numerología, el 2016 es un año 9, lo que implica el fin de un ciclo con sus
consiguientes cierres, pérdidas, despedidas, balances y el establecimiento de
nuevas metas. Muy probablemente, te hayas replanteado
bastante cosas en estos meses, sea porque el panorama cambió, sea porque ya
no vibrabas con lo que había, sea porque algo comenzó a aparecer en tu
consciencia, todavía no muy definido pero ciertamente fuerte.
Ha sido movilizador porque no se trató de asuntos
banales sino de un mar de fondo que se levantó y subió a la superficie
incontrolablemente. Y esto último es lo que más sacudió: el control. El Ego pretende fiscalizar todo por miedo,
inseguridad y desconfianza, por lo que busca establecer bases estables y
cómodas para operar siempre del mismo modo (básicamente es una máquina
repetitiva). Como la vida es cambio y
evolución, en algún momento esas plataformas ya no sostienen tanto movimiento y
se resquebrajan.
Cuando lo nuevo es tan radical y original, no hay
más remedio que confrontarlo a pesar de todas las resistencias que
opongamos. No involucra modificaciones cosméticas: tu estructura más esencial está
mutando, conmovida por masivas efusiones de Energía. Tus cuerpos físico y emocional están siendo
reformados hacia nuevas instancias de integración dimensionales. Tu mente está tratando de aceptar y adaptarse
a conceptos que, quizás conocía teóricamente, pero que no habían sido
in-corporados.
¿Cómo se manifiesta esto? Con cansancio, síntomas (tensión, alergias,
mareos, dolores), enfermedades, “accidentes”, sensibilidad extrema y/o
insensibilidad, hartazgo, irritabilidad, necesidad de soledad y escucha
interior, cambios en la alimentación y en el trato corporal, desgano, mal
dormir y sueños extraños, apertura a otras capacidades, replanteos
existenciales, pérdida de interés en objetivos y relaciones largamente
sostenidos, surgimiento de otros deseos, etc.
Un paquete variado y desafiante…
¿Cómo
transitarlo? Con amabilidad. Sí, es difícil. Nuestra sociedad (regida por el Ego) quiere
todo YA, sin proceso, sin espera, sin sustento.
Lamento informarte que esto es un asunto del Ser, a quien poco le
importa lo que deseas pero sí lo que necesitas.
Te maltratas, te exiges, te fuerzas, te agotas y nada pasa. No es ese el modo: aprende a aceptar, a tener
paciencia, a perseverar, a conectarte con el cuerpo y la Tierra, a incluir
todos tus aspectos, a ver las relaciones con Todo Lo Que Es, a confiar en ti
mismo y en la Vida.
¿Te diste cuenta de que esas son cualidades de lo Femenino? Eso también es parte del proceso, ya que
necesitamos equilibrar la preeminencia de lo Masculino durante siglos. Los atributos de la energía femenina han sido
denigrados y socavados por tanto tiempo que nos cuesta siquiera considerarlos
como buenos propósitos (incluso a las mujeres, que nos hemos masculinizado
bastante). ¿Para qué colaborar si
podemos competir, para qué integrar si podemos combatir, para qué esperar si
podemos arrebatar, para qué ser cordial si podemos forzar?
Tanto hombres como mujeres debemos replantearnos la fuerza del Amor. En el fondo, creemos que es débil, tonto, que
no soporta el embate de lo malo y dañino.
El Amor es poderoso e inteligente, disuelve sin necesidad de luchar,
empodera sin acorazar e insensibilizar, es vulnerable sin debilitar, moviliza
sin agotar, crea sin destrozar. Por eso,
sé amable contigo. Este proceso no es de unos meses, es para
siempre, porque está moviendo las bases mismas de la vida en la Tierra. Sé parte de la espiritualización de la
materia poniendo consciencia, entusiasmo, amor en tus interacciones contigo
mismo, con los demás, con tus asuntos, con el planeta, con la Vida. No hay nada que lo valga más. Eres
una chispa de Dios, latiendo en un corazón humano.
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