Un niño nace y, a
los pocos meses, está en una guardería, luego en un jardín de infantes, una
primaria, una secundaria, una universidad, un trabajo: una vida entera de
horarios y exigencias. Creemos que hemos escapado de la esclavitud
pero parece que ha tomado nuevos ropajes…
¿Lo vemos en
detalle? Desde que llegan, los niños están “estimulados” para aprender
cada vez más rápido y adaptarse a su entorno éxitosamente, con juegos,
prácticas, aparatos (que actúan como chupetes electrónicos), etc. A
medida que avanzan en su educación (que debe ser en los mejores colegios, para
tener mejores oportunidades en el futuro), hacen actividades adicionales
porque, como son como esponjas, tienen que absorber todo lo posible. Está
de más decir que las ofertas de publicidad para consumo de la sociedad
capitalista comienza en el nacimiento y termina en la muerte: es omnipresente.
La pubertad y la
adolescencia, períodos difíciles si los hay, están perturbados no solo por la
normal crisis del crecimiento sino también por conductas de falsa adultez como
el sexo temprano, el alcohol, las drogas, los comportamientos riesgosos, la
falta de límite y el amiguismo de los padres y otros etcéteras que los
complican más.
En los trabajos, a
medida que pasa el tiempo, se van duplicando las exigencias de estudios,
labores, horas, obligaciones extras, rendimiento, hasta el punto que ciertos
puestos parecen fusibles, en los que se quema al empleado para luego
reemplazarlo por uno nuevo.
La mujer,
“ganadora” de nuevos espacios, no solo debe ser perfecta esposa, amante y
madre, también debe ser perfecta trabajadora y perfecta mujer (hermosa,
delgada, con estilo, con intereses propios, cuidadora de padres ancianos, pilar
de la comunidad). ¿Algo más?
No se salvan los
adultos mayores porque ahora tienen que ser jóvenes hasta la muerte, nadie
quiere parecer de su edad y la famosa sabiduría, armonía y calma de la vejez
(¡palabra horrorosa!) es un asunto del pasado justamente.
Obviamente, en
estos años hemos avanzado en muchísimas cosas y no las descarto ni las
minimizo. Solo quiero ayudarte a reflexionar sobre esta vorágine de “deber
ser, hacer, tener y parecer” que se intensifica en cada generación con una
presión insoportable y abusiva. Parafraseando a “Sexto sentido”: veo
gente muerta corriendo de un lado a otro, con la sonrisa pintada en la cara, el
cuerpo agotado y el corazón vacío.
Es difícil
evaluar los condicionamientos de la sociedad porque estamos inmersos en ellos y forman tan parte de nuestras vidas
que los consideramos normales, pero en algún momento es necesario detenernos y
apreciar: ¿en qué estamos involucrados?, ¿es verdaderamente lo que deseamos?,
¿tenemos tiempo para nosotros?, ¿vale la pena tanta lucha para lo que estamos
obteniendo?; si la excusa son los hijos, ¿ese es el mundo que queremos para
ellos?, ¿son felices?, ¿valorarán tanto esfuerzo o querrán otro trayecto
finalmente?
¿Adónde nos
conduce tanto movimiento?
Con los ojos en la meta, nos perdemos del camino y, cuando llegamos (si
llegamos, porque el objetivo siempre se corre), puede que nos demos cuenta de
que nos perdimos también a nosotros mismos. Esta es una carrera del
Ego y de los viejos tiempos que se niegan a dejar el control. En
medio de un despertar de la espiritualidad en una nueva Energía, la ilusión de
materialidad se hace más poderosa y quiere su tributo.
Quizás, estés
pasando por un período de limpieza en todo sentido, de replanteos profundos, de
crisis existencial, en que anhelas una conexión real y verdadera, en que
necesitas escucharte, en que la interioridad te reclama. Hazte
caso. Tu Ser te está llamando, visionando un nuevo mundo. Es
tan absolutamente personal, original, auténtico que nada del afuera puede
reemplazarlo. Baja la velocidad, entrena la conciencia, no te exijas,
aprecia el panorama total de tu vida. Eres lo que estás buscando.
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