“Cierto
día, un profesor entra al salón de clases y le dice a los alumnos que se
preparen para una prueba sorpresa. Todos se pusieron nerviosos mientras el
profesor iba entregando la hoja del examen con la parte frontal para abajo, de
modo que no vieran lo que contenía hasta que él explicara en qué consistía la
prueba. Una vez que entregó todas las hojas, les pidió que las dieran
vuelta y miraran el contenido. Para sorpresa de todos, era una hoja en blanco
que tenía en el medio un punto negro. Viendo la cara de sorpresa de todos sus
alumnos, el profesor les dijo: “ahora van a escribir una redacción sobre lo que
están viendo”. Todos los jóvenes, confundidos, se pusieron a pensar y a
escribir sobre lo que veían. Terminado el tiempo, el maestro recogió las hojas,
las colocó en el frente del escritorio y comenzó a leer las redacciones en voz
alta. Todas, sin excepción se referían al punto negro de diferentes maneras.
Terminada la lectura, el profesor comenzó a hablar de la siguiente manera: “Este
examen no es para darles una nota, les servirá como lección de vida. Nadie
habló de la hoja en blanco, todos centraron su atención en el punto negro. Esto
mismo pasa en nuestra vida, en ella tenemos una hoja en blanco entera, para ver
y aprovechar, pero nos centramos en los puntos negros. La vida
es un regalo de la naturaleza, nos es dada con cariño y amor, siempre tenemos
sobrados motivos para festejar, por nuestra familia, por los amigos que nos
apoyan, por el empleo que nos da el sustento, por los milagros que nos suceden
diariamente, y no obstante insistimos en mirar el punto negro, ya sea el
problema de salud que nos afecta, la falta de dinero, la difícil relación con
un familiar, o la decepción con un amigo. Los
puntos negros son mínimos en comparación con todo lo que diariamente
obtenemos, pero ellos ocupan nuestra mente en todo
momento. Saca tu atención de los puntos negros, aprovecha cada
momento y SÉ FELIZ”.
Si bien
hacemos esto en todas las áreas de nuestra vida, es muy evidente en dos: el
dinero y los afectos. Con respecto al
primero, algo común es concentrarse en las deudas y no en lo que produciremos. Como adonde ponemos nuestra energía, eso aumentará,
es obvio que entonces estaremos creando más y más deudas al estar obsesionados
con ellas. Además, la mayoría tiende a
ir cortando sus gastos a fin de pagarlas, profundizando las carencias.
Encuentro que las personas leen mucho sobre
Nueva Energía, pero no la incorporan, así que quieren solucionar sus
inconvenientes fantaseando con lo nuevo pero aplicando herramientas de lo
viejo. Achicarnos para generar abundancia es
contraproducente. Es necesario poner la
atención en formas de crecer y progresar, en movilizar recursos internos que
atraigan prosperidad en el exterior, en expandir las limitaciones heredadas y
repetitivas, en vibrar en la exuberancia inherente a la Creación. Así, las deudas desaparecerán solas, ahogadas
en la oleada de abundancia que sucederá.
Lo mismo
pasa con las relaciones. Demandamos constantemente lo que no nos dan
y degradamos lo que tenemos. En
principio, jamás recibiremos lo que no nos podemos dar a nosotros mismos,
así que es un gasto inútil e improcedente el reclamarlo afuera, con el riesgo
además de perder lo que sí nos están dando.
Estos
errores están basados en el desconocimiento de cómo funcionamos: tenemos una gran variedad de futuros
posibles, muchos dependientes de lo que estamos suscitando en el presente. Pero, lo más importante es que, cuando
orientamos nuestra atención en los más perjudiciales, estamos alimentando que
ellos sean los que ocurran. Las
personas piensan que están anticipando los probables problemas e imaginando
soluciones cuando en realidad los están creando, con sus miedos e
inseguridades.
Tenemos que aprender a observar la totalidad
y poner la energía en lo que realmente deseamos que suceda. Cuanto más concientes estemos de que somos
los creadores de nuestra vida, más podremos disfrutar de frutos abundantes,
jubilosos, expansivos, amorosos, luminosos.
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