En el Boletín anterior, escribí acerca de cómo
acostumbramos a fijarnos en el punto negro en lugar de en la hoja en blanco,
como una metáfora de la rutina de poner nuestra atención en los No, en las
carencias, en las limitaciones, en las incapacidades y perdemos de vista lo que
Sí somos, tenemos y podemos.
En otro punto en que hacemos esto es cuando
deseamos hacer algún cambio y nos fijamos en la enormidad de lo que falta, en
lo que no nos salió, en los errores, en las restricciones, etc. Así, perdemos el impulso.
Veamos algunos ítems: en principio, tenemos que hacer frente a un factor
muy fuerte: la inercia que traemos. Seamos pacientes y compasivos con las
recaídas continuas que tendremos porque no se sale de un automatismo de años
con sólo buenas intenciones. Es
necesario comprometernos verdaderamente con la transformación para pasar por el
proceso de ir cambiando prácticas enquistadas desde la infancia. La buena noticia es que se tarda mucho menos
tiempo del que pensamos y que los resultados bien lo valen.
Otro tema es la actitud: nos exigimos,
castigamos, humillamos, juzgamos todo el tiempo. Eso no sirve.
Ejercitemos motivarnos efectivamente. Cada vez que hagamos un pequeño progreso,
felicitémonos, sumemos adelantos, alegrémonos por cada momento de avance (solía
aplaudirme como una nena, saltando divertida, cada vez que me salía algo bien). Así, iremos entusiasmándonos para continuar
al hacerlo en un clima alegre y positivo.
También, es necesario aprender nuevas conductas y hábitos. Esto es algo que se olvida frecuentemente (“locura
es hacer siempre lo mismo y pretender resultados diferentes”). Quizás, debamos aprender a poner límites con
firmeza pero sin agresión, o a plantear lo que sentimos sin culpabilizar ni
victimizarnos, o a sonreír con más asiduidad, o a comer masticando con
lentitud, o a tomar más agua, o a caminar con tranquilidad en vez de correr
para todo, o a respirar ante cada emoción desestabilizante, o a agradecer
constantemente lo que hay…
Finalmente, una cuestión fundamental: ¿nos estamos planteando cambiar para ser
otros o para ser verdaderamente nosotros mismos? Muchas veces, obnubilados por la sociedad,
pretendemos ser distintos, seguir el modelo que nos imponen para ser exitosos y
felices y así terminamos perdiendo totalmente el rumbo. Cada uno de nosotros tenemos una esencia
propia, un color auténtico, un sonido original.
Es único en el Universo. Cuanto más vibramos con él, más paz y
plenitud sentimos, más fluimos con la vida.
En cierto sentido, el esfuerzo inicial es para
liberar los esquemas que nos han inculcado, para soltar las limitaciones que hemos
adoptado, para descargar el peso de las culpas y prejuicios. Ser no es difícil. Nos damos cuenta de que nos
acercamos a nuestra esencia cuando es fácil ser nosotros mismos y comenzamos a
atraer lo que corresponde a esa esencia.
Una semilla ya trae en sí su desarrollo y cree
en el proceso. Una semilla de roble será
un roble, sin importar si tiene suficiente agua o sol o nutrición. Eres
lo que eres. Respira y vuelve al cuerpo, a tu energía. Ámate y confía.
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