Hace poco, leí sobre una encuesta hecha a usuarios de una
gran red social sobre su nivel de felicidad al utilizarla. Si bien al principio se sentían bien, con el
tiempo esa felicidad disminuyó. No daban
razones de esta actitud, pero, escuchando a algunas personas, me imagino una:
la comparación entre ellos y lo que ven de sus conocidos en la red.
Muchos postean fotos de viajes, de celebraciones, de
diversiones, con comentarios llenos de alegría y logros. La realidad no es tan así… pero, quienes leen
esos posts, no lo saben… Por lo tanto,
creen que están mucho peor que sus conocidos y generan envidias, celos, desvalorizaciones,
competencias, desazones, etc.
Los humanos tendemos a comparar nuestra experiencia con la
de los demás y sentirnos inferiores o superiores. Obviamente, no se trata de ocultar los
verdaderos motivos de felicidad ni de comenzar a publicar problemas, pero sí de
saber que no todo lo que brilla es oro y tener una perspectiva más amplia con
respecto a lo que vemos. Por otro lado,
es un buen llamado de atención hacia nuestra propia vida y lo que podemos
cambiar y mejorar. Toda “sombra” tiene
una razón y la envidia nos conmina a darnos cuenta de que eso que valoramos del
otro es algo que nosotros también podemos lograr, a nuestra manera.
El examinar con veracidad nuestra vida nos da la posibilidad
de apreciarnos y estimarnos por lo que somos y por lo que podemos, liberando un
potencial magnífico que espera oculto ser vivido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario