En estos últimos tres días, tuve charlas con pacientes y un amigo que me brindaron una "retrospectiva" de mi profesión/pasión. Tiendo a vivir tan en el presente que olvido el camino por el que llegué hasta aquí. No me importa esto. Lo que sí creo que sería bueno que incorpore es una apreciación por el camino y los resultados. Creo que me tomo por sentada demasiado, que no valoro lo que me es fácil y sencillo (o lo que hice que resultara de esa forma). En realidad, me parece que lo esencial es más bien la gratitud que sienta: por mí, por todo lo que me ha traído hasta aquí, por las personas que han contribuido y a las que yo he tocado, por Dios.
Me acabo de acordar que, hace unos años, cuando estaba atravesando un mal momento interior, yo iba a una iglesia a "charlar". Necesitaba un lugar vacío y lleno, a la vez. Vacío de gente y lleno de espíritus. En ese vacío, primero charlé con mis demonios, después con mis deseos y, finalmente, logré conectarme con mis guías y mi alma. Fue preciosamente sanador. Dejé de hacerlo y tiempo después, un día se me ocurrió entrar a otra iglesia. Sin proponérmelo, espontáneamente, caminé hacia el altar repitiendo desde el corazón "gracias, gracias, gracias, gracias", con los ojos llenos de lágrimas. Era puro reconocimiento.
Cada día, en cada momento, en cada respiración: gracias.
jueves, 19 de marzo de 2009
Corazón agradecido
Publicado por Laura Foletto en 20:06
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