Una consultante me contaba, enojada, todas las resistencias
a su proyecto que encontraba entre sus conocidos. Otros dudaban tanto de
ella como de sus planes. Se pasaba mucho tiempo rebatiendo lo que le
decían, al punto de comenzar a agotarse.
Le dije que me resumiera los argumentos. Cuando
terminó, le pregunté: “¿Acaso no tienes tú misma esas renuencias e
incertidumbres?”. Tuvo que admitirlo. “Contratamos” a gente de
afuera para que sean las voces de nuestras propias obstrucciones y así nos
boicoteamos. Distintas facetas internas reaccionan al cambio, a lo nuevo,
a lo desconocido y las personas nos devuelven lo que pensamos.
Cuando dejamos de perder energía en refutarlas y la ponemos en aclararnos interiormente y trabajar por lo que queremos, las contradicciones externas ya no son necesarias. Entonces, operan como estímulos para continuar. El adentro construye el afuera. Siempre.
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