Soy una
ferviente espectadora de cine. Y también
soy una apasionada protagonista de las historias. Me involucro, me asusto, lloro, me
enternezco, vuelo, me enojo. Recuerdo
una vez que había entrado a la tarde a ver una maravillosa película de ciencia
ficción y, cuando salí, era una noche neblinosa y por un rato me parecía estar
todavía viviendo en ese mundo fantástico.
Me pasa lo mismo cuando leo una novela cautivante y no quiero que
termine. Soy observadora y protagonista
al mismo tiempo. ¿Acaso no somos así en
la vida diaria?
No
siempre. Muchos son sólo espectadores de la ilusión que compartimos en este
planeta. Creen que el mundo es una
película en la que no tienen injerencia: es
así, y no se puede hacer mucho.
Reciben los estímulos, las agresiones, los mandatos, lo que le venden
los medios y la política, la historia familiar, las situaciones, casi sin
intervenir, quejándose y lamentándose.
Son los que dicen, de chicos, “yo” me saqué un 8 (cuando les va bien);
“la maestra” me puso un 2 (cuando les va mal)”.
O, de grandes, rechazan o se molestan con los maestros que la vida les
asigna. Son víctimas pasivas.
Otros sabemos que la película es nuestra creación, completa: somos guionista, productor, director, estrella principal y variados
papeles secundarios. Jugamos roles activos. En lugar de recepcionar estáticamente,
buscamos en nuestro interior cómo estamos concibiendo y atrayendo esas personas
y esas circunstancias a nuestro mundo.
Aceptamos
que tal escenario es así porque hay algo que aprender de él y, una vez captado
cuál es el mensaje, lo transformamos internamente para que suceda lo mismo
externamente. Luego, dejamos atrás todo
y nos quedamos con el aprendizaje.
Esto implica vivir con conciencia, en el presente. Cada momento es una oportunidad de
conocernos, de expandirnos, de revelarnos, de disfrutar la creación. Nos preguntamos: ¿qué me pasa
con esto?, ¿qué pensamientos, emociones, recuerdos me activa?, ¿para qué está
aquí?, ¿qué tengo que liberar?, ¿qué limitaciones debo correr?, ¿qué nuevas
espirales deseo ascender? Es abrazar la
vida y a nosotros amorosa y divinamente.
Eso es lo
fascinante de estar en el aquí y ahora: no hay aburrimiento posible. Tú te adueñas de la película y siempre surgen
posibilidades de cortar escenas y crear mejores. Tú eres
el centro de tu mundo. En estos momentos,
ello es una gracia extraordinaria. Como
dice Solara: “Cuando vivimos en el AHORA, eso permite que sucedan grandes cosas
en alineación con nuestra particular rúbrica de frecuencia. La vida se siente más llena y nos sentimos
más vibrantemente vivos. Si tratamos a cada día como si fuera el primer día de
nuestras vidas, saludamos a cada situación que encontramos con apertura y amor.
Somos libres de viejos comportamientos emocionales, creencias, juicios y
preferencias personales. Todo es fresco y nuevo. Y si tratamos a cada día como
si fuera nuestro último día en la Tierra, entonces estamos llenos de una
profunda ternura y gratitud hacia lo valioso de la vida. Cada momento es
sagrado. Esta es una de las Claves
principales para la Vida y es así de simple”.
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