Ayer, no tenía pacientes a la mañana, así que me levanté tarde (a las 10) y me fui a desayunar a una confitería muy linda que está enfrente de las Barrancas. Un rico café con leche con deliciosas medialunas, el diario, el rumor de personas hablando suavemente, música de jazz; levantaba la vista y tenía un gran árbol a un costado y el verde total de las barrancas a través de los ventanales... me salía agradecer espontáneamente. Salí, miré vidrieras (me compré una remera preciosa) y fui a la camilla de masajes.
Las pequeñas cosas me recuerdan cuán bendecida soy. Y elevo una plegaria:
viernes, 7 de enero de 2011
Bendiciones y una plegaria
Publicado por Laura Foletto en 14:23
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1 comentario:
Lindísima reflexión Laura
Cuántas veces nos olvidamos de agradecer esas pequeñas cosas cotidianas y gratuitas.
Y la elección de la canción inmejorable. Gracias Laura!
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