¿Esfuerzo o pereza? ¿Lucha o conformidad? ¿Femenino o masculino? ¿Riqueza o pobreza? ¿Materia o espíritu? ¿Luz u oscuridad? Nuestra mente piensa en dualidades. Nuestro Ego se mueve entre extremos. ¿Cómo trascenderlo?
Parece obvio cuando lo vemos escrito, lo sabemos de tanto leerlo… ¿lo aplicamos en nuestra vida? Casi nunca. Como todavía estamos atrapados en el Ego y en la sociedad que ha construido, automáticamente nos vamos hacia alguna polaridad. Cuando le digo a algún paciente que está haciendo demasiado, que esa puja desmedida impide la concreción y lo estresa, invariablemente me contesta: “¿me siento en mi casa y espero que todo me llueva de arriba?”.
Aún los que estamos en estos temas, tenemos grandes preconceptos, muchos herencias inconcientes de otras vidas y otros tiempos, relacionados con la prosperidad, la soledad, el sacrificio, la culpa, el merecimiento, etc.
Nuestra forma de pensar está impregnada por la dualidad y no saldrá de ahí hasta que aprendamos a conectar con el alma y su unicidad. Un malentendido común es que traspasar la polaridad es ir hacia el medio. Eso es sólo un primer paso: una negociación para, en todo caso, poseer lo mejor de ambos lados. Sigue siendo el Ego.
Si imagináramos un escenario en donde se representan los dos extremos de cualquier dualidad que nos ocupa en determinado momento, el equilibrio estaría en el medio de ellas. Existen en un mismo plano. La verdadera solución, la unicidad, estaría en un plano superior, englobando y trascendiendo todo.
Esta semana, estábamos viendo con una paciente sus inconvenientes para concretar sus vacaciones, que parecían dificultarse por varios motivos. No sabía a qué atribuir esto y había estado viendo pros y contras y distintas alternativas. Eso es el Ego, desplegándose en su grandiosidad. Le encanta hacer listas con los beneficios y perjuicios (bueno/malo, una de las más extendidas dualidades) y construir intrincados escenarios en donde desarrollar sus múltiples capacidades para solucionar los problemas… que él mismo diseña. En lugar de pensar tanto, ¿qué sentía? Que no tenía muy claro adónde ir. Simple. Su indecisión creaba indecisión en el afuera.
Los pensamientos nos gobiernan y casi todos son reactivos, repetitivos y dualistas. La Nueva Energía está conectada al sentir. Y no estoy refiriéndome a las emociones, que son tan pasajeras y egotistas como los pensamientos, sino al amoroso impulso del Ser en Acción. Esa es otra dualidad grande: cabeza y corazón. Sólo existe en el plano inferior, en donde caemos en una mente sobrecargada que quiere controlar a las emociones o una sensibilidad desbordada que desea primar sobre los pensamientos. Ni una ni otra: es la mente en el corazón.
Esa diversidad que propone el Ego es, paradójicamente, limitante. ¿Recuerdas el escenario? Como sólo puede ver en su mismo plano y está gobernado por el pasado y con miedo del futuro, su acción es pobre y corta. Imagina el alma, en un plano superior: ¡qué profundidad, inmensidad, riqueza! Todo el panorama, toda la interconectividad, para tu mayor bien y el de todos.
Cuando te desapegas y te elevas, se abre tu potencial. Comprendes tus dualidades como oportunidades de aprendizajes, sin sufrimientos ni resistencias. Liberas la adicción al dolor y al drama, porque entiendes que te restringen y te empobrecen. Se extiende ante ti un mundo nuevo y fresco, extraordinariamente vasto y entretenido. ¡Sí! No hay nada más aburrido y tonto que la mediocridad del Ego y sus reproducciones, por más fuegos artificiales que lance. Tu Ser es pura alegría creativa, porque está conectado a Todo Lo Que Es. ¿Cuál eliges?
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