Vivo en Buenos Aires, Argentina. Desde hace tiempo, padecemos una verdadera “neurosis de inseguridad” al punto que hay personas que temen salir de sus casas y, aún adentro de ellas, están pendientes de tener las mejores medidas para protegerse: alarmas, puertas blindadas, perros feroces, sofisticados artilugios, de todo.
En una época, vendía seguros de vida (¡otro tema!) y me comencé a plantear porqué hacía eso si yo no creía en lo que comercializaba. Llegué a la conclusión de que, en algún lugar mío, buscaba la supuesta protección que me ofrecían ciertos inventos de la sociedad.
Digo “inventos” porque la seguridad no es un concepto natural (por lo menos en la forma en que nosotros la ansiamos), así que todo lo que hacemos para obtenerla es necesariamente un artificio, que, al final, no funciona. ¿Por qué? Por la Ley de Atracción.
Ésta es un principio natural que establece que toda vibración atrae una vibración igual con la misma frecuencia e intensidad. Todos emitimos vibraciones a través de nuestros pensamientos y emociones y, por lo tanto, atraemos a nuestra realidad lo mismo.
Cuando vibras en el miedo y tratas desesperadamente de protegerte, paradójicamente, estás atrayendo las situaciones que quieres evitar y, peor, estás contribuyendo a incrementarlas con tu propia energía.
Entonces, ¿qué haces? En principio, toma conciencia del hecho fundamental de que tú eres el creador y el responsable de lo que sucede en tu vida. Por lo tanto, cuida tus pensamientos y emociones y no dejes que se descontrolen. Esto incluye el cuidado de lo que miras (noticieros, programas agresivos o tendenciosos) y hablas (juntarte con otros para criticar, difamar, hablar de “lo mal que está todo”, quejarte, enojarte).
Luego, comprende que hemos hecho este mundo violento y hemos creado estas “reglas” indignas entre todos. Si quieres algo distinto, ayuda con lo que deseas que acontezca o serás parte del problema y no de la solución. Busca la paz y la compasión en tu interior, haz crecer las magníficas cualidades que residen en ti.
¿Cómo? Elije las situaciones o las actitudes que desees vivir. Vibra en ellas: siente, piensa, haz, imagina, encuéntrate con lo que esté acorde. Mantén las emociones que apoyen esa elección. Date el permiso de disfrutar las primeras manifestaciones de esos deseos, por más mínimos que sean. Y, sobre todo, agradécelos así como todo lo bueno que eres y tienes.
La inseguridad (en ti mismo, en los demás, en la calle, en lo que pueda suceder en el presente o en el futuro, etc.) tiene su raíz en la creencia de que eres “una hoja en la tormenta”, de que no tienes mayor participación en quién eres ni en lo que te pasa. ¡Nada más irreal! Tú tienes el poder de crear las actitudes y las situaciones que creas convenientes para tu felicidad.
El mayor despropósito que alimenta tu inseguridad es suponerte separado del Creador/a y su Creación. En este mundo desacralizado, te crees solo y débil. ¿Cómo puede ser eso posible? Eres una chispa divina, eres un ser espiritual transitando esta experiencia humana, eres Uno con Él/Ella. ¿Qué puedes temer? Confía en ti y en la Vida.
¿Sabes cómo crear tu propio espacio seguro? Aceptándote (completamente) a ti y a Todo Lo Que Es. Deja de escuchar las voces victimizantes, juzgadoras, exigentes tanto tuyas como de otros. Conéctate con la suave y dulce voz de tu alma, que siempre te anima a ir hacia tu interior y encontrar el enorme potencial de amor, poder y armonía que traes
Respira conciente y profundamente la aceptación de tu divinidad y vivirás en la confianza de que todo está bien en ti, atrayendo lo que necesitas para vivir con alegría y creatividad.
lunes, 26 de mayo de 2008
¿Estás seguro?
Publicado por Laura Foletto en 19:57
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