Entre una consulta que recibí de alguien de México y una llamada a mi padre, corroboré cómo vamos poniendo en el cuerpo lo que no expresamos de otra forma.
Esto es muy fuerte en las generaciones mayores, que quizás fueron educadas en el hacer y en salir adelante sin importar cómo, en medio de difíciles situaciones. Lo observo claramente en mis padres. Cuando mi hermano enfermó de linfoma, a mi madre se le declaró un cáncer de pecho (del que fue operada con éxito) y mi padre tuvo una bronquitis gravísima. Eran su maneras de articular su dolor y su impotencia.
El lunes escuché a mi padre toser muy cargadamente y enseguida llamé a la urgencia del Pami. Tomada a tiempo, su bronquitis se resolverá pronto, pero es la consecuencia natural de la muerte de mi madre y ésta es su manera de llorarla. Concientemente, sigue su vida, ocupándose de lo cotidiano, ya que es un hombre básicamente de acción, pero sus sentimientos saltan cómo pueden… en los pulmones…
Es también básicamente un hombre bueno y está recibiendo su cosecha a través de las constantes muestras de afecto y de compañía que recibe de sus vecinos (y de las que fui testigo ayer, cuando estuve en su casa, más las que me cuenta, lleno de orgullo y timidez).
Para él, ya es tarde para aprender otras formas de expresarse, pero nosotros podemos aprender de él y no dejar que una enfermedad sea la manifestación de los sentimientos que no podemos sentir o aceptar.
miércoles, 18 de julio de 2007
Expresando con el cuerpo
Publicado por Laura Foletto en 15:03
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