Una paciente me dijo que ella no tenía conflictos con la gente porque se “adaptaba”. Revisando su comportamiento, era claro que lo que hacía era encerrarse en sus ideas, dejar que los demás pensaran e hicieran lo que sea y desactivar cualquier controversia, manteniéndose en la superficie, sin ahondar.
La adaptación es una conducta sumamente positiva y no es una resignación indiferente o pasiva. Es una activa indagación en uno mismo, confrontando los propios paradigmas y transmutándolos si aceptamos como mejores o más abarcadores los de otros.
Esto es muy fácil de observar en las especies animales. Si un ecosistema cambia y un pájaro ya no consigue su alimento habitual, se adaptará al nuevo con transformaciones específicas como un pico diferente, plumas de otro color o uñas más largas. Si no lo hiciera, se extinguiría. Así, la capacidad de adaptación es una forma de sobrevivir y, todavía más en los seres humanos, una bendición para desarrollarnos y crecer con profundidad y comprensión. Y, como beneficio extra, lo hace mucho más divertido e interesante que quedarse en el tedio habitual de lo conocido.
También, se puede ir hacia el otro extremo y sobre-adaptarse: una conducta típica de la neurosis. Muchas personas, como no se gustan ni se aceptan ni saben quiénes son ni lo que quieren, toman lo que la sociedad (o la familia o el grupo social) considera aceptable y valioso y se esfuerzan por llevarlo adelante. Y es realmente un esfuerzo, porque no es algo que les sale natural y bellamente de su interior sino una lucha por lograr reconocimiento, amor, poder, status o lo que sea que crean que los harán felices.
Es un movimiento, una conmoción, una vibración distinta, un desplazamiento, un tránsito, una dinámica evolución. La adaptación puede tener otros nombres y trajes, pero lo importante es... usarla!
viernes, 13 de julio de 2007
Adapt-arte
Publicado por Laura Foletto en 17:43
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