Estamos en una
montaña rusa. O eso es lo que parece… Estos meses han sido bastante
caóticos: confusión, vaivenes, indefinición, liberaciones y atisbos de lo
nuevo, subidas y bajadas constantes. Esto ha tenido mucha repercusión en
el cuerpo: problemas en el sistema digestivo (mostrando cómo procesamos los
cambios), en la piel (las defensas), enfermedades graves (señalando que es
imperativo una solución verdadera), etc. Julio parece presentarse un poco
más estable, pero con trabajos más profundos.
He notado que
conflictos relacionados con el Niño Interior y el Adolescente están
presentándose con fuerza, para ser limpiados y permitirnos elegir otras
direcciones. Es
difícil porque estamos impacientes, agotados e intransigentes. ¿¡Hasta
cuándo!? El aprendizaje siempre está ligado a asuntos de la niñez,
por lo que, si tenemos temas inconclusos, sería tiempo de elaborarlos y
liberarlos, porque no habrá evolución verdadera sin esa condición.
Quizás, se están
presentando nuevas opciones que nos dan ilusión y esperanza y, por otro lado,
hay resistencias e inseguridades que las opacan o boicotean. Nuestro
Niño Interior nos detiene y nos angustia. Preguntémosle: ¿cómo
está?, ¿qué asimiló de nuestros padres acerca de sí mismo, de la familia,
del mundo?, ¿cómo lo lastimó el entorno?, ¿Se siente solo, indefenso,
apartado, raro, exigido, lleno de “deberías”? Es muy probable que nos
esté manejando inconcientemente, con emociones que nos abruman y pensamientos
limitantes y reiterativos.
Por otro lado,
estamos también en etapas de crecimiento hacia un nuevo paradigma, por lo que
nuestro Adolescente está hormonal, deseando el cambio y temiéndole; queriendo
rebelarse ante la autoridad e inseguro; lleno de energía y cansado; queriendo
ser distinto y a la vez adaptado; omnipotente e hipersensible. Toda clase
de dualidades lo embargan y da un paso para retroceder tres.
Siendo
(teóricamente) adultos, hemos pasado por experiencias dolorosas, que
especulamos haber superado porque las barrimos bajo la alfombra, en tiempos
veloces que nos hacen creer que avanzamos cuando en realidad corremos en una
caminadora mientras el telón de fondo avanza. Internamente, somos los
mismos Niños asustados. Debemos ver claramente nuestros sufrimientos y
limitaciones y el contexto en el que surgieron para poder resignificarlos,
optando por nuevos conceptos y acciones. Lo peor que podemos hacer es
victimizarnos, siendo pasivos o luchando por ser otros. Ninguna de
estas opciones ayuda. Aceptarnos es la clave, siendo pacientes y
asumiendo la responsabilidad de una vida creativa y auténtica.
El Ego es rígido y,
solo cuando está harto y en el límite de la resistencia, es cuando podemos
entregarnos a la guía de nuestro Ser. Está acostumbrado a controlar, a no
avanzar si no tiene contrarrestados los posibles problemas, a esperar que el
panorama esté completamente abierto. Ya no le funcionan estas
estrategias… No sabemos cómo confiar. Es necesario
aprenderlo, poco a poco. ¿Y qué implica? Creer que nuestro Ser
nos llevará a lo mejor para nosotros; estar atentos a las señales; escucharnos
y seguir la intuición; conectarnos con nuestro cuerpo; aceptar que lo que
sucede tiene una enseñanza y una liberación; contenernos y centrarnos en medio
del caos, porque la paz es un recurso que poseemos y es cuestión de dejarla
surgir.
Tu Niño y tu
Adolescente también están colmados de alegría, confianza, inocencia, libertad,
valentía, etc. Solo precisan de la claridad y contención de tu
Adulto. Lo que necesitas está dentro de ti, no afuera. Toma la
decisión de vivir todos tus aspectos creativa y luminosamente, guiado por tu
Ser y sostenido por la Nueva Energía.
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