Así como tendemos a creer que nuestros pensamientos y emociones se desvanecen en nuestra propia burbuja energética, pensamos que nuestras acciones sólo se circunscriben al ámbito en que nos movemos.
Cuando decimos (livianamente) que Todos Somos Uno, no llegamos a comprender la vastedad de esta afirmación.Verdaderamente, estamos todos conectados. Lo que pensamos y sentimos afecta tanto la realidad de nuestro planeta como la de cada nivel de existencia en el Universo.
Para circunscribirme nada más que a la Tierra, quien está obsesionado con la inseguridad y ve posibles asaltantes en cualquier lado, no solamente está atrayendo eso a su vida sino que también está “creando” esa realidad, está incrementando la masa potencial de esa experiencia en particular y en general, a través del aumento en la pobreza, en la violencia, en el resentimiento, en la ignorancia, en el miedo, en muchos modos. Cuando hacemos algo (por pequeño que sea), esta influencia crece todavía más porque se concretó.
El paradigma reinante de que somos seres individuales que no tienen conexión con el Todo nos hace vivir como si nuestras creaciones se agotaran en nosotros mismos. Así, pensamos barbaridades de los demás, sintiendo una ira descontrolada, pero luego nos rasgamos las vestiduras ante la violencia mundial, como si nosotros no tuviéramos nada que ver con eso.
Cuando decimos (livianamente) que Todos Somos Uno, no llegamos a comprender la vastedad de esta afirmación.Verdaderamente, estamos todos conectados. Lo que pensamos y sentimos afecta tanto la realidad de nuestro planeta como la de cada nivel de existencia en el Universo.
Para circunscribirme nada más que a la Tierra, quien está obsesionado con la inseguridad y ve posibles asaltantes en cualquier lado, no solamente está atrayendo eso a su vida sino que también está “creando” esa realidad, está incrementando la masa potencial de esa experiencia en particular y en general, a través del aumento en la pobreza, en la violencia, en el resentimiento, en la ignorancia, en el miedo, en muchos modos. Cuando hacemos algo (por pequeño que sea), esta influencia crece todavía más porque se concretó.
El paradigma reinante de que somos seres individuales que no tienen conexión con el Todo nos hace vivir como si nuestras creaciones se agotaran en nosotros mismos. Así, pensamos barbaridades de los demás, sintiendo una ira descontrolada, pero luego nos rasgamos las vestiduras ante la violencia mundial, como si nosotros no tuviéramos nada que ver con eso.
Todos somos responsables por todo. Esa es la verdad. Puede ser que en esta vida seas un “santo”, pero no es la primera vez que estás encarnado, por lo que tu contribución a este mundo es segura. Entonces, mejor trabajemos con nuestras Sombras y cuidemos lo que pensamos, lo que sentimos, lo que decimos y lo que hacemos. Los resultados están ahí afuera…
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