Una ex-paciente me escribió para preguntarme
acerca de sus amigos “de toda la vida” y de su querido hermano: “¿vivía en una
nube y no me daba cuenta de sus aspectos oscuros, nos alejamos porque ahora
somos distintos o está pasando algo nuevo?”.
Las tres cosas le respondí. Cuando
comenzamos a despertar y a ser más concientes, también despertamos a las
proyecciones que lanzamos afuera.
Esas partes nuestras que no podíamos aceptar eran puestas en los demás,
que actuaban de espejos de ellas. A
medida que vamos integrando la Sombra (lo que negamos de nosotros mismos) y nos
hacemos responsables de todo lo que somos, vamos elevando nuestra vibración.
Empezamos a percibir la diferencia de
vibraciones, a sentirnos incómodos frente a ciertas emociones y situaciones que
antes considerábamos “normales”. A su
vez, ahora nosotros somos espejos también de ellos y eso les resulta incómodo
porque se dan cuenta de los cambios que podrían hacer. Hay
tensión de ambos lados.
Por otro
lado, en la Nueva Energía, las relaciones están transformándose
vertiginosamente. Antes, el acento
estaba puesto en la seguridad que ellas nos aportaban. Serían para siempre. Con la familia, estaba una especie de
obligación tácita de permanecer unidos y afrontar cualquier cosa, aun a costa
de la salud física o mental de sus integrantes.
Con los amigos, la mayoría conocidos desde los primeros años, existía la
comodidad y certidumbre de un relato común.
Se privilegiaba la memoria y la
protección, cualidades importantes para una vieja energía, que insistía en la
lucha y la competencia.
Ahora,
el acento está puesto en el aprendizaje que cada relación aporta y en el amor
que intercambiamos.
Y esto puede ser con cualquier persona y en el tiempo que sea
necesario. Al darnos cuenta de que todo
es una oportunidad de conocernos, de crear, de amar, de ser parte integral de
Todo Lo Que Es, las relaciones se hacen más profundas y significativas. Podemos ser iluminados por un vínculo de dos
meses.
Permanecer en una familia o pareja o amistad
en que ya no tenemos conexión de corazón y propósito nos resulta difícil. O las
renovamos y profundizamos o nos alejamos (o nos alejan). A pesar de que sentimos esta necesidad en lo
más íntimo, sea conciente o inconcientemente, también nos duele. Una gran parte nuestra sigue atada a los
lineamientos antiguos y se resiste. Por
un lado, seguimos amando a esas personas y, por otro, anhelamos la seguridad
que supuestamente esas relaciones nos iban a dar.
En estos tiempos, somos responsables totales
de lo que nos sucede. Quizás, no nos
gusta pero no hay escapatoria. No podemos
usar a los demás para echarles la culpa ni para pedirles protección ni para
hacernos las víctimas. Debemos aprender a contenernos, a liberar
nuestro poder, a conocernos y amarnos, a ser libres y, desde allí, a
relacionarnos. Resulta complicado
porque estamos a mitad de camino: ni abandonamos lo viejo ni abrazamos lo nuevo
completamente.
Seamos compasivos, pacientes y tiernos con
nosotros mismos. Hay relaciones que se irán (para siempre o por un tiempo), otras que se transformarán y
otras que vendrán, más acordes con nuestra nueva vibración. Todo está bien. Nuestro
luminoso corazón jamás dejará de amar a nadie, esté o no esté a nuestro lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario