Hace tiempo, estoy observando algunas “casualidades” que me
llaman la atención; cosas tontas, pero
que suceden sincrónicamente. Por
ejemplo: el edificio está quieto, en silencio; salgo a tomar el ascensor y dos
personas más salen al mismo tiempo. Voy
a la terraza a descolgar ropa (malvestida) y, justo la otra consorcista que
también tenía ropa, se le ocurre ir. Mi
vecino de al lado saca a pasear al perro o sale a hacer compras, en el mismo momento
en que yo salgo; esto ya se ha hecho una costumbre tan repetida que hacemos
bromas al respecto. Estoy esperando en
un lugar y veo cómo, de golpe, entran muchísimas personas; se van, pasa un rato
casi sin nadie y de nuevo aparece una multitud.
miércoles, 6 de marzo de 2013
Un divague
Pensando en esto, me acordé de la Ley del Ritmo del Kybalion:
“Todo en el universo fluye y refluye. Todo es como la marea que sube y baja.
Todo tiene sus períodos de avance y retroceso. Todo se mueve como un péndulo,
la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma de su movimiento hacia
la izquierda. El ritmo es la compensación”.
Puedo percibir esto en mi vida y en la de otros muchas
veces, aunque nos resistimos porque, inconcientemente, queremos que todo suba
continuamente, en lugar de subir y bajar.
También, es común en los grandes procesos sociales y políticos: todo
tiene su ascensión, apogeo y caída. Pero,
es más difícil de descubrir en los sucesos de la vida cotidiana. Igual, me encanta pensar que hay un ritmo
divino atrás del ruido caótico de una gran ciudad. Digo… me parece… un divague… armónico...
Publicado por Laura Foletto en 16:53
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