Me sentí identificada con este capítulo de la novela
“Dirección contraria”, de Eduardo Pavlovsky, porque yo también tengo esa duda
ante las puertas… y porque suelo cuestionar todo como Poroto…
A veces Poroto se detenía en los bares en la puerta de
entrada largos ratos. Le costaba mucho
entender el significado de las palabras tire y empuje sobre las puertas de
entrada. Nunca acertaba entrar a un bar. Se pasaba un gran tiempo mirando a la
gente entrar y salir con facilidad por la puerta. Sabíamos ya que por sus características las
puertas eran un lugar fundamental y privilegiado en su vida. La salida. El centro
del conflicto se desplegaba cuando enfrentando a una puerta que decía tire
Poroto espontáneamente intentaba empujarla cuando en realidad tire es la
palabra que para la mayoría de la gente significa que hay que acercar a la
puerta en dirección al cuerpo. Su opuesto es empuje y sobre esto no tenía
ninguna duda. Había que empujar. Un día
arrojó una tacita de café al aire en dirección a la caja registradora mientras
gritaba. “Estoy tirando una taza de café y al tirarla la arrojo fuera de mi
cuerpo hacia afuera”. El dueño del bar
atónito le contestó que sus argumentaciones no le importaban y no las comprendía
pero que si no pagaba la taza y se disculpaba iba a ir preso. “Yo tiré la taza
de café hacia afuera pero sin embargo en la puerta dice tire y yo tengo que
presionar la puerta hacia adentro. ¿Se
da cuenta de la tremenda contradicción? Tire para mí es arrojar desde mi cuerpo
o brazo hacia afuera sin embargo cuando en la puerta de salida dice tire usted
exige que uno la traiga en dirección al cuerpo de uno. ¿Qué significa entonces
tire ha pensado alguna vez?”. Hubo una posterior discusión entre los parroquianos
que se levantaban y mirando los carteles de tire y empuje abrían y cerraban las
puertas discutiendo entre ellos las palabras de Poroto. Alguno de ellos un
joven pelirrojo le dio la razón y propuso modificar la palabra tire por empuje
hacia adentro. En realidad hasta ese momento nadie había discutido los carteles
pero Poroto era capaz de cuestionar todo lo que se aceptaba por dado y hacer
reflexionar a la gente sobre lo que se estipulaba y aceptaba sin pensar. Desde
ese día en ese bar muchos comenzaron a equivocarse al leer las palabras tire y
empuje nunca las palabras de Poroto dejaban de ser indiferentes a la gente esa
tarde para un gran sector del bar era un loco vulgar el arrojo de la taza fue
percibido como el acto de un anormal. Sin embargo para el otro cincuenta por
ciento las actitudes de Poroto eran entendidas de otra manera. Como alguien que
enfrentado a la rutina inconmensurable de la vida lanzara un grito de rebelión.
“Piensen lo que obedecen como obvio”, parecía gritarles Poroto y según él
muchas veces esos pequeños gestos sin sentido tenían el valor de convertirse en
acontecimientos porque como un “diapasón vibratorio” muchas personas comenzaban
a pensar en otras cosas de la vida que no cuestionaban. La puerta dejaba de ser
puerta lo obvio dejaba de ser obvio la orden dejaba de ser orden y toda una
vida se ponía así en cuestionamiento. Ese era el valor intrínseco de Poroto y
era ese precisamente el error de Uriarte de haberlo clasificado como
esquizofrénico. Más allá de sus conductas bizarras Poroto siempre producía
inteligencia en cada intervención. Por eso Willy lo defendía aunque aceptaba
que la forma de sus intervenciones a veces podía ser considerada como extraña
para la mayoría de la gente normal. Un día Poroto en los días de militancia le
había dicho a Willy en una de las tantas noches de diálogos interminables. “La
gente normal es la que duerme la vida. Pensalo la gente normal es la que duerme
la vida” cuántos tire y empuje decía Poroto aceptamos sin cuestionar hasta
convertirnos siempre en alumnos obedientes. Por otro lado Poroto decía que sin
arrojar la taza no hubiera habido discusión ni cuestionamiento entre los
parroquianos porque las palabras eran fácilmente rebatibles y el que tenía el poder
siempre las sabía imponer mientras que la acción muchas veces intentaba nivelar
las diferencias creando desconcierto en el poderoso desequilibrando las fuerzas
y entonces decía Poroto ya la tacita de café arrojada para justificar un simple
razonamiento se convertía allí en miles de tacitas cuestionadoras que resonaban
por todos los costados.
1 comentario:
Muy interesante. Un abrazo
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