He escrito muchas veces acerca de vivir el presente. Acostumbramos repetir el pasado en el hoy y, así, incrementado por el miedo a lo desconocido, continuarlo en el mañana.
La mayoría no toma conciencia de esto, atareados en sus corridas cotidianas. Cree que esas agendas completas, esa actividad frenética, ese tiempo lleno es sinónimo de vivir plenamente. Casi siempre es justamente lo contrario. Es, más bien, una huida de sí mismos, una postergación de una conexión con su interior, al que temen porque no conocen y no conocen porque no tienen tiempo. Es un círculo vicioso.
“Es una crisis de sentido. Lo que ha desaparecido es el tiempo significativo”, escribe Jacob Needleman. “Hemos aislado el tiempo del corazón del tiempo del mundo físico. Tratando de conquistar a la materia, hemos sido conquistados por ella. Somos objetos de un tiempo creado por nosotros y no sujetos del tiempo de la conciencia, del espíritu, del corazón. El tiempo del corazón no corre detrás de nada y un corazón tranquilo nunca es derrotado por el tiempo”.
Es una gran verdad. En el presente está contenido el pasado y el futuro, el presente es eterno, como el espíritu. En este sentido, se encuentran y el tiempo del corazón es el tiempo real. Como está dicho: “El tiempo es demasiado lento para aquellos que esperan, demasiado rápido para aquellos que temen, demasiado largo para aquellos que sufren, demasiado corto para aquellos que celebran, pero, para aquellos que aman, el tiempo es eterno. ”
viernes, 26 de diciembre de 2008
Tiempo del corazón
Publicado por Laura Foletto en 12:42
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