Después de la gimnasia china, un grupo nos vamos a
tomar café. El jueves, nos quedamos más
que de costumbre (un par de horas largas) y, al despedirnos, comentando cómo se
nos había pasado el tiempo tan rápido, Jorge dijo: “¡Y sin hablar mal de
nadie!”. Se lo comenté a una consultante
a propósito de un tema que estábamos tratando: a qué partes de ella quería
darle atención y energía.
Con mi grupo, no hablamos mal de los demás porque
somos buenos sino porque hemos decidido
compartir lo mejor de nosotros y de la vida. En parte fue inconciente y en parte lo hemos
explicitado, pero no tocamos cuestiones que nos hagan pelear o que nos
desanimen. Festejamos cumpleaños, buenas
noticias y lo que venga. Todos somos
grandes, hemos vivido muchas cosas y no queremos perder el tiempo con personas
ni con asuntos que no nos hagan bien.
Simple sabiduría o sabiduría simple…
Mi consultante tiene un largo historial de
engancharse de aspectos internos que la desvalorizan y la boicotean. Ha comprendido esto y está en el camino de
incorporar nuevas actitudes. Necesita redefinirse. Este propósito es muy actual. Después
de un largo tiempo de liberar los lastres psicológicos, emocionales, vinculares
y kármicos, estamos comenzando a tomar aire fresco y es preciso que rediseñemos
quiénes deseamos ser y cómo deseamos vivir.
Interiormente, somos un combo de aspectos que nos
tiran para arriba o para abajo. Como
hemos sido influidos por la noción de que poco podemos cambiar, en general nos
dejamos llevar de aquellas facetas que nos disminuyen y nos llenan de temores,
dudas y carencias. Después de todo, este
es un mundo frío y peligroso. ¿Lo es?
Sí y no. ¿Cuál deseas atraer? Yo trato de vivir en un mundo amable, con un
Dios/Diosa benevolente, que coopera constantemente con mi evolución. ¿Cómo me conecto con ello? Activando
mis mejores aspectos. Ten en cuenta
que no dije reflexionando ni soñando. Si
bien es cierto que primero debemos pensar y expresar aquello que queremos
crear, eso no se plasma hasta que lo hacemos realidad, carne, acto.
Lo
concretamos cuando, en el momento en que nos atrapamos con una actitud que nos
daña o nos desvaloriza, respiramos, la soltamos y tomamos una distinta. Un ejemplo muy común de estos días: revisas el
celular o el Facebook de tu pareja para chequear con quién se conecta y de qué
habla. Es un síntoma común de
desconfianza e inseguridad… en ti mismo.
En lugar de movilizar esos aspectos, persiguiendo a otro
indiscriminadamente, puedes trabajar en tu propia confianza.
Cuando
impulsamos un determinado aspecto, también promovemos ese aspecto en los otros
sujetos y en el entorno. Así, nos
rodeamos de aquello en lo que vibramos. Entonces,
si tú desconfías de ti mismo, vas a atraer personas y circunstancias que avalen
esa creencia, justificando esa inseguridad en que los demás te hacen cosas que
tú necesitas controlar para que no te las hagan… un enfermo círculo vicioso…
Necesitamos
redefinir quienes somos. Necesitamos
conocernos profundamente y elegir a cuáles aspectos le vamos a dedicar nuestra
atención. Necesitamos
elevar nuestro nivel, definiéndonos como seres humanos divinos, en un universo
amable, impulsados por una Energía que desea lo mejor para nosotros. Necesitamos pensarlo, sentirlo, decirlo,
llevarlo a la práctica en cada acto que nuestra Alma nos pone en el camino para
ayudarnos a concretarlo. Cada vez que nos proponemos algo, aparecen
las oportunidades. No te olvides, no
renuncies. Persevera. No se trata de hechos gloriosos y heroicos,
no estás en una película de Hollywood. Estás en la Creación de Dios/Diosa y eres
tiernamente amado.
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