¿Has observado que, cuando tomas una decisión para
mejorar algo, dos pulsiones se apoderan de ti inmediatamente? Simplificando, se podría denominar a una de vida y a otra de muerte. Freud usó dos deidades griegas para llamarlas:
Eros y Tánatos. O como el ángel y el
demonio, que te hablan a cada oído, impulsándote a continuar o a abandonar.
Ya sea que pretendas bajar de peso, dejar de fumar,
comenzar un estudio, emprender otro trabajo, separarte o lo que consideres que
ya es tiempo de iniciar para evolucionar, no te la verás fácil. El
impulso destructivo se aliará a la comodidad de la presente situación y te
llenará de dudas, incertidumbres y posibles fracasos acerca del futuro:
¿para qué tanto esfuerzo, para qué llenarte de nuevos problemas habiendo tantos
viejos que enfrentar?
Justamente, ese es uno de los temas. La
in/decisión de mantener posiciones insostenibles en el tiempo te ha llenado de
inconvenientes, que se agrandan a medida que te opones a cambiar. La comodidad se convierte en una
incomodidad diaria, en un traje que aprieta cada vez más, en un túnel sin
escapatoria. No hay más salida que
abordar la transformación.
Y entonces se desata el conflicto. Inicialmente, tus resistencias son más
potentes que el nuevo impulso. Muchas
veces, ganan. Estás tratando de
adelgazar y un cumpleaños es tu caída.
Tienes dos opciones: o sigues desbarrancando y renuncias o lo tomas como
una contingencia más en tu camino hacia la salud. Aceptar que caerás, que te
equivocarás, que fracasarás es primordial.
No hay proceso de aprendizaje sin errores. Comenzar cualquier cosa con eso en mente te
tranquiliza, porque entonces puedes sostener lo que te propones.
Estás
acostumbrado a lo perjudicial, ¿te has dado cuenta? Te es más fácil aceptar el
sufrimiento, las frustraciones, las restricciones, las penurias, los
rechazos. Es lo conocido. Te victimizas, culpas a los demás y
sigues. En una sociedad que te vende la
felicidad fácil a través del consumo y la ilusión de libertad, no puedes salir
de las limitaciones impuestas por generaciones.
Se requiere activar la conciencia
y la capacidad de elegir para disolver las pulsiones destructivas que
sobrevienen.
No se trata de una batalla porque, si lo tomas
desde ese punto de vista, lo conocido te ganará, porque es más fuerte. Lleva más energía aguantar y pelear que
soltar y fluir. Deja de pelearte contigo
mismo. Acepta el combo que eres, tus
luces y tus sombras. Sí, partes tuyas no desean lo mejor para ti
y quieren mantener el poder que tienen.
No las elijas. Toma
conciencia y decide que deseas lo más elevado para ti. Pregúntate: ¿esto sirve a
mi mayor bien y el de los demás?, ¿esto activa la más grande versión de mí
mismo?, ¿para qué atraje esta persona o situación?, ¿qué puedo aprender?
Seguramente, conoces la frase “¿Quieres ser feliz o
tener razón?”. Eres capaz de las dos cosas:
tienes razón cuando te alías con tu Ser, cuando liberas siglos de
condicionamientos perversos de luchas y sufrimiento. Estamos en otros tiempos y puedes elegir la
felicidad, siendo conciente y coherente con tus deseos esenciales. Establece
qué partes tuyas quieres que predominen en tu espacio interno; cómo sería tu
vida cotidiana regida por tus propias reglas; qué clase de relaciones tendrías
contigo y con los demás; cómo sería tu conexión con el Universo y con
Dios/Diosa. Esas serán tu norte, tu
guía. Cuando caigas, te olvides o te
pierdas, volverás a ellas y continuarás.
Elige ser extraordinario. Elige la felicidad. Elige la Vida. Elige ser tú mismo.
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