Quizás, te has dado
cuenta de que hace un tiempo vengo usando este concepto. Generalmente,
asociamos el término a personas que han logrado hazañas (como subir el
Aconcagua), son famosas (como un cantante), han superado grandes sufrimientos
(como alguien que pasó un abuso, una adicción, un accidente, etc.), son
geniales (como un científico), etc. En resumen, no alguien como nosotros…
Tendemos a
considerarnos “ordinarios”, o sea gente común con vidas comunes. Después de veinte años de Terapeuta,
puedo decir que nadie es ordinario. Algunos se ven así y otros se ven
raros y ambos ven a los demás como normales y felices. Todos están
equivocados. Somos un combo con aspectos genéricos y particulares.
El cerebro tiene
una característica: normaliza para ahorrar energía. Construye un
promedio del entorno y le llama la atención lo que no entra dentro de ese
cociente. Lo hace dentro de una media social (lo que nos viene dado por
el lugar y el tiempo en que vivimos) y una personal (lo que la familia y
nosotros montamos). Dentro de esos parámetros, nos movemos continuamente
y no cambia a menos que lo dispongamos concientemente. Esta es una labor
que dura para siempre, porque el cerebro vuelve a construir matrices en cada
nuevo nivel y porque estamos siendo bombardeados por la cultura constantemente
para ser absorbidos por el sistema.
¿Para qué tanto
trabajo?, te
preguntarás. Podríamos sobrevivir sin necesidad siquiera de pensar,
porque somos pensados por lo que el cerebro captó los primeros ocho
años, con algunas nuevas adquisiciones cada tanto. Reaccionamos con el
pasado al presente y así fundamos el futuro… y, sin embargo, el cerebro está
cableado para aprender hasta el último de sus días…
Esta oportunidad
está asociada a tu potencial. Tus aspectos genéricos, esos que compartes
con todos, esos que te hacen común, manejan tu vida diaria sin esfuerzo, no te
necesitan. Pero tú no eres solamente una colección de normalidades, que
mueven los engranajes de la sociedad. Eres un Alma, que decidió
encarnar para experimentar acerca de la espiritualidad en la materia, de la
creación, de la responsabilidad, del amor en la individualidad, de tantas cosas
maravillosas. Eso no se actualizará, a menos que tú lo resuelvas. Esa
decisión te convertirá en extraordinario.
Cuando
lo hagas, tu vida cotidiana se transformará en el escenario de tus aprendizajes. No verás a tus padres o tus hijos o tu
pareja o tus amigos o tus jefes como personas que están ahí por casualidad o
para importunarte o para rellenar tus días. Están ahí porque los elegiste
(desde tu Ser) para enseñarte algo y para que les enseñes algo. Tu
entorno no es un lugar adonde caíste porque sí, sino el medio en el cual puedes
desarrollar tus particularidades. Tu personalidad no es un castigo
divino, sino una oportunidad para aprender determinadas cualidades y para
desarrollar eso que te hace único, irrepetible, una chispa de Luz
individualizada de la Gran Fuente, con sus propios colores, sonidos, metas,
viajes, experiencias, familias, etc. ¡Que increíblemente bello y
movilizador!!
Nunca más te
aburrirás ni desearás objetivos externos para buscar reconocimiento y
validación. Tú eres extraordinario desde que naciste: date cuenta de que puedes estar conectado
a tu Alma, al Universo y a Dios/Diosa y fluir en la Creación, siendo, haciendo
y teniendo en concordancia con tu vibración esencial. A veces, me
encuentro diciéndole a algún consultante: “¡si pudieras verte con los ojos que
yo te veo!”. Tus ojos, normalizados y obnubilados por tu cerebro (tu
Ego), no advierten lo excepcional que eres. ¿Activarás esa
opción? Aquí estoy para acompañarte.
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