Mirando películas y series no latinas, se hace
evidente que hemos sido criados en la
exageración. Tendemos a extremar lo
bueno y lo malo, lo que nos lleva a dramatizar; a no distinguir entre lo
superfluo y lo importante; a subirnos al caballo y engrandecer nuestro papel
cuando nos va bien y a victimizarnos y culpar a los demás cuando nos va
mal. He conocido mucho estos vaivenes
(muy comunes en mi familia) y me llevó bastante tiempo controlarlos. Todavía me cuesta en algunas ocasiones. Esto me llevó a observar cómo evaluamos las
cualidades y defectos.
Algo que me sirvió para ello fue la práctica de
Eutonía cuando estudiaba Terapia de Integración Cuerpo-Mente. Tendemos a una hipertonía o a una hipotonía:
o ponemos demasiada fuerza o ponemos muy poca.
Un ejemplo claro es cuando alguien nos da la mano: o la estruja o apenas
la sostiene. La eutonía es la tensión adecuada y necesaria para la tarea que estamos
haciendo, ni más ni menos.
En nuestra sociedad, hay una tendencia a creer que
demasiado es mejor. Cuanto más esfuerzo,
más resultado; cuanto más tenemos, más somos.
Por otro lado, se está gestando un contrapeso, cercano a dejarse llevar
sin participar, a la desidia de pensar que todo es inútil porque no se puede
cambiar lo dado. Ninguna de las dos es
operativa.
Aquí se
juega el concepto de dualidad. Si
habitamos un extremo, nos iremos al otro irremediablemente, porque el oculto
presionará para existir. Lo hará a través de los demás, de situaciones
límites, de crisis, pero nos obligará a comprender que siempre hay un poco de
cada polo en algo (como el símbolo del Ying/Yan). Sólo
viendo TODAS las facetas de una persona o circunstancia, tendremos una idea
integral de lo que hay. Nada es
totalmente bueno ni malo. Creemos que el
equilibrio es mediocridad, es de tibios, de grises, y a veces es cierto. Pero, una forma de ascender esta dicotomía es
ir hacia la Trialidad, un concepto extra
que integra las polaridades, encontrando una nueva síntesis que sirve a un
propósito superior. Es como un
triángulo; en la base están los extremos y la moderación y en el vértice más
alto, la armonía superadora.
No me perdí del tema, aquí vamos. Muchos
defectos, carencias y debilidades están basados en una exageración de una
conducta o idea. Pasarse de un extremo
al otro es una cuestión de intensidad.
Un ejemplo: eres perfeccionista y super-exigente. ¿Qué pasaría si bajas esta característica lo
suficiente como para que hagas un excelente trabajo, sin volverte loco ni
presionar a los otros? Otro: dramatizas
frente a cualquier noticia que no te gusta.
¿Y si te calmas y usas esa emocionalidad para encontrar un curso de acción
mejor? Otro: te desanimas o lloras
cuando te confrontan o te lastiman. ¿Y
si utilizas la respiración para subir tu energía y valorarte con frases de
autoestima?
Míralo como una escala graduada, en la que vas
quitando o poniendo según lo que conviene.
El cuerpo es una gran ayuda, porque la respiración, el tono muscular, la
actitud, la energía, te dan la clave de cómo estás. Regúlalos
hasta que encuentres la armonía y luego sitúate en un polo superior: ¿qué puedo aprender de esta persona, de
esta situación?, ¿cómo saco mi mejor
potencial para responder?, ¿cómo contribuyo a la Luz?
Tu Ser te está mostrando continuamente la forma de
hacerlo, con los pequeños detalles de cada día.
No esperes la gran patada cósmica para intentarlo. No vivas dormido, apresurado, distraído o
aburrido; pon conciencia en tus interacciones internas y externas y tendrás
oportunidades constantemente de mejorar tu vida y aportar a un mundo
mejor. Comienza en ti.
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