Mi amor hacia los árboles viene desde mi infancia: me han
brindado abrigo, apoyo, sombra, contacto, escucha... no sólo físicamente...
Son mis hermanos verdes, los que me recuerdan el
enraizamiento y el vuelo, la contención y el desapego, la permanencia y la
mutabilidad, la eternidad y el presente, la tierra y el cielo, todo en
uno.
Últimamente, siento mi corazón muy cercano a ellos y los
miro y los toco y me siento bajo sus ramas y les agradezco constantemente. Son mi conexión más amorosa con la
Tierra. ¿Será que nos estamos acoplando
más a ella?
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