Esta semana, una paciente me contaba el enorme
(y rápido) cambio que había experimentado la relación con su pareja, a partir
de su propia transformación interna. Pero,
en un momento, él tuvo un comportamiento parecido al de antes y ella se
enganchó obsesivamente en una serie de victimizaciones y recriminaciones (como
las de antes). Le pregunté qué había
pensado y, mientras me lo contaba, le digo: “¿Te
das cuenta de que estabas escribiendo el
guión de lo que querías que él haga?”.
Lo admitió y se rió mucho, porque, efectivamente, cuando ella después se
calmó, él cambió la actitud, como si no hubiera pasado nada.
Leemos acerca de que somos los creadores de
nuestra realidad, pero la verdad es que no llegamos a incorporarlo. Nos cuesta mucho salirnos del paradigma
imperante de que tenemos poco que ver con lo que nos pasa. En
algún aspecto, es más fácil creerlo porque nos saca responsabilidad por nuestro
destino: los demás tienen la culpa.
Sin embargo, serlo nos lleva a la verdadera
libertad y, más todavía, nos conecta con nuestro Ser. Cuando
dejamos en manos de otros lo que sucede, cedemos el potencial de aprendizaje,
evolución y plenitud que traemos y permitimos que los demás (o el sistema)
decida por nosotros. Luego,
quejarnos, amargarnos o frustrarnos no lo soluciona.
Si probáramos esta aseveración con un poco de
constancia y entusiasmo, pronto veríamos que nuestro mundo cambia radicalmente,
sin esfuerzos inútiles. Cuando no actuamos como creadores, tratamos
afanosamente de cambiar a los otros o a las circunstancias, con poco resultado
duradero. Nos desgastamos, cayendo
en repeticiones de sufrimientos cada vez mayores. Nos desilusionamos, pensando que no somos
suficientes o que no merecemos lo que deseamos.
El único
error es querer cambiar el afuera. Lo
que hay que cambiar es el adentro. Ya lo sabes… en la teoría. ¿Cómo
lo llevas a la práctica? Saliéndote
del papel de víctima y tomando el poder.
Pregúntate: ¿qué parte de mí está creando esto? Recuerda tu infancia: ¿mis padres hacían esto?,
¿ellos o algún hecho de mi niñez detonó esta creencia? Todo lo
sucedido hasta los ocho años ha marcado tus creencias acerca de la vida. Cuando descubras la raíz, elige algo
distinto, algo que tenga relación con quien eres y deseas AHORA. No traigas el pasado al presente, destruyendo
tu futuro. Alíate con tu Niño Interno, guiándolo, protegiéndolo y brindándole una
nueva vida.
Un mecanismo interesante que sucede muchas
veces es que, cuando deseamos abrir una
instancia distinta, se produce un exacerbación de la otra. Por ejemplo, quieres trabajar la prosperidad…
y caes en una carencia peor que la que traías.
Esto se debe a compensaciones de la dualidad, por un lado, y, por otro,
a que es necesario que saques a la luz todos los programas, decretos y
emociones referentes a la carencia, para que puedas tomar conciencia de ellos,
liberarlos y elegir otras modalidades.
Esto está sumamente incrementado en estos tiempos, en todas las áreas que
debes transformar. Tu alma está limpiando profundamente.
No hay escapatoria; por lo tanto, actúa a tu ritmo y concientemente.
Tus
pensamientos y emociones cotidianos escriben el guión de tu existencia. Deja de culpar a los demás e
inicia la maravillosa aventura de narrar un argumento lleno de amor,
abundancia, plenitud y luz, lleno de ti.
Las resistencias que creas
encontrar nacen en tu interior y son la oportunidad de correr las limitaciones. Hazlo y nuevas creaciones se abrirán ante
ti. Eres y tienes todo lo que necesitas
ya mismo. Comienza, escribe tu mejor
mundo posible y vívelo. La Luz te
ilumina.
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