Cuando
era chica, yo creía que era hermosa. A
mi mamá le encantaba la ropa (lo que heredé), así que usaba lindos vestidos,
con los que me pavoneaba mientras movía mis rulos naturales. Al crecer en la pubertad, en la escuela, me
mostraron que era demasiada alta, demasiado flaca, demasiado narigona,
demasiado orejuda, demasiado intensa, poco femenina. Eso me marcó fuertemente por años. A pesar de que tuve mucho éxito con los
hombres, nunca me lo creí. Yo era la bruja
más fea de cualquier lugar.
Con la
terapia, los estudios y un gran trabajo interno, comencé a darme cuenta de que
idealizaba determinado tipo de mujer y de que ponía en el físico no sólo mi
bajísima autoestima sino que también lo castigaba con síntomas y enfermedades,
producto de cuestiones emocionales y mentales no resueltas. A
medida que las iba solucionando, me fui amigando con el cuerpo. Luego, comprendí que es el templo maravilloso
adonde mi Alma hace su aprendizaje y el Espíritu mora. Hoy, estoy feliz en él.
Vivimos
en una cultura que exige cuerpos perfectos (no sólo a las mujeres, ahora
también a los hombres). El objetivo es usarlos como envases
atrayentes y como máquinas incansables.
Para las religiones, fueron y son recipientes descartables y sucios,
albergues de lo material y del mal. No es de extrañar entonces la mala o
inexistente relación que tenemos con él.
A pesar
de que muchas personas quieren cambiar este paradigma, a través de una mejor
alimentación y de actividades más cuidadas, observo que siguen sin conectarse
profundamente con su cuerpo. Pierden la relación cuerpomente y, con ello,
los valiosos mensajes que transformarían sus vidas cotidianas. En lo espiritual, continúan creyendo que
deben “ascender” sin el cuerpo. Enorme error.
En la
última canalización de Adamus, a través de Geoffrey Hoppe, él introdujo el
término “iluminación encarnada”. ¡Así es!
¿Por qué tenemos tantos conflictos físicos cuando
despertamos? Porque el cuerpo está
liberando conceptos y vivencias de cientos de encarnaciones y porque está
ajustándose a nuevos niveles de energía, que harán que la conexión con el Alma
sea total, en este ahora y aquí, en esta preciosa Tierra, en este cuerpo. ¡Tremendo logro!
Te relacionas con el mundo (interno y externo) con tu cuerpo. Amas, acaricias, sufres,
envidias, admiras, te enojas, ves, hueles, tocas, oyes, hablas, sientes placer
o dolor, disfrutas, caminas, duermes, comes… con este cuerpo. Tus traumas, conflictos, aprendizajes hallan
terreno metafórico… en este cuerpo. Si te avergüenzas de él, si lo odias, si lo
anestesias, si lo ocultas, estás luchando contra ti mismo inútilmente. Te
propongo aceptarlo, cuidarlo, amarlo, escucharlo, vivirlo amablemente (en
el próximo Tip te daré muchas sugerencias).
3 comentarios:
Interesante post Laura..estoy cambiando alimentacion gracias a unas encantadoras almorranas que me me han venido a recordar esa falta de cuidado que he tenido en esta area y me temo que muchos temas de culpa que estoy sanando de nuevo. Era consciente de la necesidad de ese cambio pero lo retardaba.
Por.otro lado...desde pequeña,.como a ti, me ha encantado la ropa y me cambiaba muchas veces al dia. Hoy en dia, a veces me crea conflicto interno seguir teniendo esta tendencia a hacerlo y a explorar nuevas mezclas. A veces me digo que sigo apegada a las apariencias y a.veces me digo que es mi forma de expresarme y crear. Tu que opinas?
Sonia, sólo tú puedes saber si es una cuestión de apariencias o de expresión. Sea como sea, puedes usar esa tendencia concientemente y preguntarte acerca de tus aspectos (los internos), tus deseos y tendencias, tu ganas de cambiar, tu necesidad de ser reconocida de distintas formas, etc. Todo significa algo, es cuestión de encontrar qué y movilizar esta información para nuestra evolución y creación.
Te mando un cariñoso abrazo.
Un poco de todo!! Ja,ja.. un abrazo tambien para ti!
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