Hace mucho tiempo, alguien me dijo: “la única forma de crecer es ponerte
incómoda”. Me impactó porque
comprendí que mi frustración y mi vacío se debían a que estaba estancada en una
zona de comodidad.
A todos nos pasa eso en determinados momentos
porque, luego de superar situaciones difíciles y encontrar períodos de confort,
pretendemos instalarnos en ellos… para siempre.
En algún momento, comenzamos a percibir los mensajes del alma para
iniciar una nueva transformación, pero nos ingeniamos para eludirlos y seguir
en lo establecido. Poco a poco, la comodidad se vuelve incómoda: las sutiles
advertencias se convierten en golpes y estos en caídas estrepitosas, y aun así
nos resistimos a cambiar.
Es
imposible ignorar las espirales evolutivas. Sucederán sin importar si queremos o no;
entonces, ¿por qué no colaborar a nuestro ritmo en lugar de esperar el
inevitable empujón, que vendrá exigido y lleno de los problemas que fuimos
acumulando inútilmente? Tenemos miedo de saltar lo que consideramos
un abismo insuperable.
El abismo está atestado de temor a lo
desconocido, a tomar decisiones, a inaugurar actitudes inéditas, a explorar
territorios extraños, a enfrentar a personas y situaciones, a salir de la monotonía asfixiante, a
movilizar recursos potenciales, y, por sobre todo, a sacar a respirar los
sueños y hacerlos realidad.
No le
tememos tanto a la oscuridad como a la luz. Aprendí esto luego de mis primeros tiempos de
terapia. Estaba aterrorizada y
avergonzada de los monstruos que encontraría en mi interior. Obviamente, los hallé, pero no eran tan
terribles ni tan enormes. Más bien, encontré una Niñita prisionera de
limitaciones y temores impuestos, deseosa de salir a jugar al mundo entusiasta
y alegremente.
Comprendí
que su liberación era mi liberación. Que ella traía los designios de mi alma para
esta encarnación. Que esos abismos eran
imaginarios, productos reaccionarios del pasado, sin conexión con las
posibilidades reales a mi disposición.
Que yo ya traía todo lo que necesitaba para saltarlos y que lo único que
precisaba era confianza. Una confianza que no saldría del Ego (que
siempre me bombardearía con sus dudas, miedos y convenciones) sino del
Alma.
Poco a poco, estoy aprendiendo a descubrir el
potencial que traigo. Soy tan
increíblemente iluminante (no solamente iluminada), que me asusta y me retraigo
y me oculto hasta que vuelvo a confiar.
¿Te parece arrogante? Eres igual.
Por eso te excusas con tu oscuridad y te escondes de tu propia luz.
Ese es el abismo más enorme que puedes saltar:
saberte y creerte un Ser de Luz, jugando a ser humano, en un pequeño y hermoso
planeta en el confín del universo. Todo
está en ti: lo que deseas ser, hacer y tener y que tanto temes. TODO. No se trata de lograrlo sino de revelarlo y
manifestarlo.
En estos tiempos, el mundo y su vieja energía
también contribuyen a que tengas miedo, exaltando los mecanismos de control y
manipulación, a través de las noticias y la publicidad. Respira
y entra en ti. Despeja la oscuridad y
busca tu luz. Escucha los mensajes de tu
alma, salta y confía. Eres divinamente guiado
y protegido.
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