Necesito inspiración. Estoy en blanco. Después de maravillosos días en Chile, con
cumpleaños incluido, y la internación de mi padre (está mejorando de su
neumonía), muchas cosas me dan vueltas, pero me senté a último momento a
escribir este Boletín y no se me ocurre nada… socorro!!!
Observo que están pasando situaciones extremas
(las inundaciones en mi país, por ejemplo) y no está pasando nada. Todo al mismo tiempo. Ciertos acontecimientos, tanto personales
como sociales, nos golpean y exigen respuestas transformadoramente
profundas. Otros se tardan más de lo que
queremos tolerar.
Entre
medio de lo que logremos crear o ayudar a crear y de lo que debemos esperar, me
pregunto qué es lo que sí podemos hacer y, sobre todo, cómo realizarlo: una pregunta que pocos se hacen en el fragor de la coyuntura.
Acostumbrados
a lo que no está pasando, a lo que no somos, no tenemos, no podemos, en
definitiva, a nonearnos (¿a nadie se
le ocurrió inventar este verbo, que es tan actuado?!), nos perdemos de sísearnos (suena lindo…) y de contar
las bendiciones.
Estamos repletos de ellas y, si las apreciamos y agradecemos cada día,
crecerán y atraerán más bendiciones.
Además, como escribí una vez, si crees que algo le falta al mundo para
que seas feliz, ten en cuenta que es justamente eso que tú traes para entregar,
así que despierta tu potencial y date y dale al mundo tu preciosa contribución.
Cómo concretarlo es una decisión
fundamental. Cuando las cosas se ponen
feas o tardan, tendemos a reaccionar erradamente, a dramatizar, a hacer
demasiado o lo que no corresponde, a maltratarnos, a desear que suceda
cualquier cosa de cualquier forma, y, lamentablemente, el universo suele darnos
lo que pedimos o de acuerdo a nuestra energía del momento.
Pocas veces, nos paramos a considerar qué
pensamientos pueblan nuestra mente, qué emociones alberga nuestro cuerpo, qué
incitamos con nuestra conducta diaria.
Sin embargo, todo eso constituye
el material de la creación. La
inconciencia es la madre de las repeticiones y los problemas.
¿Haces un alto, respiras, sientes el cuerpo,
las piernas conectadas a la Tierra y el torso al Cielo, detienes los
pensamientos con una voz de verdadera autoridad interna? Este momento es único. Tú eres único. Cálmate, céntrate. Dile a los aspectos de tu Ego que se callen
un rato. Haz silencio un minuto.
Permite que tu Alma se comunique (no grita, susurra con cálidas y firmes
palabras o te muestra imágenes o te provoca sensaciones). Puede tardar, no estás acostumbrado
todavía. Persiste hasta que lo
logres. O estudia las señales, todo lo
que te rodea te manifiesta el camino.
Cuando pides ayuda a tu Ser Superior o le
“tiras” un problema, no te estás lavando las manos. Estás
acudiendo a otro aspecto de ti, uno que tiene el panorama completo y las
conexiones necesarias. Cuando aparece la
solución, no te desdigas ni huyas, pon el cuerpo y hazlo, afírmate y disfruta
el proceso de fluir con el universo.
Mientras esto pasa, cesa de maltratarte. Mímate, valórate, ten paciencia, sé
constante, trabaja todos los días un poco, festeja tus éxitos y deja pasar tus
bajezas. Últimamente, se me está
apareciendo mucho la ternura. ¡Cómo nos
falta y cuánto nos ayudaría! Aprendamos a ser tiernos con nosotros
mismos, como si fuéramos bebés comenzando el camino de la Luz, y prodiguemos
ternura a los demás, ya que todos estamos en la misma senda.
Al final, llegué al final. Esto se me ocurrió. Me alegra el resultado… Dios/Diosa nos ama tiernamente… Abramos el corazón a recibirla.
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