Eres un bebé. Lloras en tu cuna porque necesitas compañía, pero nadie acude. Finalmente, cansado, iracundo, apenado, sofocas tu llanto conteniendo la respiración y te duermes. Otro día, mientras tu madre te alimenta en su pecho, buscas sus ojos y ella está lejos, en sus preocupaciones; te manipula con brazos fríos, sin contacto emocional. Jadeas como si hubieras entrado en un mar helado. Eres un niño. Estás angustiado porque un compañero te golpea; precisas apoyo. Tus padres desestiman tus lágrimas y se burlan de tu temor. Te las tragas y te congelas.
Es la historia de todos, no es así? Sea que lo recuerdes o no, tu cuerpo lo hace. Está fijado en un tono muscular de tensión o de pesadez; está reprimido en una respiración corta y superficial; está anclado en algún síntoma o enfermedad. En tu interior, el impulso natural de respirar y de sentir se divide, la expresión se vuelve sobre sí y se bloquea, en lucha contra ti mismo. Cada emoción contenida o negada te transforma en un robot eficiente y productivo, pero, en lo profundo, no hay olvido ni alivio. Tu cuerpo te apresa en un pasado aciago.
Dejarte llevar de tus emociones continuamente tampoco es la solución, porque así ellas son tus dueñas y no te permiten nada fuera de su capricho. Las lágrimas o los gritos frente a cualquier situación son sólo impotencia. Has sucumbido a tus emociones, sin lograr independencia.
La respiración bloqueada y el tono muscular tenso es la coraza con la que te defiendes de esas emociones indeseadas. Esa retención tiene poder sobre ti. Cuando la liberas, no sólo recobras la energía de la emoción sino la que usabas para retenerla. Eso hace que la respiración se abra y entonces puedes tomar la energía infinita del Universo que te alberga.
En principio, este proceso parece imponente, porque significaría volver a sentir esas emociones devastadoras y enfrentar lo que temías: la ira, la frialdad o el abandono de los otros, un mundo lleno de peligros. Paradójicamente, ese es el mundo en el que vives. Como tu alma te urge a resolver esos conflictos, terminas atrapado en la misma red que pretendes evadir. Tus peores miedos atraen lo que temes y, para peor, sigues congelado y débil.
¿Cómo solucionar este laberinto? Entregándote. Cada vez que te demandas que no “debes” sentir algo, estás luchando contra ti mismo. Permite su expresión. Ábrete a lo que sientes y acéptalo como tu realidad del momento. Respíralo, déjalo que encuentre salida en tu aliento, toma conciencia de su origen, permítele liberarse, transmútalo. Esa herida incurable, ese problema eterno finalmente se disuelven en la maravillosa energía universal, en este presente eterno. Tu cuerpo se ablanda y se flexibiliza, reconociendo un mundo amable.
Lo que parecía tan terrible lo era para un bebé, para un niño, dependiente de los demás para todo. Ahora, eres adulto. Esos Niños Internos siguen en ti, esperando otros padres, unos Padres Internos llenos de amor y contención. Sé así para ellos. Escúchalos, déjalos expresarse, abrázalos. El círculo se cierra. Estás dando lo que viniste a aprender. Eres capaz de cambiar, de comprender, de apoyar, de fortalecerte, de elegir, de amar.
Tu tierno interior necesita la caricia de una mano maternal y el poder protector de una mano paternal, una pareja amorosa. La fusión de las energías femeninas y masculinas. Una respiración abierta, profunda, libre en un cuerpo sano, sensible, poderoso. Piernas arraigadas en la Madre Tierra, con un corazón conectado a Dios/Diosa. El amor es tu derecho divino. Llena cada célula de él y crea un nuevo mundo.
5 comentarios:
Muchísimas gracias por esto. Hoy lo necesitaba.
Quiero darte las gracias porque con tus palabras me hiciste ver mas claro lo que esta pasando conmigo con una situacion particular. Gracias desde el fondo de mi alma. Bendiciones.
¡Gracias a ustedes! Me alegra ser la portavoz externa de su voz interna. Bendiciones.
Laura, pero¿ por qué teniendo ya algunas "herramientas"(por ejemplo, acudir a tu blog)es tan fácil caer en ires y venires de la vida cotidiana escuchando a nuestro ego y permitiéndonos caer en el sufrimiento o en los miedos o en sumisión, o en desconfianza, etc.?
Mariló.
buenos su espacio online es muy hermoso,es la tercera vez que hay visitado su pagina, bon trabajo!
hasta
Publicar un comentario