Cuando recién te despiertas a la mañana, ¿qué te acuerdas de ti?, ¿tu vida entera se aparece de golpe?, ¿comienzas a pensar en lo que debes hacer?, ¿alguna vez reflexionaste en cómo te inicias cada día? En realidad, en el instante en que estás conciente otra vez después de una noche de sueño, tu vida está en blanco. Tienes que recordar quién eres, qué vas a hacer, tu pasado, tus planes, tu entorno, lenta o rápidamente vas recordando-te. Tú eres tu memoria.
Pocas veces, tomamos en cuenta que nuestro existir es producto de la memoria. No podríamos desempeñarnos si no recordáramos cómo es hacer el desayuno, lavarnos los dientes, vestirnos, leer el diario, realizar la actividad a la que nos dedicamos, etc. Estas funciones de la memoria son imprescindibles y nos facilitan las tareas. Es la estructura de nuestro hacer.
¿Qué sucede con nuestro ser? ¿Hasta qué punto nos define el cargar con las memorias del pasado? ¿Qué cambiaría de nosotros si pudiéramos olvidar? ¿Es posible olvidar? Preguntas vitales. ¿Qué respuestas tenemos a ellas? En general, crecemos con la idea de que el pasado es imborrable, fijo, determinista. A tal niñez, le corresponde tal desarrollo. A tal situación traumática, le sigue tal invalidación. Una especie de teoría casi condenatoria y fatalista, en la que nos ofrecen la adaptación o la lucha como soluciones.
¿Hay otra? Pensemos. Cuando aprendemos a conducir un automóvil, en principio tenemos que recordar los distintos elementos y la forma en que funcionan. A medida que practicamos y los vamos incorporando, se nos hace automático manejar y ya simplemente nos subimos y lo hacemos sin pensar. La clave es que aprendimos e incorporamos el proceso. ¿Por qué continuamos recordando cuando se trata de ser? Porque no encontramos la enseñanza y no la hicimos carne, parte de nuestra nueva vida.
Cuando se dice que debemos recordar los genocidios de pasado para no repetirlos, se olvida que lo hacemos porque todavía no aprendimos de ellos y seguimos creyendo como Humanidad que la solución de los conflictos es a través de la confrontación y la dominación, porque la lucha sigue siendo la forma de desarrollo y la guerra el mayor catalizador de energía grupal. Cuando podamos internalizar que el amor y la paz son nuestra esencia y actuar desde ellos, no repetiremos nada porque un nuevo paradigma será instalado y generaremos a través de la cooperación y la creatividad conectadas al Ser.
Si sigues creyendo que las circunstancias de tu pasado determinan tu presente es que estás esclavizado por tu memoria. Más bien pregúntate cuál fue el propósito por el cual elegiste esas circunstancias, acéptalas y aprende de ellas el potencial luminoso que traen para que concretes. Tus malos recuerdos persistirán mientras continúes creyéndolos condenas perpetuas en lugar de oportunidades de crecimiento y motivaciones de comprensión, perdón y gratitud. Al activar tus capacidades latentes y disfrutar tu vida amorosamente, tu memoria irá desvaneciéndose en el tiempo como una neblina, mientras el sol brilla en cada instante… el aquí y ahora es la única solución y la única verdad.
En última instancia, todo es una ilusión, como te das cuenta cuando sanas tu pasado y vives en el presente. Ningún sufrimiento ni ninguna alegría existen verdaderamente, ninguna situación fue real, nadie te dañó ni dañaste a nadie. Estás aquí pretendiendo ser un Ego haciendo experiencia, separado de Dios/Diosa. Es un sueño. Sigues siendo Dios/Diosa. Despierta. Mientras elijas seguir en esta ilusión colectiva, ¿cómo la vas a fundar? ¿Dolorosa, limitada, carente, atada al pasado? ¿Alegre, amorosa, serena, creativa, abundante, potente, en la Gracia? Es tu decisión. Olvida tu memoria y recuérdate chispa de Luz.
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