Hace mucho tiempo, estaba atravesando circunstancias particularmente pesadas y me enojaba cada vez más: “¿por qué pasaba eso?, ¿para qué tanta negrura?”. Un día, subo a la terraza a colgar ropa y, cuando bajo, veo de reojo una sombra en el piso. Me olvidaba una toallita. Pensé: “si no fuera por la sombra, no la hubiera visto”. ¡Fue un momento de revelación!
No es que no supiera que el propósito de la oscuridad es develar la luz, sino que no lo estaba vivenciando. Esto sucede muy a menudo. Nos llenamos de información, pero no la ponemos en práctica. Así, nos cargamos con los “debería”, mientras nuestra vida diaria sigue su rutina de repeticiones neuróticas. Así, me propuse trabajar, tanto en lo personal como en lo profesional, la concreción.
En este tema, algunos se pierden en la fantasía y la imaginación de sus deseos y posibilidades y otros en la densidad de lo cotidiano, sin acceder a ellos. Los primeros encuentran a su cuerpo y a la realidad circundante pesados y faltos de interés mental o espiritual. Se refugian en sus sueños, mientras rehuyen o tratan de postergar su materialización. Los segundos se enredan en el accionar, corriendo de un lado a otro. No se conocen a sí mismos y tapan sus insatisfacciones con más acontecimientos.
Lo que para uno es fácil para el otro es complicado. Cada temática es el aprendizaje de cada cual. No vale evadirse: mejor tomar el desafío antes de que se haga más difícil. Efectivamente, tendemos a redundar en lo que nos resulta conocido y así nos complicamos cada vez más, llegando a convencernos de que no habrá salida.
Giramos y giramos en el mismo error, creyendo que redoblar el esfuerzo lo remediará. Perduramos en el mismo plano, sin darnos cuenta de que la solución está en subir de nivel, porque sino lo único que hacemos es emparchar sin cesar, garantizar la locura.
Muchos llegan a la terapia en esta etapa. Mientras el Ego está desesperado y sin respuestas efectivas, el alma está encontrando el camino hacia la conciencia. Y susurra que la escuchemos, porque sabe lo que necesitamos.
El alma reconoce el juego de la dualidad y no se deja llevar por el drama con que tratamos la oscuridad. En esta ilusión terrenal, la sombra es una forma de aprendizaje; una manera de profundizar la comprensión; un modo de adquirir fuerza, seguridad, constancia; un recurso para descubrir la Luz.
A tu Ego le encanta complicar esta realidad. Puedes dedicarte a hacer innumerables cursos, a leer toneladas de libros, a hacer complejos rituales, meditaciones y técnicas energéticas. O puedes agotarte con situaciones difíciles, llenándote de obligaciones y compromisos contigo y con otros. O todo a la vez… que no hay porqué andar con chiquitas… :-)
Tarde o temprano, todos estos rodeos demostrarán su inutilidad. Te encontrarás cansado, harto, vacío, decepcionado. Querrás “algo más”, que no puedes definir. Se trata sencillamente de reconocer que lo que buscas afuera está adentro. Que no tienes que “cambiar” nada sino aceptarte en la maravillosa complejidad simple que eres. Que posees la decisión y los recursos en tus manos. Que, en la vida que ahora estás llevando, están las oportunidades para transformarla.
Nada de lo que te sucedió, te sucede ni te sucederá son accidentes o casualidades. Son el diseño sagrado que tu alma usa para que crees y ames. No tienes que ir más allá ni dificultarla. Si decodificas cada situación, cada encuentro, cada relación, cada momento encontrarás las claves para reencontrarte y hacer de tu vida el Cielo en la Tierra. Tan simple como eso. Tan rico como eso. Tan humanamente divino como eso.
lunes, 4 de mayo de 2009
¿Tu vida como diseño sagrado?
Publicado por Laura Foletto en 12:02
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