Según las
estadísticas, un 20% de las personas son introvertidas. En una sociedad
que privilegia la extroversión, las características de los introvertidos suelen
ser poco reconocidas y su contribución desvalorizada.
¿Cuáles son las
particularidades de cada uno? Al parecer, las diferencias ya vienen desde
el cerebro. Los introvertidos tienen más materia gris en la corteza
pre-frontal (relacionada con el pensamiento abstracto y la toma de decisiones)
y más actividad en los lóbulos frontales y en el tálamo (lo que los haría más
capaces de hacer planes, resolver problemas, aprender, controlar lo motor
y la vigilancia). Esto significaría que se dedican más a lo abstracto,
a los detalles (y a ser abrumados por ellos), a observar y analizar, a vivir en
su mundo interno.
Los extrovertidos,
al tener una corteza pre-frontal menos densa, tienden a estar más en el momento
y no indagar demasiado; asocian la sobreexcitación a una forma de recompensa,
lo que los lleva a actividades más riesgosas para bajar la angustia. El
lado derecho de la amígdala y la corteza cingulada son más grandes, por lo que la
respuesta y el aprendizaje emocional se les facilita. Se sienten a gusto
en lo grupal y suelen tener mejor autoestima.
Según estén
emocionalmente estables o no, pueden tener estas peculiaridades:
Se dice que una
forma de diferenciar al introvertido del extrovertido es que los primeros se
fatigan de la interacción social y se retraen para evitar la ansiedad mientras
los segundos se ponen ansiosos al estar solos y se recargan estando con
otros. ¿Cómo se comportan? Al extrovertido se le abren las
puertas porque tiene más contactos, sabe tratar con toda clase de personas,
habla de sus problemas abiertamente (con lo que se descarga), es divertido,
optimista y es más valorado socialmente.
Por lo tanto, el
introvertido parece tener más problemas porque se lo percibe callado, tímido,
solitario, reservado. Básicamente es selectivo, elige con quién
relacionarse, elige qué mostrar y qué no. Tiende a pocas relaciones pero
más profundas. Disfruta su soledad e interacciona según sus necesidades.
Mientras el extrovertido charla y se mueve, el introvertido observa y examina.
Y ahí está su gran contribución: en el análisis y las soluciones que puede
aportar. Al costarle interactuar, es muy común que el introvertido se
calle y se retraiga. Debe hacer el esfuerzo de comunicar lo que advierte
porque ese nivel de exploración y penetración es muy necesario en un mundo
muchas veces superficial y exitista.
Soy una
introvertida con algunas características extrovertidas. Conozco los
prejuicios que afrontamos: parecer antipática, cerrada, antisocial, fría (o
intensa e inconvenientemente emocional, lo que se ha ido diluyendo a medida que
fui manejando las emociones), detallista, sabelotodo, etc. Al principio,
me la pasaba opinando sobre cualquier cosa porque amo aprender y he leído sin
límites, pero he aprendido a callarme y opinar cuando me lo piden o considero
que es necesario (con sus excepciones, jaja!). Generalmente, tengo muchos
consultantes introvertidos porque uno atrae lo que es. Sé de sus
problemáticas y me encanta ayudarlos a encontrar lo bello y valioso de su naturaleza.
Ser hipersensible acompaña esta forma de ser (lo trataré en el próximo Boletín)
y puede ser tan difícil como precioso. Aceptarnos y aceptar lo
diferente hace a la integración en el Amor que nos debemos como
humanidad. Todos traemos algo maravilloso que dar y recibir y florecemos
cuando nos abrimos a la interacción, cada uno desde su propia esencia.
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