La semana anterior, un tema común entre los
pacientes fue el de no congeniar con un modelo de su entorno y las dificultades
de sostener uno propio (ser introvertido en un mundo extrovertido, no tener
hijos, ser hipersensible, etc.). En
realidad, no nos enseñan a conocernos e
investigar cuál es nuestro “diseño” original sino que nos adiestran a ser de
determinada forma que está sancionada por la mayoría. Este conflicto entre lo que somos y lo que
debemos ser es la fuente de muchas desdichas, fracasos y culpas y de decisiones
que pueden frustrarnos enormemente.
Ese diseño no es una casualidad genética ni un
accidente ni una desgracia: está
finamente planeado para aplicar las cualidades que hemos aprendido en otras vidas
(los dones que portamos) y para continuar aprendiendo nuevas habilidades
creativas (los desafíos y problemas que se nos presentan). Si no nos vemos de esa forma, terminamos
desaprovechando un potencial maravilloso que es nuestra firma energética. Solo seremos felices y plenos si aceptamos y
desarrollamos lo que somos esencialmente; también, esa es nuestra contribución
al mundo.
Cuando no nos tomamos el tiempo de conocernos y nos
obligamos a ser de otra forma, vamos en contra de todo lo que nuestra energía
atrae por sí misma y luchamos para seguir un camino que no nos pertenece. Esto se incrementa cuando nuestro ambiente es
muy distinto de lo que nos nace naturalmente y accedemos a sus demandas para
adaptarnos y no crear problemas. Es un
gran error porque los dones que traemos y no manifestamos también les servirían
a ellos y podrían abrirles puertas de percepción que de otra manera
permanecerán cerradas.
La decisión de escucharnos y ser fieles a nuestra
voz interior no es algo que sucede de una vez.
Es común que aparezcan pruebas y
oposiciones por parte de los demás, los cuales contribuyen a profundizar y
reforzar nuestra elección. En lugar de tomarlos como algo perjudicial o
como excusas para desistir, debemos darles la bienvenida como sucesos que nos
harán más fuertes, seguros y arraigados y que expandirán nuestras limitaciones
y posibilidades cada vez más.
Es interesante observar la labor de conocerse a uno
mismo desde la óptica del cuerpo.
Imagina que estás comenzando una disciplina física (yoga, gimnasia,
etc.): ¿cómo lo realizas? Si haces lo
mínimo o estás pensando en otra cosa, tu cuerpo se tensará progresivamente y te
volverás inconciente. Si lo tomas como una
aventura y exploras cuidadosamente tus límites, te extenderás y desarrollarás. Si tratas de ir más allá de lo que puedes, lo
más probable es que te duela o te lastimes.
Manifestado sencillamente, es la
diferencia entre ignorarte, hacerte el amor y violarte a ti mismo.
Una paciente me contaba que, cuando hacía lo que
deseaba de corazón, se sentía bien, vital, feliz. Cuando venían a cuestionarle sus elecciones o
hacía algo para conformar a los otros, entraba en una nebulosa en la que se
perdía y se empezaba a tensar, enfermar, somatizar. El
cuerpo es la guía y debemos escuchar sus mensajes. Es necesario aprender a tomar conciencia, a
vivir en el aquí y ahora, a hacernos el amor con placer, cuidado y cariño. Poco a
poco, nos conectaremos con nuestra Alma y seguiremos su camino, alineándonos
con nuestro bienestar y el de los demás.
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