Consultando las tendencias para este año, se hizo
evidente que puede ser uno de grandes posibilidades… después de resolver
grandes desafíos. Con muchos planetas
retrógrados hasta septiembre, los primeros meses nos instan a reprogramar,
rever, recapacitar. Para hacer esto,
primero es necesario identificar y soltar
lo que ya no nos sirve. Y todos
sabemos lo que nos cuesta. Vivimos en
modo reactivo y no creativo; emparchando y no transformando; quejándonos y
victimizándonos y no agradeciendo y empoderándonos. ¡Manos a la obra entonces!
Ya con más espacio, más livianos y frescos, podemos
considerar si nos abocamos a renovar viejas ideas que quedaron en el camino y/o
construir otras. Tenemos la tendencia a proyectar hacia afuera, olvidándonos que
atraemos según la energía que somos. Plantearnos metas que incluyan cómo sentirnos
y pensar para lograrlas es esencial. Si
deseamos determinado trabajo, ¿estamos preparados no solo laboralmente sino
psicológicamente para afrontarlo? Si
queremos cierto tipo de pareja, ¿vibramos en esa frecuencia o buscamos solo a
alguien que nos salve?
Para muchos, en el 2016 se abrirán oportunidades
que estaban cerradas desde hace bastante.
Nosotros y nuestros deseos hemos
cambiado bastante en estos últimos años.
¿Qué sobrevivió y qué está emergiendo desde lo profundo sin estar
todavía claro? ¿Aprendimos lo necesario
en esta época de sequía o arrastramos frustración y amargura? La
actitud es fundamental para abrir esas puertas y será imprescindible volver a
creer y crear. Esto plantea otro
tema que será crucial en este año: la integración del Ego al Alma.
El Ego se
basa en la dualidad: se esfuerza hasta reventar o se deja llevar sin hacer
nada. Todos
oscilamos entre los dos, con distintas gradaciones. Nos planteamos objetivos, fechas, requisitos;
trabajamos duramente; controlamos y nos exigimos; si no cuesta y no duele, no
sirve. El Ego es hijo de la lucha, el
sufrimiento y la culpa. Para librarnos
de esto, capitulamos del todo; lo podemos racionalizar y/o romantizar con
distintas filosofías, pero en el fondo le tiramos el asunto a Dios o a lo que
sea; que otro se encargue. Rendición no
es entrega. Está llegando la hora de
unificar: es el Ego guiado por el Alma;
conectándonos con ella, damos los pasos necesarios para concretar en la vida
cotidiana. Es una labor en el que no
tenemos mucha experiencia pero lo iremos logrando a medida que lo intentamos,
dando pequeños pasos que cimenten la confianza.
El mundo está cambiando con rapidez… y caos. No
podemos esperar serenidad ni guía ni modelo ni equilibrio del afuera. Es algo que debemos aprender y sostener
interiormente. No hay mejor inversión
que la de conocernos, aceptarnos, amarnos y liberar el potencial que traemos. Perder tiempo, dinero, energía, atención y
expectativas en cosas externas que no nos traen paz, alegría ni satisfacción
verdaderas se hace cada vez más dañino.
En el inicio de cada año, tendemos a plantearnos metas. La única diferencia entre el año pasado y
éste eres Tú. Ponte primero; finalmente,
todo deriva de ti, de cómo te sientes, de con cuánta plenitud te conectas con
las personas y las situaciones, de cómo te paras en este mundo y te
afirmas. Eres un ser espiritual
atravesando una experiencia humana. No
lo olvides. Respira, ama tu cuerpo, tu vida, tu creación, eres Uno con Todo Lo Que
Es y lo serás siempre. Aquí estoy
para acompañarte. ¡Feliz 2016!
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