El martes, fui a un pub con un amigo y volvimos
caminando. Al pasar por las barrancas de
Belgrano y, a propósito de algo que estábamos charlando, le conté de una noche
que me habían asaltado allí, hace muchos años.
Era invierno y hacía un frío terrible.
Iba a visitar a una amiga y siempre cruzaba la barranca para ir a su
casa. Cuando puse un pie en la vereda,
escuché una voz interior que me decía “no vayas por ahí”. Dudé, pero no le hice caso. Estaba desierto. Al pasar la pérgola, un hombre apareció y me
preguntó la hora. Inmediatamente, me di
cuenta: “¡qué tonta!”, pensé. Me pidió
el dinero que llevaba. Yo tenía sólo una
cartera muy pequeña, con algo de plata y las llaves. Le di todo el dinero y me pidió más insistentemente. Calmada, le explicaba que era lo único que
llevaba. Entonces, sacó un revólver
enorme, viejo, se lo cruzó sobre el pecho y me dijo: “señora, que se lo estoy
pidiendo con respeto”. Casi me da un
ataque de risa. Traté de no reírme y le
dije que no perdiera el tiempo conmigo, que se estaba exponiendo a que pasara
un policía y me dejó ir.
Mi amigo recordó una vez que, trabajando en la fábrica de su
padre, fue a buscar un cheque en una bicicleta.
Un ladrón lo paró y le pidió dinero.
Él le mostró el cheque y le dijo que no tenía nada más. Enojado, el hombre lo despidió con un: “después
se enojan cuando uno los mata”.
Estuvimos riendo un buen rato.
Me habían robado muchas veces antes de esa, de distintas
formas. Por un lado, tenía relación con
el confuso y retorcido vínculo con el dinero que tenía y, por otro, con la
sensación de ser una hoja en la tormenta, alguien perdida en la ciudad enorme e
insegura. Desde ese momento, esa impresión
terminó. Me sentí cuidada,
protegida. Sólo debía escuchar las
señales, hacerles caso. Y eso hice. Nunca más me pasó nada así. Lo del dinero me llevó más tiempo, pero lo
estoy superando y encontrando mis formas de relacionarme con lo material.
Además, me gustó recordar con una sonrisa, sin una pizca de
emociones negativas. Mi vida anterior se
está desvaneciendo en una bruma amable y compasiva.
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